El lunes a las 20.00 en el Auditorio del SODRE se presentará el argentino Víctor Heredia, exponente de la canción folclórica y de protesta que en 50 años supo coquetear con diversos géneros y también codearse con músicos de diferentes palos (por ejemplo, en 2016 fue invitado a un toque de la banda de rock La Beriso, en el estadio Monumental de River). Una vez le preguntaron cómo vivía y dijo: “Sobreviviendo”. la diaria le preguntó algunas cosas más.
–En 1967 usted ganó el premio revelación en el Festival Nacional de Folclore de Cosquín (Córdoba) por la canción “Para cobrar altura”, que decía “quiero volverme tiempo / para no pasar nunca”. Pasaron 50 años y sigue tocando.
-Si miro para atrás me da un escalofrío, pero si Gardel dijo que 20 años no es nada, yo puedo decir que 50 no son nada. Es maravilloso estar parado en un escenario después de tantos años, y seguir recibiendo el afecto de la gente, algo difícil que ni lo había pensado. Pero aquí estoy, de fiesta, permanentemente, porque el cariño de la gente es extraordinario.
–En sus primeras grabaciones ya tenía la voz grave, parecía de alguien más grande. ¿Le salió naturalmente o la trabajó?
-Naturalmente. De hecho, un compatriota tuyo, Alfredo Zitarrosa, cuando me conoció en Cosquín me dijo: “Le voy a regalar un apodo que me regalaron a mí en Salta: voz de otro”. Se ve que le impresionó eso a Alfredo. Siempre tuve ese color de voz. Nos hicimos muy amigos.
–Llegó a compartir escenario, además de con Zitarrosa, con Daniel Viglietti. ¿Ellos lo han influenciado?
-Claro que sí, todos nos hemos influenciado y enriquecido con ellos. El hecho de haber conocido a Alfredo, a Daniel y a Patricio Manns también, en aquella época, significó muchísimo para mí, porque al igual que muchos jóvenes de la época, teníamos muy en cuenta lo que escribía Alfredo y cómo expresaba en sus canciones la realidad que veía. Era una poesía absolutamente simple y popular, pero entrañablemente profunda. Fue un gran maestro para todos nosotros.
–Estudió Filosofía y Letras. Supongo que eso también tuvo alguna influencia a la hora de escribir canciones.
-Por supuesto. Escribir sin estudiar y sin tener conocimiento ni información cultural es como querer cortar una madera sin tener el serrucho afilado, va a costar.
–De joven integró La Fede [Federación Juvenil Comunista de Argentina]. ¿Hoy se siente comunista o marxista?
-No, creo que los tiempos han hecho que uno abreve en distintas filosofías. Quizá el marxismo me haya llevado a indagar y a pensar, como corresponde, en la historia de nuestros países. Digamos que suelo ser un analista con una ascendencia marxista muy marcada.
–¿Cree que en la música popular actual faltan compromiso y conciencia social o política?
-Siento que a cada generación le cupo un rol y un momento determinado en la historia, que la obligó a pertenecer a distintas fundaciones filosóficas o ideológicas. A la nuestra le correspondió enfrentarse a una de las dictaduras más serias que tuvo nuestro país y el continente; entonces, había que hacerlo desde un lugar ideológico y filosófico muy serio. Las nuevas generaciones no tienen esa obligación, viven en democracias consensuadas, si se quiere, que les permiten moverse con cierta tranquilidad y libertad. Pero en general, las democracias no obligan a los jóvenes a profundizar ideológica o filosóficamente.
–En 1974 editó el disco Víctor Heredia canta Pablo Neruda. ¿Cómo vivió el encuentro con aquel poeta, en el que le pidió permiso para musicalizar algunos de sus textos?
-Fue muy breve. Pablo estaba en Chile, muy enfermo. La gente de la editorial me consiguió una entrevista con él, y cuando escuchó algunos de los poemas que había musicalizado, entre ellos “Cuerpo de mujer” y “El pueblo victorioso”, le pareció interesante lo que le proponía, y me dio permiso para el resto. Musicalicé diez poemas, y él no pudo escuchar la obra completa porque falleció antes. Pero tuve el placer enorme de que cuando los estrené, en Venezuela, estuvo presente Matilde [Urrutia, última esposa de Neruda], que se emocionó mucho. Fue una noche increíble.
–¿Es verdad que uno de sus himnos, “Todavía cantamos”, surgió por una charla con su madre?
-Sí. Porque yo era el encargado de buscar en distintos lugares la posibilidad de que mi hermana [desaparecida en 1976] estuviera viva, así que cuando llegaba muy deprimido a casa, ella me decía: “Hijo, todavía tenemos posibilidad de soñar, todavía podemos esperar, no te caigas”. Y eso me quedó sonando en la cabeza por mucho tiempo. Siempre digo que esa canción la escribió mamá.
–A “Todavía cantamos” le han cambiado la letra varias hinchadas de fútbol. ¿Cómo le cayó que se hiciera eso con una canción que nació por un tema muy serio?
-En realidad, me pone muy orgulloso, porque mas allá de las hinchadas también se utiliza en las marchas y en las concentraciones por reclamos estudiantiles, de trabajo, etcétera. [Atahualpa] Yupanqui decía algo muy lindo: que el premio más alto que podía alcanzar era llegar a ser anónimo, y a mí me pasó con esa canción, a la que le cambian la letra y utilizan su música para distintas situaciones. Me parece increíble ser parte del inconsciente colectivo.
–Y después de más de 30 años, todavía esperan que les digan dónde han escondido las flores que aromaron las calles persiguiendo un destino. ¿Cómo ve los avances en la búsqueda de los desaparecidos en Argentina?
-Hasta ahora veníamos muy bien, porque el trabajo que hicieron Abuelas, Madres e Hijos realmente es muy importante, y sobre todo con la ayuda del grupo de Antropología de la Universidad de Buenos Aires, que ha trabajado muy fervientemente y ha identificado muchísimos desaparecidos. Nosotros estamos esperando la noticia de los nuestros, la posibilidad de que aparezca mi sobrino, el que podría haber sido nieto de mi madre. Mi madre ya no está, falleció hace un año y medio sin recibir esa alegría ni la paz que le podría haber dado saber dónde estaba enterrada su hija. Mi hermana estaba embarazada de cinco meses.
–Usted compartió escenario con muchos músicos importantes, desde Mercedes Sosa hasta Silvio Rodríguez. ¿Cuál lo emocionó más?
-Con Silvio tenemos una amistad muy fuerte. Para mí es una alegría cada vez que subo a un escenario con él y es una emoción muy grande, porque es un artista inmenso por donde se lo mire. Con Mercedes teníamos una relación casi de madre e hijo, así que me temblaban las piernas cada vez que subía al escenario con ella, porque tenía que rendir. Y otro gran hermano mío es León Gieco. Con ellos tres siempre me sentí muy acorde.
–“Sobreviviendo”, otra de sus canciones emblemáticas, tiene una letra que sigue vigente, porque siempre alguien propone muerte sobre esta tierra y se siguen fabricando armas para la guerra.
-Sí, es lamentable la vigencia de la locura en el mundo, de este canibalismo económico, del neoliberalismo y la estupidez del enriquecimiento egoísta, que hace que de golpe se ataquen de manera insólita la biodiversidad y los ecosistemas. Me parece tremendo. Creo que tenemos que repensar cómo pretendemos y queremos vivir en el planeta, y cómo eliminar esas fronteras que existen entre nosotros, para que no exista la estigmatización del otro por la raza, por ejemplo, que es inconcebible a esta altura de la vida humana.
–¿Cómo ve el gobierno del presidente Mauricio Macri?
-Me llevo muy mal con esa propuesta, porque siento que están lesionando seriamente a los sectores más vulnerables de Argentina. Se le ha perdido el respeto a la gente que trabaja, se empieza a delinear una suerte de macartismo contra quienes tenemos una postura tomada desde la cultura y también hacia los políticos, una persecución permanente del otro, sencillamente porque piensa distinto. Me parece muy peligroso.
–¿Con qué nos vamos a encontrar en el toque del lunes?
-Hace mucho que no voy a Montevideo, como cuatro años o más. Por lo que me están escribiendo en Facebook algunos amigos, sería bueno desempolvar algunas de las viejitas y agregarles las más nuevas. Hacer una mezcla entre el viejo repertorio, que conocen los que van a venir, y ofrecerles algo nuevo para que no se aburran.
–Si no toca “Razón de vivir” o “Sobreviviendo”, seguramente la gente se enoje.
-Me da la impresión de que sí.