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Ilustración: Ramiro Alonso

Los laureles de un ranking sobre corrupción

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Leído por Andrés Alba.
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Buenos días. Les comento algunas noticias que pueden leer hoy en la diaria.

La organización no gubernamental Transparencia Internacional (TI) publicó este martes la edición 2024 de su índice de percepción de la corrupción (CPI, por sus siglas en inglés), un ranking que mide la corrupción en el sector público. La medición, quizás la más prestigiosa a nivel global en estos asuntos, se elabora a partir de la opinión de expertos y empresarios, y toma como referencia informes que producen diferentes organismos multilaterales (Banco Mundial, Foro Económico Mundial, entre otros).

La nota para Uruguay este año volvió a ser muy buena: subió tres puestos en comparación con el indicador de 2023 (pasó del lugar 16 al 13 a nivel mundial) y quedó ubicado como el país menos corrupto de América, tras la caída de Canadá. Es el mejor resultado que obtuvo nuestro país desde que se elabora este ranking. Por lo general, los reportes anuales de TI señalan que Uruguay se destaca en la región por su fortaleza institucional, la historia de sus partidos políticos, la independencia del Poder Judicial y la cristalinidad de sus procesos electorales.

Estos atributos son parecidos a los que utiliza TI para describir a los países que lideran la medición. Una cuestión interesante es que este año la organización elaboró un apartado documental con un mensaje para esas naciones mejor rankeadas.

Vale la pena citar un pasaje del documento: “Una vez más, las economías avanzadas dominan los primeros puestos del CPI en 2024. Estos países se han beneficiado durante mucho tiempo de un sólido Estado de derecho, instituciones gubernamentales que funcionan y estabilidad política, factores que contribuyen a una percepción de niveles de corrupción más bajos a nivel nacional. Sin embargo, estos mismos atributos también los convierten en objetivos prioritarios para que los actores corruptos laven y protejan sus ganancias ilícitas”.

TI reconoce algunas limitaciones en su índice, entre ellas que no evalúa la corrupción del sector privado, el secreto financiero y la corrupción transnacional. Esto puede generar la “impresión engañosa” de que algunos países “combaten eficazmente la corrupción y permanecen intactos a su mancha”, algo que está “muy lejos de la verdad”. “En particular, las naciones que albergan importantes centros financieros son vulnerables a los flujos financieros corruptos”, concluye.

El documento repasa que países como Suiza, Luxemburgo y Reino Unido han sido “históricamente objeto de escrutinio por facilitar el movimiento de dinero sucio”, un drama que en los últimos años se expandió hacia centros no occidentales como Hong Kong, Singapur y Emiratos Árabes Unidos.

Un país como Uruguay tiene derecho legítimo a sentir orgullo por el lugar destacado que ocupa en los rankings sobre corrupción. Y también tiene la obligación de tomar en serio estas advertencias sobre cómo el lavado de activos puede favorecer al crimen organizado y profundizar la corrupción. El apartado que divulgó TI se titula “Trouble at the top” (“problemas en la cima”). En una traducción más libre (y uruguaya) podría titularse: “Dormirse en los laureles: un deporte de riesgo”.

Hasta mañana.

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