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Ney Matogrosso durante un recital, el 3 de octubre de 2015, en San Pablo. Foto: Vanessa Carvalho, AFP

Ney Matogrosso vuelve este domingo a la sala Adela Reta

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Estar de gira durante cuatro años presentando un disco es algo inédito para cualquier artista, pero hacerlo además a los 75 años es directamente fantástico, aunque no tanto si quien lo hizo es una criatura fantástica como Ney Matogrosso, el hombre que hace más de 40 años inventó, al frente del revolucionario grupo Secos & Molhados y casi sin darse cuenta, una especie de glam rock latinoamericano. Cuatro años después de haber editado su poderoso disco Atento aos sinais, en el que se reconectó con las generaciones más jóvenes, interpretando un repertorio nuevo con su inigualable voz, parece que Matogrosso no pudiera dejar de presentar esa obra, no por limitación de su capacidad creativa, sino por una demanda constante del espectáculo, que lo traerá con él nuevamente a Montevideo este domingo, en la sala Adela Reta, dos años después de haber cantado por primera vez, allí mismo, en nuestra capital. No se va a quejar nadie que haya asistido a su colosal presentación de 2015 y los que se la perdieron deberían aprovechar la oportunidad. Antes del regreso, hablamos con este vocalista y showman excepcional.

–En más de 40 años de carrera nunca habías tocado en Montevideo. ¿Qué te pareció tu visita de 2015?

-Ah, fue una belleza. Me sentí muy bien.

–Volvés sólo un par de años después. ¿Es el mismo show?

-Es el mismo, es un espectáculo con el que he viajado ya mucho. Nunca había viajado tanto tiempo con el mismo show. Es muy interesante porque tiene vida propia.

–Hace ya cuatro años que estás en la carretera con él. ¿Esperabas algo así cuando grabaste el disco Atento aos sinais (2013)?

-No, lo máximo que mantuve antes un espectáculo fue durante dos años y medio. Es algo a lo que no le he encontrado una explicación. Cuando llevábamos dos años de hacerlo, pensé “bueno, ya es hora de ir pensando en parar y preparar otra cosa”. Ya estaba seleccionando otro repertorio, y empezó la locura con este show. Terminar de tocar en un lugar y que me propusieran tocar en otro, como si hubiera empezado recién. En todas partes está lleno, es una locura. No sé explicar lo que está pasando, tomó un nuevo impulso a los dos años.

–¿Y cambió en este tiempo?

-Lo simplifiqué, le quité uno de los cambios de vestuario, que era excesivo, y el tema en el que me cambiaba. Ahora es todo más directo.

–Es un espectáculo mucho más rockero que lo que esperaba. ¿Siempre fue pensado de esa forma?

-Sí, no te olvides que vengo de una banda de rock. Tengo eso y lo intercalo; hay momentos en que hago canciones de la tradición de la música brasileña y otros en que voy a lo más rockero. Inclassificáveis [su show de 2001] también era así.

–Hablando de rock, Rita Lee solía compararte con David Bowie, que murió recientemente. ¿Fue él una influencia importante en tu trabajo?

-No, nunca pensé en él en esos términos. Mi idea del maquillaje venía del teatro kabuki y sus actores. Yo sólo quería expresarme, y me parece que hay ideas que bailan sobre el planeta en el mismo momento, de modo que muchas cosas suceden en forma paralela. En aquella época, en Brasil estaba DZI Croquettes, que era un grupo de teatro de hombres vestidos de mujer. Y eran una cosa desinhibida... hombres melenudos vestidos de mujer que hacían un show maravilloso, excelentes bailarines con un muy buen texto. Estaban haciendo eso en Río de Janeiro mientras yo organizaba Secos & Molhados en San Pablo. Nadie sabía lo que estaba haciendo el otro. Creo que las ideas salen y algunas calzan con su tiempo. Es la explicación que tengo. En realidad era la necesidad de una época, la necesidad de expresión de una época.

–Sos un símbolo de la libertad sexual y los derechos de las minorías, pero en declaraciones recientes decís que no te gusta lo “políticamente correcto”.

-Libertad es libertad, no solamente una sola. Ahora en Brasil no se puede decir preto (negro); antes, cuando le decías a alguien pretinho o pretinha era algo cariñoso. Cuando yo hablo de libertad, hablo de libertad para todas las personas, que todos puedan expresarse y ser quienes son sin necesidad de esconderse. Nadie tiene por qué deliberar entre tribus para decidir lo que es la libertad.

–Cuando empezó esta gira, habías sido muy crítico con el gobierno del Partido de los Trabajadores y con Dilma Rousseff; desde entonces ha habido muchos cambios.

-Sigo siendo muy crítico. Ahora estamos en un agujero en el que nunca me imaginé que Brasil iba a caer nuevamente. Río de Janeiro es una ciudad que está abandonada a su suerte, y nunca imaginé que eso podría pasar, nunca. Está mucho peor. Pero no estoy defendiendo al gobierno anterior, porque el gobierno anterior fue el que llevó a esto.

–Volviendo al show, ¿hasta cuándo pensás seguir adelante con Atento aos sinais? ¿Ya hay planes para un nuevo disco?

-No, estoy reuniendo el nuevo repertorio con calma, pero antes voy a hacer un impasse. Tengo marcados shows hasta octubre, tengo marcados viajes, voy a ir a Portugal una vez más, y después voy a parar, porque tengo la necesidad de hacer otra cosa. Pero, por otro lado, creo que si cortase ese lujo sería castigado: en este momento en que la gente no tiene dinero en Brasil, yo no paré de trabajar. No puedo cortar eso.

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