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Captura de pantalla de Keiko, Ernesto Baca 2017

Cine con entrada libre en el Centro de Fotografía de Montevideo

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Todos los martes de enero a las 20.00 el Centro de Fotografía de Montevideo (18 de Julio 885) continúa con el ciclo de cine en su azotea, donde proyecta películas uruguayas y extranjeras que tienen la fotografía como protagonista, y antes de cada exhibición presenta a un invitado especial para conversar sobre la función de esa noche.

Este martes estará dedicado a Ernesto Baca (1969), uno de los realizadores más importantes del cine de vanguardia argentino, que llegará a Montevideo para hablar sobre su experimentación fílmica, basada en los formatos analógicos del cine al intervenir rollos de 16 mm y filmar en Súper 8.

Como contó al diario Página 12 hace unos años, su encuentro con el cine experimental ocurrió a fines de los años 90, cuando estudiaba en el Centro de Investigación y Experimentación en Video y Cine, durante una época en la que “los cines se estaban cerrando y el país se estaba poblando de iglesias evangélicas”. Así comenzó a investigar “los recursos estéticos que podía brindar el cine para expresar ideas; a romper el paradigma del uso de la cámara y pensar la puesta de otra manera”, convencido de que si bien los “recursos expresivos son ilimitados”, “el cine fue acotándose cada vez más a un tipo de percepción sobre los objetos que limita nuestra capacidad de entendimiento de las cosas”.

Entre la obra de este cineasta que llegó a afirmar que no buscaba un público sino testigos, llegará una serie de cortometrajes realizados entre 2011 y 2018: Rama, con miles de formas que expresan la velocidad del mundo vegetal; experimentos como Cromático, que trata de componer un ritmo, o Impregnar, que utiliza luz para impregnar imágenes y objetos sobre material virgen. A estos se suman Ambos mundos, sobre imágenes reales y abstractas que, al cruzarse, tal vez produzcan realidades; Pájaros locos, dos loops interminables entre un halcón y una paloma; y otros títulos como Luna, sobre cuerpos femeninos que adquieren distintas expresiones y crean mundos abstractos entre la danza y el movimiento.

A fines de 2018, Baca admitía que todas sus obras de los últimos diez años se vinculaban con una búsqueda plástica: es la posibilidad de intervenir el material fílmico, decía, “de darle el color que necesita, la forma que una película o las imágenes me sugieren. Una vez que obtengo las imágenes hay un diálogo con lo que ellas me sugieren para seguir trabajándolas y poder darles un sentido más plástico que se sale de lo clásico, de [Johannes] Vermeer, de la luz holandesa, o de [Edward] Hopper. Todos quieren esa luz hermosa. El cine normalmente cae en esas herencias de realismo”, cuando a él lo que lo motiva es eludirlas.

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