Ingresá

El Bramido de Düsseldorf. Foto: Nairí-Aharonián

Otras fronteras

1 minuto de lectura
Contenido exclusivo con tu suscripción de pago
Contenido no disponible con tu suscripción actual
Exclusivo para suscripción digital de pago
Actualizá tu suscripción para tener acceso ilimitado a todos los contenidos del sitio
Para acceder a todos los contenidos de manera ilimitada
Exclusivo para suscripción digital de pago
Para acceder a todos los contenidos del sitio
Si ya tenés una cuenta
Te queda 1 artículo gratuito
Este es tu último artículo gratuito
Nuestro periodismo depende de vos
Nuestro periodismo depende de vos
Si ya tenés una cuenta
Registrate para acceder a 6 artículos gratis por mes
Llegaste al límite de artículos gratuitos
Nuestro periodismo depende de vos
Para seguir leyendo ingresá o suscribite
Si ya tenés una cuenta
o registrate para acceder a 6 artículos gratis por mes

Editar

El ilustre festival internacional de teatro Santiago a Mil cumple 25 años, y esto tiene que ver con que la edición en curso, que comenzó el 3 de este mes y continuará hasta el 21, incluya decenas de espectáculos provenientes de diversos países (entre ellos, Argentina, Austria, Brasil, Canadá, Cuba, España, Estados Unidos, Estonia, Francia, Holanda, India, Italia, Reino Unido y Singapur), en disciplinas como danza, música y teatro, de sala y callejero.

Hoy y mañana se presentará, en ese marco, la obra El bramido de Düsseldorf, escrita y dirigida por Sergio Blanco, e interpretada por Soledad Frugone, Walter Rey y Gustavo Saffores. En esta puesta, el dramaturgo retoma la figura de Peter Kürten, un asesino en serie alemán apodado “el vampiro de Düsseldorf”, que inspiró la película M (1931), de Fritz Lang. A esto se anexan un mito clásico (el de Acteón, cazador convertido en ciervo por espiar a la diosa Artemisa) y marcas de la mitología contemporánea como Nike, Adidas, Coca-Cola y Ray-Ban, que ya estaban presentes en las obras de Blanco Tebas Land (2013) y La ira de Narciso (2015), así como un viaje a la ciudad alemana que da nombre a la obra, donde el personaje del propio Blanco –interpretado por Saffores, al igual que en Tebas Land– afronta la agonía y muerte de su padre.

Uno de los espectáculos chilenos seleccionados fue El capote, una adaptación del cuento de Nikolái Gógol realizada por la compañía de marionetas El Teatro y su Doble, colectivo que el año pasado conmocionó al público montevideano cuando, en el marco del Festival Internacional de Artes Escénicas, montó Feos, una obra guionada por Guillermo Calderón, con la que versionaron el cuento breve “La noche de los feos”, de Mario Benedetti. Esta versión del clásico relato ruso se realiza mediante el bunraku, género japonés en el que los actores –vestidos de negro– dan movimiento a grandes muñecos mediante varillas. Esto se alterna –al igual que ocurría en Feos– con la proyección de pasajes de animación que facilitan el transcurso de las escenas.

Este artículo está guardado para leer después en tu lista de lectura
¿Terminaste de leerlo?
Guardaste este artículo como favorito en tu lista de lectura