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La colección Me llamo, dedicada a figuras nacionales, aborda las vidas de Clemente Estable y Lágrima Ríos

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Cuando en 2019, hace exactamente dos años, Penguin Random House inauguraba su colección Me llamo con los primeros tres títulos, dedicados a José Artigas, José Pedro Varela y Juana de Ibarbourou, despejábamos las dudas iniciales que nos imponía una elección tan apegada al canon escolar con el simple pasar de las hojas, que nos llevaba a recorrer la biografía de esos tres grandes íconos nacionales dándoles voz y mirada de niño.

En aquel entonces la curiosidad nos invadía para tratar de imaginar cómo seguiría la propuesta, quiénes se sumarían para ir armando el equipo propuesto por los autores, Gabriel González Núñez en los textos y Alicia Aguirre en las ilustraciones. El año pasado, el potencial de crecimiento que traía desde el vamos la colección se confirmaba con una nueva entrega que sumaba a Pedro Figari, Paulina Luisi y China Zorrilla, quienes daban amplitud de miras al acentuar la presencia femenina y representantes del arte y la ciencia.

Luego de un año singular e incierto, marzo puntualmente trajo dos nuevos libros para la colección que, en un momento de retracción e incertidumbre, es doblemente bienvenido. Por un lado, por lo que significa seguir apostando a publicar libros para niños; por otro, por plantarse con decisión como si no hubiera pasado nada.

La elección de los dos personajes retratados no decepciona: Clemente Estable es un indiscutible referente de la ciencia vernácula, disciplina que ha cobrado una relevancia singular en los últimos tiempos, mientras que la figura de Lágrima Ríos permite abrir el abanico a la diversidad étnica y al aporte riquísimo de la comunidad afro a la cultura en el país, sin soslayar la problemática de la discriminación.

Resulta oportuna la elección de Clemente Estable en una actualidad en que la ciencia y la investigación se han revelado, más que nunca, como fundamentales. La inmersión en la trayectoria del científico y maestro uruguayo permite adentrarse en un universo fascinante que se presenta en su doble faceta de trabajo colectivo y gozoso, inseparable de la docencia y de la curiosidad como guía. Más allá de la singularidad del personaje, sobre todo en la ilustración se acentúa que el del científico no es un trabajo solitario sino colectivo, en el que se destaca la díada inseparable vocación-pasión. La ilustración, acuarelas en las que predominan los tonos de rojo y de azul, abre las puertas a la ilustración científica e incluso a imágenes de preparados del mismísimo investigador cedidos por el Instituto de Investigaciones Biológicas Clemente Estable, lo que le da un anclaje muy particular.

Identificación nacional

Con una paleta de colores terrosa, en la que el rojo destaca detalles, la biografía de Lágrima Ríos aborda su infancia en la pobreza, la vida en el conventillo, la particularidad de una voz hermosa y la temprana inclinación artística en un relato que recoge a un tiempo la sensibilidad de la cantante y su forja como ícono de su colectividad, posición desde la cual reivindica el respeto y la valoración por la cultura afro, la igualdad de derechos, y denuncia la injusticia del racismo y la discriminación.

La conciencia de sus raíces, con sus abuelos esclavos, su madre dedicada a trabajos pesados como doméstica, su infancia en ese espacio pobre pero acogedor y diverso que es el conventillo, es la tierra fértil donde Lágrima encuentra su vocación artística, donde decide alzar su voz, donde encuentra la palabra.

Como en los títulos anteriores, los autores contaron con el asesoramiento del historiador Gabriel Quirici en la investigación en que se basan los textos, y la amalgama entre texto e ilustración sigue siendo fluida y adecuada.

Surgida a partir de la comprobación de que, aunque eran numerosos los libros para niños sobre figuras relevantes como Albert Einstein, Leonardo Da Vinci o Malala Yousafzai, la colección, que basa su intención en la singularidad de los protagonistas, ya tiene cierto espesor y, al tiempo que se abre como un abanico para mostrar distintos ámbitos de la vida cultural e intelectual nacional, ofrece a los lectores las vidas de estos personajes destacados como posibilidad en clave de identificación.

Me llamo Clemente y así me hice investigador, de Gabriel González Núñez y Alicia Aguirre. Me llamo Lágrima y así me hice cantante, de Gabriel González Núñez y Alicia Aguirre. Ambos editados por Penguin Random House. $ 400 cada uno.

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