Cuando este jueves se lleve a cabo la presentación del libro La Trampa. Sin miedo en la oscuridad, del periodista Ignacio Martínez (a las 19.00 en el Centro Cultural Fucac –18 de Julio 2017–, con participación del autor y los integrantes de la banda, moderados por Leo Lagos), habrá transcurrido un tiempo prudencial desde los cinco recitales que marcaron el retorno de La Trampa tras ocho años de silencio.
Confieso que cuando supe que en forma casi simultánea con esos espectáculos sería publicado un libro sobre el grupo, me generó cierta confusión. Tratándose de La Trampa, que volvía a escena bajo determinadas condiciones –poco usuales para el escaso y angurriento mercado musical local–, sabía que debía descartar de plano cualquier intención oportunista asociada con la edición. Ese libro no podía ser parte del merchandising de la misma banda que se negó a tocar en un recinto de capacidad masiva –y se peleó con su propio público al defender esa postura– y que prefirió afrontar el desgaste físico de tocar cinco veces en una semana antes que padecer el desgaste de sus canciones ante el monstruo sordo de la multitud.
Pero entonces... ¿qué se podía esperar de Sin miedo en la oscuridad, en ese contexto nada condescendiente con lo políticamente correcto?
Generalmente los libros sobre músicos aplican criterios biográficos o testimoniales. Son material de consulta y de colección para el público. Y seamos honestos: suelen decepcionarnos un poco a la hora de leerlos, en la medida en que no encontramos en ellos datos ocultos ni anécdotas reveladoras que nos hagan sentir que hemos llegado a saber mucho más que quienes no los leyeron.
Sin embargo, este libro no cuenta una historia. La historia cuenta al libro, sin pudor de reconocerse imperfecta. ¿Para qué guardar las apariencias, para qué llenar de épica y leyendas algo que es como es y a lo que no hay vuelta que darle? ¿Y por qué no contarlo así, como es?
Este libro trata de todo lo que no es La Trampa tal como la conocemos, o de todo lo que es La Trampa que desconocemos.
El lado Garo de la vida
Cualquier músico, en cualquier tiempo y cualquier parte del mundo, habría evitado que en un libro sobre la banda de la que es guitarrista, autor de las letras y compositor musical se digan cosas negativas sobre él. Se puede esperar que, si está en su sano juicio, ese músico no avale que entren a imprenta las páginas en las que, por ejemplo, un bajista cuente que se fue de la banda porque no lo soportaba más. Nadie a quien le importe cuidar su reputación admitiría en un libro, para que todo el mundo se entere, que él tuvo la culpa de algunas cosas poco deseables que pasaron, o que cometió errores cuyas consecuencias fueron graves. Nadie le diría a su público que le molesta su comportamiento, y que si va a actuar así, es mejor que no vaya a verlo. Nadie. Excepto Garo Arakelian.
Garo es La Trampa, pero La Trampa no es Garo. Es difícil ser La Trampa con Garo, pero La Trampa sin Garo es imposible.
Aquello de que “lo que pasa en la cancha queda en la cancha” o “lo que pasa en Las Vegas queda en Las Vegas” no se aplican a un Garo Arakelian. Para él nada queda atrás, todo sigue perturbadoramente vigente. Eso es quizá lo que lo lleva por el sendero de la búsqueda de una justicia humana que jamás encuentra. Una búsqueda que este músico canaliza –sólo en parte– escribiendo canciones. Para Garo nunca es suficiente: siempre tiene más para decir. Se sabe imperfecto y se esfuerza por que se le note el lado oscuro, rebelde y disconforme. Y se atreve a correr el riesgo de no disimular sus demonios ni sus santos. Lo pone en práctica banda adentro y banda afuera. Con sus compañeros músicos y con el público.
Garo necesita que todo el mundo sepa que es un hombre común y que su búsqueda artística no es más que un relejo deformado de su búsqueda existencial. En este libro lo vemos echar por tierra todo posible intento de construcción de mitos o misterios. Prefiere romper con tanta dulzura.
El lado Martínez de la vida
El mayor mérito del autor es el de no dar nada por sentado y salir a buscar su verdad acerca de La Trampa. Como queriendo desentrañar la esencia de una banda de la que nunca fue fan, se coloca en un lugar casi inocente para buscar que le cuenten. No fuerza el relato para que las piezas cierren y todo encaje. Aparece con la postura de un espectador, colocando al narrador en el lugar de un lector. No interfiere con las historias que registra ni pone explícitamente en duda los testimonios de ninguna de las personas que hablan en su libro.
Martínez ofrece un amplio abanico de verdades en las voces de los protagonistas visibles y no visibles de un hecho musical llamado La Trampa. Es tanta la información que hasta da la sensación de que no hubiera querido dejar afuera nada de lo que logró reunir en cada entrevista. Y el primer sorprendido con el resultado de su pesquisa parece ser él mismo, y así se transforma en el escritor que él mismo necesita como lector.
A lo largo de las páginas de Sin miedo en la oscuridad el lector puede emocionarse, enojarse, sorprenderse y hasta decepcionarse. Hay cosas que estamos acostumbrados a no saber, porque sencillamente no se quieren contar o porque se prefiere esconderlas. Y en tal sentido, si algo no tiene este libro es trampa.
La Trampa. Sin miedo en la oscuridad
De Ignacio Martínez. Fin de Siglo, 2017. 248 páginas.