Hace unos días, el teatro Solís presentó su Temporada de Ópera 2017, coproducida con la Orquesta Filarmónica y la Banda Sinfónica de Montevideo. El primer título llegará el 25 de julio cuando se estrene Réquiem, composición sacra en siete movimientos que es una de las cumbres del repertorio de Giuseppe Verdi. Este la pensó como homenaje a Gioacchino Rossini, seis años después de su muerte, pero finalmente la estrenó en 1874, para conmemorar el primer aniversario del fallecimiento de Alessandro Manzoni. Al igual que Verdi, Manzoni estaba muy comprometido con la unidad italiana que se había logrado unos años antes, y llegó a profetizar “no seremos libres si no somos uno”. El compositor operístico lo veneraba como a un “santo laico”, y cuando supo que Manzoni había fallecido sostuvo: “Ahora todo terminó, y con él muere una de nuestras glorias más grandes, puras y sagradas”. Esta nueva versión, a cargo de la directora artística de la Orquesta Filarmónica, Ligia Amadio, será interpretada por la soprano argentina Mónica Ferracani, los brasileños Edineia de Oliveira y Paulo Mandarino, y el cubano Homero Pérez Miranda.
En agosto (los días 16, 18 y 20) vuelve al Solís Tosca, de Giacomo Puccini, una década después de su última presentación. Según dijo Amadio durante la conferencia de prensa, será una Tosca “muy moderna”, a partir de una apuesta escenográfica que plantea “modernidad y elegancia” en alianza con el vestuario del diseñador bonaerense Pablo Ramírez. Era uno de los títulos preferidos de Puccini, estrenado en Roma en enero de 1900, en un tenso ambiente político marcado por los movimientos anarquistas contra la monarquía y por los secesionistas. Luego se ha reconfigurado su significado político: en medio de dictaduras militares, los gritos del torturado copaban los escenarios, sin que los militares se inquietaran por la presencia de un torturador en escena. A estos personajes se suma Floria Tosca, una mujer de comienzos del siglo XIX, celosa, vengativa, sensible y muy romana, sólo ligada al arte y al amor. Ella transita diversos procesos a lo largo de tres actos, ambientados en la Roma de 1800, cuando Napoleón venció a los austríacos en la batalla de Marengo. El trío de protagonistas, encaminado a un final trágico, se enfrenta a engaños, deseos y traiciones. Tosca habla del poder y la opresión, e incluye las famosas arias “Recondita armonía”, “Vissi d’arte” y “E lucevan le stelle”. Producida casi 30 veces en el Solís –la primera dos años después de su estreno, en 1902; y la última en 2006–, en esta ocasión contará con la dirección musical de Amadio, la dirección escénica del brasileño Jorge Takla, y la participación de la estadounidense Joanna Parisi, el uruguayo Darío Solari y el español Xavier Moreno.
En setiembre (11, 13 y 15) llegará El cónsul, de Giancarlo Menotti, con Martín Jorge a cargo de la música y Sergio Luján en la puesta escénica. Desde el vamos, se convirtió en una metáfora de la persecución ideológica: Menotti, nacido en Italia y residente en Estados Unidos, libretó y musicalizó esta obra sobre la Segunda Guerra Mundial, la Guerra Fría y la visión estadounidense del estalinismo. Se estrenó en Filadelfia, en 1950, al poco tiempo se montó en Broadway, ganó un premio Pulitzer y fue portada de la revista Time. La interpretarán el barítono brasileño Leonardo Neiva, la japonesa Eiko Senda, y la uruguaya Adriana Mastrangelo.
Del 20 al 23 de diciembre se pondrá en escena La verbena de La Paloma, un sainete lírico con libreto del dramaturgo Ricardo de la Vega y música de Tomás Bretón, que se estrenó a comienzos de 1894. Trata de la tensión entre el amor y los celos de una pareja: el joven Julián, que trabaja en una imprenta, y su novia, la hermosa Susana, que se dedica a provocarlo y a coquetear con un viejo boticario.