La inflación, definida como el aumento de los precios, tuvo una profunda caída en los últimos meses, lo que sorprendió al gobierno y a consultores. Desde febrero se encuentra dentro del rango objetivo para el Banco Central, de entre 3% y 7%, un área a la que no entraba desde 2010, y el dato de julio difundido el jueves que estableció un crecimiento de 5,24% en los últimos 12 meses, confirmó la profundización de la tendencia.
Analistas consultados por la diaria coincidieron en que esta baja obedece a dos factores. Por un lado, la caída del dólar y su mantenimiento en el entorno de 28 pesos, cuando la Reserva Federal de Estados Unidos había anunciado que subiría progresivamente las tasas de interés y consecuentemente lo haría el valor de su moneda. Por otro, el hecho de que los factores climáticos no han afectado las cosechas de frutas y, sobre todo, de verduras, y por ende, tampoco sus precios, como sí pasó el año pasado que las inundaciones afectaron la oferta.
El director de la consultora OIKOS, Pablo Moya, consideró además que la inercia descendente de los precios influye en las expectativas de las empresas que como formadoras de precios traducen la baja en los precios finales.
Por su parte, la gerenta del área de servicios económicos de PWC, Mercedes Comas, advirtió que desde hace unos meses “está empezando a pesar la caída de consumo de servicios no transables”, es decir, los que sólo se pueden consumir en el mercado interno.
La coordinadora del grupo de Análisis Macroeconómico del Instituto de Economía, Gabriela Mordecki, sostuvo que ambos son factores que la política monetaria no puede controlar porque son exógenos, pero aun así consideró que es “importante” que se siga teniendo en cuenta que “esto puede revertirse y cambiar de signo”. Si bien es probable que el dólar se mantenga y que a medida que el invierno dé paso a la primavera no se vean afectadas las cosechas, es esperable que los niveles de inflación sigan siendo “bajos”.
No obstante, todos coinciden en que el límite está cerca. “Pensar en niveles más bajos implicaría cambios estructurales, como un descenso estable de tarifas y costos de producción más bajos, para lo cual el país no está en condiciones”, explicó Moya, mientras que Mordecki sostuvo que “no se espera un giro brusco” y que, aunque haya “una fuerte tendencia alcista, ya se generó un espacio que da holgura”.