A pesar de que Uruguay ya se ha acostumbrado a las visitas internacionales, incluso de algunas bandas de culto, no deja de sorprender que uno de los principales representantes en el mundo de un género llegue a nuestro país por segunda vez, sin mayor publicidad y en el cenit de su carrera. Pero los alemanes de Kadavar parecen moverse en una dimensión propia, atemporal y sin fronteras, que los devuelve –este jueves 22, a las 21.00– al escenario de Bluzz Live, en el que ya habían estado junto a la banda Oro en 2015, ahora acompañados por el grupo Austral.
Aunque en sus fotos los hirsutos integrantes de Kadavar parecen haber emergido de alguna cueva psicodélica de la California de los años 60, la banda se formó en 2010 en Berlín, en torno a los similarmente peludos y barbados Christoph Lupus Lindemann (guitarra y voz) y Christoph Tiger Bartlett (batería), a quienes se sumaría el bajista Philip Mammut Lippitz, con la intención expresa de desarrollar un sonido de rock stoner purista, es decir, de ese subgénero del rock pesado semejante al que se desarrolló a fines de los 60 y comienzos de los 70, tocado a velocidad lenta o media, con riffs pesados y melodías psicodélicas de origen blusero, saturadas de efectos vintage de guitarra como el wah wah o, sobre todo, el fuzz (ese tipo de distorsión nebulosa que distinguía, por ejemplo, a las grabaciones de Jimi Hendrix). Explícitamente influenciados por bandas como Black Sabbath, Blue Cheer o Iron Butterfly (es decir, la primera generación del rock heavy pero no necesariamente metal), editaron en 2012 su primer disco, Kadavar, al que siguieron Abra Kadavar (2013), Berlin (2015) y Rough Times el año pasado, disco que están presentando en la actual gira mundial que los trae a Uruguay. En 2013, Lippitz fue sustituido por el bajista Simon Dragon Bouteloup (también de apodo bestial, para no perder la tradición animalista), sin que el sonido general de la banda se modificara notoriamente.
Frecuentemente considerados un gran grupo en vivo de orientación irremediablemente retro, los Kadavar no tienen una paleta sonora tan limitada como la que se suele atribuir al género que practican, ya que incorporan influencias que van desde el peso distorsionado y doom de contemporáneos como Electric Wizard a la fuerza melodiosa de Neil Young y la psicodelia teutona de Amon Düül, pero incluyen también versiones de alguien tan aparentemente distante a ellos como su compatriota Nico.
Los discos de la banda se caracterizan por estar mezclados en el estilo hard panning (paneo duro o extremo), que era habitual en los discos de rock de la época en que el estéreo era aún una novedad, sobre todo en la era de oro de la psicodelia (aunque uno de sus ejemplos más extremos es el primer disco de The Ramones), lo que significa que los sonidos de los instrumentos están muy separados en los canales de sonido, con la guitarra sonando del lado izquierdo, el bajo a la derecha y las voces y batería en el centro, reproduciendo así el sonido habitual de un trío cuando toca en vivo. Pero toda esa fascinación casi fetichista por el mundo sonoro y estético de principios de los 70 no implica que los Kadavar vivan insensibilizados en una nube de humo de porro y fuzz guitarrero, y de hecho el disco que están presentando se titula Rough Times (tiempos duros o tiempos difíciles) debido a la preocupación del trío por la realidad política actual, reflejada tanto en los textos de las canciones como en ciertas inflexiones musicales, como la del tema “The Old Man”, que incorpora en su riff una melodía de orígenes turcos. En todo caso, el show de hoy se propone como un despliegue de rock denso, pesado y con mucho groove, que parece mirar hacia el pasado pero que se ofrece como una alternativa de sonido orgánico y destreza instrumental –con montones de fuzz– al actual exceso de pop y artificialidad.