Sobre el uso y la propiedad del territorio no está todo dicho, y por eso esta tarde, a las 18.30, el Aula Magna del Centro Universitario Regional Este (CURE) será el escenario de una batalla discursiva en la que participarán los académicos Hugo Achugar y Adriana Goñi, el inversor y empresario turístico Alfredo Etchegaray y el director de Espacios Públicos de la Intendencia de Maldonado, Rubén Pérez. El disparador es el proyecto Moebius, del fotógrafo y artista visual Ignacio Rodríguez Srabonián: “Un conjunto de simulacros sobre los procesos de exclusión de la ciudad, la mirada preservada del turismo y la gentrificación”. Lo que Rodríguez describe como “conjunto de simulacros” incluye la instalación de estructuras precarias que podrían confundirse con viviendas muy pobres. El detalle es que son instaladas al frente de edificios lujosos de Punta del Este o de otras ciudades turísticas, con el fin de perturbar su avasallante elegancia y exponer la distancia entre un mundo de seguridad y confort y otro marcado a fuego por la inestabilidad y la incertidumbre.
Pero Moebius va un paso más allá: además de la instalación de los falsos ranchos en el espacio exclusivo de las mansiones, irrumpe mediante cartelería en la vía pública y se presenta como un emprendimiento de venta de propiedades de lujo en internet. Para eso, Rodríguez fotografía las casillas en su emplazamiento original (enseguida de montarlas, porque no suelen durar mucho, y esa fragilidad es parte de su potencia discursiva) y luego instala carteles publicitarios que ofrecen las “propiedades” en venta, exactamente como si se tratara de emprendimientos comerciales reales. También forman parte del engaño un showroom en el Espacio de Arte Contemporáneo (EAC) en Montevideo y un sitio web que promociona las precarias estructuras como tentadores negocios inmobiliarios. El simulacro incluye el testimonio de “los vecinos de la ‘Manzana M’, flagrantes realojados del asentamiento El Placer”, que fueron desalojados de sus viviendas en una zona lindante con el arroyo Maldonado que ahora será transformada en un espacio de entretenimiento con boliches nocturnos y locales gastronómicos.
Las tensiones en torno al territorio, la propiedad pública y privada, las condiciones de vida y de disfrute del espacio, así como la apropiación estética y discursiva de estos asuntos, estarán sobre la mesa en la charla de esta tarde. Mientras tanto, conversamos con el artista –que es, además, el director del Centro Cultural Kavlin– para conocer más sobre su carrera, su proyecto y las distintas respuestas que disparó tanto en Punta del Este como en las demás ciudades en las que se desarrolló.
¿Uno elige ser artista?
En mi caso creo que es una decisión ambigua. Porque coexisten las posibilidades de que, por un lado, el arte sea esa categoría muerta, embalsamada por las instituciones y por los que trabajamos en ellas, que sea un discurso reproducido mil veces y que carezca de sentido en nuestro tiempo. Por otro lado, está la convicción de que se trata de otra forma de generar conocimiento, una poderosa herramienta poética en tiempos en los que escasea la poesía y también una herramienta para la disrupción de aquello que está normalizado. En definitiva, creo que es la elección de estar en ese entre, en el tránsito de esa tensión incómoda pero necesaria.
¿Y Punta del Este?
Hay muchos lazos afectivos, familiares y de mi propia biografía que me vinculan con Maldonado. Cuando terminé mis estudios universitarios empecé a dar clases de fotografía en la Casa de la Cultura y decidí quedarme. Me sedujo la idea de que en el campo de la cultura hay mucho por hacer y eso es una oportunidad increíble para un artista o un hacedor cultural. Creo que lo cosmopolita del punto y sus contradicciones son una ocasión única para la producción de arte contemporáneo.
¿Por dónde se desarrolla tu arte?
Me interesa la producción artística como una posibilidad de despertar reflexión política en el gran sentido de lo político. Estoy trabajando con la temática de la accesibilidad a la vivienda y el uso del espacio público, pero al mismo tiempo reflexionando sobre la retórica de la publicidad y sus soportes, sobre lo que invisibiliza el turismo y lo que no muestra la foto. Anteriormente hice experiencias críticas con el retrato fotográfico que indagaba sobre sus usos sociales, y como herramienta de normalización a través de la pose, el autorretrato, la selfie, etcétera.
¿Cómo definirías tu proyecto Moebius y cómo se desarrolló desde 2014 hasta hoy?
Moebius surge con la intención de dar señalamiento a ciertos procesos de exclusión e invisibilidad que se hacen evidentes en Maldonado y que me movilizaron para armar el proyecto. Porque se generan dinámicas de disputa territorial entre el Estado, los asentamientos y los inversionistas. Hay desplazamientos, relocalizaciones, emprendimientos y otras dinámicas vinculadas al habitar en un espacio con una gran capacidad ociosa durante el invierno, y que apuesta a que la fachada de la ciudad se vista de gala en verano. Me pareció necesario invitar a indagar sobre lo que hay detrás del maquillaje. En cuanto al proceso creativo, junto a colaboradores y amigos colocamos pequeñas viviendas precarias en algunos puntos de la ciudad. Una suerte de ranchos improvisados a modo de intervención en el espacio. Esta acción es fotografiada y el rancho precario queda en el espacio público hasta que alguien lo retire. Quedaban a merced de la ciudad y sus propias prácticas. Eran denunciados, desarmados, incendiados, reciclados, ignorados.
Para mí, lo más atractivo de esa instancia es que estos ranchos operan como un simulacro con una distancia mínima con lo real. Es algo tan poético como disfrazar a la práctica artística con la vida misma o, por otra parte, hacer del arte algo tan invisible que pase desapercibido. Además de desarrollarse en Punta del Este, el proyecto accionó en Florianópolis, Barcelona y Montevideo. A su vez, fue invitado a Porto Alegre por un colectivo de artistas residentes del EAC, donde el rancho que allí instalamos en el parque Farroupilha fue rápidamente ocupado por gente que vivía en el parque. El proyecto fue recolectando insumos documentales como entrevistas, fotografías y artículos de prensa, en sitios como cárceles, asentamientos y lugares donde alguna forma de violencia territorial se estaba manifestando. Y es que Moebius tiene el gran desafío de volverse público, de evitar mostrarse únicamente en un circuito artístico para entendidos. En este sentido, propusimos trabajarlo mediante herramientas publicitarias propias de los servicios turísticos y de los emprendimientos inmobiliarios. De esta forma, proponemos dispositivos como la postal, la cartelería, el showroom, la folletería, la web o el spot audiovisual como una propuesta irónica de retorno de estas viviendas precarias al espacio público. Actualmente se muestran varias intervenciones en cartelería publicitaria en la vía pública de Punta del Este.
Dentro de Moebius, ¿qué significa específicamente Bienvenidos?
Es el nombre que le doy al último trabajo, en el que las imágenes se exponen por medio de dispositivos publicitarios. Hace mención al sitio web del proyecto (www.bienvenidos.biz), que condensa trabajos y documentos realizados desde 2014, pero que mantiene una estética publicitaria en su narrativa. Bienvenidos es una forma de llamarle a la etapa de exposición del trabajo. Y surge a partir de trabajarlo en instancias formativas como el festival MUFF del Centro de Fotografía de Montevideo y una clínica (herramienta de análisis y formación para proyectos artísticos) con Andrés Labaké que organizó el EAC.
¿Cuál ha sido la respuesta del público?
Si bien el proyecto se ha compartido parcialmente en festivales, universidades y museos, recién este mes tuvo su primera instancia fuera de un circuito artístico, por medio de su sitio web, redes sociales y cartelería publicitaria en Punta del Este. Creo que todavía es prematuro hacer una evaluación, pero han sucedido algunos fenómenos interesantes: un gran porcentaje de las personas que accedían a las imágenes de registro de la acción en cartelería creían que se trataba de un fotomontaje –cuando hace algunos años señalar que la imagen estaba manipulada hubiera sido impensable–. Hasta el momento la cartelería ha sido respetada por parte de la comunidad y, si bien muchos han manifestado su disconformidad, no ha habido reacciones violentas, como en el caso de la intervención de algunos de los ranchos que se ven en la foto.
¿Cómo se logra el equilibrio entre lo que el artista quiere decir y lo que el público decodifica?
Sin duda es un conflicto que se tiene siempre a la hora de metaforizar o simbolizar. En este caso, creo que hay diferentes dimensiones en el abordaje porque es un proyecto que presenta cierta ambigüedad, porque propone incomodar y nos obliga a posicionarnos. No da una línea cerrada sobre un conflicto. Y su público también es diverso: participa desde el que confunde la imagen con una publicidad de una inmobiliaria hasta el que se toma el trabajo de entrar en la web e investigar de qué se trata.
¿Moebius debe mutar para no ser invisibilizado?
Buscar herramientas de visibilización es un desafío permanente, pero manteniendo la línea irónica desde la retórica que lo caracteriza.
En cuanto a la temática que trata, ¿has notado cambios en la ciudad o su gente en estos últimos años?
Creo que hay más discusión. El arribo de la universidad ha generado polos de investigación, de defensa y mejor gestión de los recursos naturales. Esto hace que se discutan más las excepciones de los emprendimientos inmobiliarios y que se intente visibilizar la problemática. No obstante, hasta ahora las dinámicas siguen siendo las mismas. Hoy haremos una presentación del proyecto Moebius en el CURE de Maldonado, que apunta a generar discusión y debate sobre las temáticas que aborda el proyecto; participarán actores de diversas áreas, como el doctor Hugo Achugar, por el Polo de Políticas Culturales del CURE; Alfredo Etchegaray, asesor y promotor de inversiones internacionales; Adriana Goñi, antropóloga y doctora en Urbanismo, del Departamento de Ambiente, Territorio y Paisaje del CURE, y Ruben Pérez, director de Espacios Públicos de la Intendencia de Maldonado.
¿Qué tan importante es el apoyo estatal para esta clase de proyectos?
Las políticas de apoyo al arte son fundamentales para que, como sociedad, podamos tener instancias diversas para manifestarnos, para pensarnos. Moebius ha recibido apoyos públicos y privados que nos han permitido hacer visible el proyecto más allá de nuestras posibilidades. Fue seleccionado por los Fondos Concursables en la categoría fotografía, lo que permitió financiar la producción del proyecto y consolidar un equipo de trabajo, parte de la acción en cartelería publicitaria de Punta del Este y una muestra que realizaremos en marzo en el Subte de Montevideo.
¿Cuáles son tus futuros proyectos?
En relación a Moebius, estamos buscando apoyo para generar una publicación sobre el proyecto, que, además, incluya a pensadores e investigadores de diferentes áreas. Por otra parte, intentamos llevar Moebius a otros países que enfrentan problemáticas similares.