Cultura Ingresá
Cultura

Zona de riesgo

1 minuto de lectura
Contenido exclusivo con tu suscripción de pago
Contenido no disponible con tu suscripción actual
Exclusivo para suscripción digital de pago
Actualizá tu suscripción para tener acceso ilimitado a todos los contenidos del sitio
Para acceder a todos los contenidos de manera ilimitada
Exclusivo para suscripción digital de pago
Para acceder a todos los contenidos del sitio
Si ya tenés una cuenta
Te queda 1 artículo gratuito
Este es tu último artículo gratuito
Nuestro periodismo depende de vos
Nuestro periodismo depende de vos
Si ya tenés una cuenta
Registrate para acceder a 6 artículos gratis por mes
Llegaste al límite de artículos gratuitos
Nuestro periodismo depende de vos
Para seguir leyendo ingresá o suscribite
Si ya tenés una cuenta
o registrate para acceder a 6 artículos gratis por mes

Editar

Hoy a las 21.00 y mañana a las 19.00, en el auditorio Nelly Goitiño (18 de Julio 930), volverá a presentarse el argentino Gerardo Romano, el actor icónico por sus papeles en el cine y la televisión que se ha convertido en un intérprete incansable, que a lo largo de los años ha sido aplaudido, admirado o censurado tanto por sus papeles como por sus aventuradas declaraciones políticas. Ahora vuelve a Montevideo con una obra que promete no menos polémica: Un judío común y corriente, con la que vuelve al unipersonal después de recordados trabajos como Sexo, drogas y rock & roll y A corazón abierto, y lo hace de la mano del dramaturgo y cineasta Charles Lewinsky. La obra plantea el conflicto al que se enfrenta un judío que vive en Alemania cuando un profesor de Ciencias Sociales lo invita a un liceo para que se encuentre con alumnos, quienes, después de estudiar el Holocausto, quieren conocer de cerca a un judío. Así, el protagonista plantea la situación que viven los judíos fuera de Israel, además de reflexionar en torno a las tradiciones, el conflicto entre Israel y Palestina, el antisemitismo y las religiones. El año pasado, cuando estrenó la obra en Montevideo, dijo a la diaria que esta implicaba un gran desafío: “Lo que más me movilizó es lo que quiere decir, lo que cuenta, el significado, el hecho de que tenga un sentido. [...] No vivo esa vacuidad de la vida, esa cuestión tan angustiante del vacío existencial de hacer cosas que no tienen razón, que no tienen justificación”. A la vez, invita a no ser un testigo “final y cobarde de lo que pasa a tu alrededor. Digamos que la existencia nos la da el otro. Eso que los psicoanalistas llaman ‘la otredad’. Lo que sería el otro en una situación que no quiero para mí”.

¿Te interesa la cultura?
None
Suscribite
¿Te interesa la cultura?
Recibí el newsletter de Cultura en tu email.
Recibir
Este artículo está guardado para leer después en tu lista de lectura
¿Terminaste de leerlo?
Guardaste este artículo como favorito en tu lista de lectura