Douglas Adams califica como pocos de aquello de “autor de culto”. Creador de la serie de comedia y ciencia ficción The Hitchhiker’s Guide to the Galaxy (afamada y muy reconocida ya sea en su formato original de libros, su radioteatro o incluso por su adaptación cinematográfica), colaborador de los míticos Monty Phyton (y con apariciones en The Monty Python’s Flying Circus), guionista de variados episodios de la más longeva serie de ciencia ficción inglesa, Doctor Who, y hasta guitarrista por un par de temas –el día que cumplió 42 años– de Pink Floyd, Adams falleció en 2001 a la temprana edad de 49 años, dejando entre sus fans la intempestiva sensación de vacío que suelen causar las partidas inesperadas. Pero Adams dejó, además, una extensísima obra sujeta a ser editada, adaptada y reintroducida a nuevas generaciones, ya que fue autor de una docena larga de libros que esperan por llegar a distintos formatos.
Entre ellos, destaca la otra obra a la que le dedicaría más tiempo en su carrera –además de The Hitchhiker– y la que también tiene por cuenta propia su buena cantidad de fans: Dirk Gently. Compuesta tan sólo por dos libros –Dirk Gently’s Holistic Detective Agency en 1987 y The Long Dark Tea-Time of the Soul en 1988 (hay, además, una tercera novela con el personaje, The Salmon of Doubt, inconclusa ante la muerte de Adams)–, construye sin embargo un complejo universo y presenta un variadísimo elenco de personajes. Entre estos, hay tres que se repiten en las novelas: el protagonista, un detective algo patoso pero al que el concepto de “holístico” (simplificando: la idea de que todo tiene que ver con todo) termina por permitirle resolver sus casos, su secretaria, Janice Pearce, y su suerte de Lestrade (aquel rival de Sherlock Holmes), el sargento Gilks, quien lo respeta y detesta en partes iguales.
En ambos libros, el disparate estaba servido. Cualquiera de sus casos incluía aliens, viajes en el tiempo, fantasmas y un larguísimo etcétera en el que nada podía preverse. Y en esa suerte de completo desconcierto, Dirk y los suyos seguirían adelante hasta que los patitos se pusieran en fila y el caso se solucionara casi por sí mismo.
El personaje no fue ajeno a adaptaciones radiales de la BBC, realizadas en vida del propio Adams, así como a una versión televisiva en 2009; incluso tuvo sus especiales de historieta realizados por IDW. Pero su encarnación absoluta llegó en 2016 y 2017 de la mano de Max Landis.
Un universo nuevo pero que es el mismo
Las dos temporadas disponibles de Dirk Gently son extremadamente fieles con el imaginario de Adams. Su adaptador, Landis –un guionista tan exitoso como discutido: por cada Chronicle (2012) o Bright (2017), se despacha con porquerías como American Ultra o Victor Frankenstein (ambas de 2015)– da a cada temporada una identidad propia. Y así como la primera temporada contuvo viajes en el tiempo, sectas oscuras y una muerte por tiburón en el penthouse de un hotel, su segunda temporada –y última: la serie fue cancelada ya– traslada directamente a un mundo de espadas y magia.
Dirk (encarado para la ocasión por un estupendo Samuel Barnett) tiene un elenco más variado en esta encarnación que en sus novelas originales. Lo acompaña Todd (un generoso Elijah Wood, entregado con pasión a un secundario) y la experta en armas y combate Farah (Jade Eshete, contundente). Mientras huyen de la organización Blackwing –que los persigue desde el final de la primera temporada– se dan de narices con un caso que incluye mundos paralelos, un reino en eterna guerra, seres mágicos, brujos ultrapoderosos y, en el medio, los secretos del propio Dirk y aquellos que son como él (en esta versión, el “todo tiene que ver con todo” de Dirk se explica casi que como un superpoder).
Si bien la segunda temporada no está al nivel de la primera –carece del mismo impacto, de la misma contundencia y, definitivamente, de la sorpresa que significaba el asombro capítulo a capítulo de la primera vez–, estamos ante un gran ejemplo de comedia inteligente, aventura disparatada y hasta un misterio policial razonablemente bien resuelto.
Esa dimensión paralela con la que Dirk y los suyos terminan por toparse confluye en el pequeño pueblo de Bersberg, Montana, donde el sheriff Sherlock Hobbs (un Tyler Levine robaescenas) y su alguacil Tina Tevetino (Izzie Steele) se encuentran desbordados ante una serie de eventos recientes, que incluyen una ama de casa transformada en bruja (Amanda Walsh, divertidísima), una casa que aparentemente se traga a todos aquellos que entran, y un club de lectura integrado por señoras convertidas repentinamente en polvo. A su ayuda acuden Dirk, Tood y Farah, lo que dará unos diez capítulos de intenso entretenimiento y salvajes momentos gore, en los que además hay aportes de personajes secundarios a cargo de Alan Tudyk como un sombrío operador de Blackwing, John Hannah como un siniestro brujo y la estupenda Fiona Durif como Bart, aquella que a donde sea que vaya muere todo el mundo a su alrededor.
Es una tremenda injusticia que Dirk Gently haya pasado más bien desapercibida (se canceló sin que casi nadie lo notara), porque es una serie en la que la imaginación tomó el poder –y es la imaginación de Douglas Adams, nada menos–. Merece una oportunidad, entre tanto bombardeo de casas de papel o detectives traumados en bosques siempre nevados.