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Hospitalidad. Foto: s/d de autor

Identidad en construcción

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La Liga de Artes Escénicas del Litoral, constituida por Imaginateatro de Paysandú, Teatro Sin Fogón de Fray Bentos y Decartón de Carmelo, comenzó anoche en la sala Verdi las funciones del festival Cercanías, que seguirá hasta el 28 de este mes, siempre a las 21.00, con cuatro obras de características disímiles, además de un conversatorio el lunes 19 que plantea la disyuntiva “¿Teatro en el litoral o teatro del litoral?”.

“Gustavo Zidán, director de la sala, invitó a Leonardo Martínez, por un lado, para traer La hospitalidad, y a mí para traer Matrioska en febrero. Entonces se nos ocurrió agregar dos obras más, pensar un concepto y presentarlo como festival”, comenta Darío Lapaz, dramaturgo y director de Matrioska (que se presenta del 20 al 23) y de Manduraco, El Cabortero (17 y 18).

Para Martínez, director y dramaturgo, a su vez, de Gema (del 14 al 16) y de La hospitalidad (del 24 al 28), “las cuatro obras necesitan un contrato con el público, un vínculo de cercanía; pedimos que el público esté en la sala, pero arriba del escenario”. Lapaz agrega: “Queríamos trasladar la manera en que nosotros vivimos el teatro en los espacios que gestionamos. Recibiendo al público con una degustación de productos regionales, los vamos a convidar con cerveza artesanal, vino, queso, Chajá”. “Hay Chajá pa’ tirar con la honda”, remata Juan Frache, actor de Gema.

–¿Qué características en común o singularidades tienen las obras que vinieron a presentar?

Leonardo Martínez (LM): –Gema es una síntesis de cómo atraviesa una adolescente las principales instituciones normalizantes, como la escuela, el médico y una entrevista laboral. En Matrioska, la protagonista cuenta cómo llegó a estas tierras su abuelo, desde Ucrania a San Javier, y ficciona a partir de su árbol genealógico. Manduraco, El Cabortero, es un boxeador sanducero derrotado, que va a volver a pelear para reconquistar la gloria; es la historia de un perdedor. Es un rasgo que a veces tenemos en común los colectivos que estamos diciéndonos “del litoral”: llevamos al centro de la escena a los derrotados.

–A los antihéroes.

LM: –Exacto. En La hospitalidad son dos protagonistas: al volver del trabajo, un joven encuentra a una anciana en la ruta y la lleva a su casa. La obra se desarrolla mientras él busca a los parientes de ella.

–¿Pueden identificar una voz poética o teatral del litoral, más allá de los grupos a los que ustedes pertenecen?

LM: –En un sentido estricto, dudamos de la existencia de una poética del litoral, pero es un deseo nuestro identificarnos con el litoral. Más que un reconocimiento, es una búsqueda.

–¿Y entre ustedes?

Darío Lapaz (DL): –Hay otros grupos del litoral que hacen teatro, pero montan un texto clásico o ya escrito. Nosotros tenemos en común una búsqueda que conecta el territorio que habitamos y sus historias, que configuran de alguna manera una región. Es un modo de trabajar y de contar, una búsqueda estética. Hace varios años que los tres grupos hemos optado por generar dramaturgia propia.

–¿Se denominan “litoraleños” a partir de este festival?

LM: –Nos venimos constituyendo como “del litoral” a partir de una investigación académica de Estibaliz Solís. Le decimos que al litoral lo inventó ella, porque de alguna manera la suya fue la primera investigación sobre el teatro del litoral con ese nombre.

Juan Frache (JF): –De hecho, tenemos un festival en Carmelo, desde hace ocho años, que se llama Teatro del litoral y más allá.

DL: –Pero es la primera vez que nos presentamos como colectivo fuera del litoral bajo el título de teatro litoraleño.

–¿Qué estrategias de gestión comparten?

DL: –A mí me gusta llamarlo “modelo de porfía”. Los resultados económicos no están por delante; si alguna vez se dan, son una consecuencia de la perseverancia y de la búsqueda de estrategias para mantener espacios de encuentro abiertos. Estamos convencidos de que esos espacios mejoran la convivencia y son absolutamente necesarios en el ecosistema cultural. En el mundo de los negocios, por lo general, se parte de un sitio diferente; nosotros partimos de lo que creamos y luego vemos cómo lo financiamos.

–¿El entramado del litoral podría funcionar como una red de afectos?

LM: –Está buenísima la definición, te la robamos. Creo que sí, que somos una red de afectos y la hemos expandido hacia Montevideo, donde, cada vez más, tenemos esos afectos a nivel creativo. Un grupo de acá que se llama El Almacén tiene formas de comulgar y de sentir la creación, de gestión y producción muy similares a la nuestra.

JF: –No sólo es una red de afectos, sino también de inteligencias y saberes, porque lo que estamos tejiendo desde hace tiempo son distintas potencias, a partir de diversas inteligencias que tienen que ver con la creación escénica.

DL: –Esa red tomó una forma interesantísima en un proyecto que hicimos el año pasado en Paysandú y se llamó Germinadores, en el que cada uno planteaba en qué estaba trabajando, mostraba y contextualizaba para el resto de los compañeros, y después entre todos interveníamos.

–¿Esta red es una forma de micropolítica?

LM: –[El argentino] Jorge Dubatti dice que no se puede cambiar el sistema porque las condiciones no están dadas, pero sí podemos juntarnos en espacios micropolíticos para intentar construir subjetividades alternativas. Creo que nosotros tenemos esa pretensión.

–¿Cómo influye en su teatro el acceso a productos culturales argentinos?

DL: –Hay una construcción de la sensibilidad que evidentemente es distinta de la de la capital y otras zonas del país, por la televisión abierta argentina que llegaba a los lugares donde vivíamos. El humor más rioplatense.

–¿Y lo picaresco como algo representativo?

DL: –Hay una forma singular de hablar, que tiene una picardía propia del litoral, como el doble sentido o el famoso tatuseo. Lo futbolístico, el campeonato de fútbol del litoral, también definía un territorio, desde Artigas hasta Soriano. Hay una definición territorial litoraleña que de alguna manera se filtra.

–Imaginateatro surge de la separación con el grupo Atahualpa, donde estaban Omar Ostuni y Diva Merello. Ya de otra generación, en Teatro sin Fogón están Estela Golovchenko y Roberto Buschiazzo. ¿Los consideran referencias?

DL: –Hubo gente que nos precedió en esta enfermedad de hacer teatro a como dé lugar, tanto Ostuni como Diva. Ellos fueron los que llevaron a Paysandú a Ramiro Herrero, un director cubano que marcó una época muy prolífica, con una forma de hacer muy particular.

LM: –Mi vocación la empecé a construir con Golovchenko y Buschiazzo; ellos decidieron que yo fuera director, y por su intermedio accedí a los primeros conocimientos técnicos de lo teatral como un lenguaje.

DL: –Agregaría a Leonel Dárdano y a la gente del grupo teatral Paysandú, que fueron fundadores del movimiento que dio como resultado [en 1986] la Asociación de Teatros del Interior [ATI].

–¿Decir “teatro del interior” no es demasiado generalizador?

LM: –Está mal decirlo.

–¿No habría que hablar más de “teatro del interior”?

LM: –Nos van a matar, pero no existe un teatro del interior; es muy variopinto, diverso. Desde el compromiso profesional hasta el hobby. En esos matices hay todo lo que te imagines. Después, la lógica de la capital y el mal llamado interior se vive también dentro de cada departamento. Por ejemplo, Río Negro tiene de capital a Fray Bentos y un interior.

JF: –Es una clasificación política para resolver determinadas cuestiones que tienen que ver con la adjudicación de recursos y la distribución de ciertas políticas culturales. No es la realidad. En todo caso, hay cientos de interiores, y dentro de Montevideo debe pasar lo mismo.

LM: –El concepto de interior está pensado desde Montevideo, construido desde el puerto y las chacras, con el nacimiento del país. Muchos colegas y compañeros caen en el error de reivindicarse como del interior y, de algún modo, sostienen esa segregación.

DL: –Fue una discusión que dimos en la ATI. Todo ese movimiento surgió en 1982, con la necesidad de juntarse de una cantidad de artistas que estaban desperdigados. Fue el contexto de una época; luego, la ATI quedó un poco prisionera de sus propias estructuras, se atrincheró en su propio escritorio y se reúne en Montevideo. Hay gente que cree que el acceso a la capital es imposible. Nos han dicho que venir acá es como jugar en el Centenario. Nosotros no lo vemos así.

–¿Y cómo lo ven?

LM: –Este evento es el primero en que logramos el contrato sala-escena-público que nos gusta.

DL: –Y nos sentimos en un lugar de pares.

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