En 1976, la fotografía de un niño negro que llevaba en brazos a un amigo agonizante, herido de muerte por las balas de la Policía en Soweto, sirvió para que el mundo entero prestara atención a la violencia que el régimen del apartheid ejercía sobre la población negra en el sur de África. Sam Nzima, el reportero que registró ese momento, falleció el sábado en un hospital de la provincia de Mpumalanga, al noreste de Sudáfrica, a la edad de 83 años.
Nzima trabajaba en ese momento como fotoperiodista para The World y estaba cubriendo las protestas de los estudiantes de Soweto contra la decisión del régimen de impartir las clases en afrikáans, una lengua de origen germánico hablada en aquel momento sólo por la minoría blanca.
La imagen del adolescente Mbuyisa Makhubo cargando a Héctor Pieterson, de 12 años, en sus brazos, acompañado por la desesperada hermana del niño herido, se volvió tan icónica como la foto de la pequeña niña vietnamita que, en 1972, fue captada por la cámara de Nick Ut cuando corría desnuda para escapar del bombardeo con napalm sobre su aldea.
Cuando Héctor fue herido, Mbuyisa atinó a cargarlo sobre el vehículo de prensa de Nzima, pero aunque lograron llegar con él hasta un hospital, el niño no sobrevivió. Luego de ese incidente tanto Mbuyisa como Nzima debieron pasar a la clandestinidad.
“Sam Nzima fue único. Su cámara capturó completamente la brutalidad de la opresión del apartheid”, señaló el domingo el presidente sudafricano, Cyril Ramaphosa, en un comunicado.
Medios de comunicación, partidos políticos, compañeros de profesión e instituciones culturales publicaron sus instantáneas para rendirle tributo.
El diario Mail & Guardian lo describió como “el mejor fotógrafo de la historia contemporánea sudafricana”, y recordó que estuvo presente en los momentos más importantes de la lucha contra el apartheid.