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La práctica.

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Los climas y los hitos del festival.

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La edición 2024 del festival organizado por Cinemateca bien puede haber sido, en la combinación de programación y clima humano, la mejor de todas, y son 42.

Primero, porque estuvieron representados casi todos los autores consagrados que tenían una película nueva todavía no estrenada en Uruguay: los argentinos Mariano Llinás, Lisandro Alonso, Lucrecia Martel, Martín Rejtman, Ariel Rotter y Lucía Seles, los brasileños Júlio Bressane, Kléber Mendonça Filho y Juliana Rojas, los chilenos Patricio Guzmán y Raúl Ruiz, el mexicano Michel Franco, el canadiense Denys Arcand, el español Víctor Erice, los italianos Marco Bellocchio, Nanni Moretti, Alice Rohrwacher y Matteo Garrone, los rumanos Cristi Puiu y Radu Jude, la polaca Agnieszka Holland y los japoneses Hirokazu Kore-eda y Ryusuke Hamaguchi.

En segundo lugar, porque la programación incluyó varias decenas de otros que vienen emergiendo en los buenos festivales del mundo, oriundos de casi 50 países distintos y que permitieron un fugaz contacto con cinematografías casi ausentes de la cartelera montevideana. Hubo incluso una producción uruguaya (Salam, ópera prima de Agustina Willat García) rodada en la República Árabe Saharaui Democrática.

Además, de las 21 películas que pude ver en el festival, o que ya conocía de antes, no hubo un solo título que pareciera programado para hacer número, y lo mismo me dijeron varios de los entusiasmados espectadores con los que me crucé en los pasillos, que pudieron ver varias cosas que consideraron buenísimas y que no llegué a ver.

Mientras que Ignacio Alcuri y Agustín Acevedo Kanopa comentan las secciones en las que participaron como jurados (las competencias Internacional y Nuevos Realizadores), yo presento aquí un panorama de todo lo demás.

Cine argentino unido

La apertura se programó para el miércoles 20 en el Auditorio del Sodre, con La práctica, coproducción argentino-chilena dirigida por Martín Rejtman. Sin embargo, durante el cóctel previo se anunció que la función se suspendía debido a la alerta roja climática. Las funciones festivaleras empezaron, como estaba previsto, al día siguiente, y la apertura oficial se terminó haciendo al mediodía del sábado 23 en simultáneo en las tres salas de Cinemateca. Aunque sin el glamur previsto originalmente, se llenaron las tres salas y el director estuvo presente.

Alejandra Trelles, directora artística del festival, señaló la relevancia simbólica de abrir con una película argentina (el de Rejtman fue uno entre 24 títulos con participación argentina programados) en este momento crítico para el cine de ese país. A propósito del comunicado gubernamental argentino que termina con la frase “se terminaron los años en los que se financiaban festivales de cine con el hambre de miles de chicos”, Trelles comentó: “No es cerrando sino abriendo cines que terminaremos no solamente con ‘el hambre de los chicos’ sino con la indignidad de escudarse en su sufrimiento para justificar lo injustificable”. El martes 26 varias personas vinculadas a la cultura nos juntamos frente a la entrada de Cinemateca para una foto con un banner que decía “Cine argentino unido”.

La práctica cuenta las vicisitudes de un profesor de yoga argentino residente en Chile, en proceso de separación de su esposa chilena, una alumna que sufre un extraño accidente, la potencialidad de otra relación. La acumulación de improbabilidades y el tono quirky terminan definiendo un humor característico del director. Pese a que el panorama humano está plagado de pequeñas miserias y no parece haber grandes soluciones a la vista, la ausencia de maldad, la resignada disposición a seguir adelante y ni que hablar la elegancia discreta y rigurosa de la cinematografía de Rejtman vuelven a La práctica una película linda de habitar.

Hablando de Chile

El festival contó con estrenos de dos directores chilenos históricos, nacidos ambos en 1941 y activos a partir de los años 1960. Patricio Guzmán, uno de los más grandes documentalistas vivos, empezó a rodar Mi país imaginario el día siguiente del 18 de octubre de 2019, cuando las protestas tomaron las calles de las grandes ciudades chilenas. Hay varias imágenes y relatos que dan cuenta del fervor de las protestas, de la violencia brutal de la represión, y de lo peculiar de aquella movida, desvinculada de partidos políticos y sin liderazgo unificado.

Raúl Ruiz falleció en 2011. El rodaje de El realismo socialista se interrumpió con el golpe militar de 1973. Parte del material filmado se preservó en distintos archivos y ahora fue reunido, restaurado y montado por Valeria Sarmiento. Es un torso, pero deja la idea de una película que hubiera podido ser muy significativa y polémica. En forma coral, acompaña distintas situaciones (un lumpen presionado para convertirse en colaborador de la derecha, obreros que pretenden ocupar una fábrica, poetas que quieren ponerse al servicio del movimiento obrero). El foco está en las contradicciones internas de la izquierda, quizá insinuando que una actitud autocrítica es imprescindible para hacerles frente a los detentadores del poder real.

Brasil: cuatro generaciones

Nelson Pereira dos Santos – Vida cinema (de Aida Marques e Ivelise Ferreira) es una especie de biografía artística del cineasta del título (1928-2018). Pereira dos Santos fue coprotagonista de distintas etapas del cine brasileño desde que, en 1955, empezó a dirigir películas inspiradas en el neorrealismo. Sus películas son comentadas con varias imágenes de archivo y todas las palabras son suyas, tomadas de entrevistas (una frase empezada por un Nelson treintañero se puede complementar, en el montaje, con un dicho suyo ya octogenario), lo que permite disfrutar de su humor, inteligencia, simpática sencillez y espontaneidad. También hay entrevistas (de archivo) a valiosas figuras cercanas, como Luiz Carlos Barreto y Jorge Amado. Por algún motivo inexplicado, el recorrido cesa luego de Memorias de la cárcel (1984) y, de los diez largometrajes posteriores, sólo hay referencia a La música según Tom Jobim (2012).

Nacido en 1946, Julio Bressane fue un exponente del cine experimental de los años 60, aliado en buena medida con el tropicalismo. Ya septuagenario, sigue siendo uno de los más creativos y osados directores brasileños. Leme do destino alterna unos diálogos bastante extensos (muy amanerados y plagados de citas eruditas, como es característico de su estilo maduro) con otros momentos sin palabras en que la cámara parece entretenerse con juegos casi inocentes: la cámara de “patas para arriba”, telas traslúcidas coloreando y dando textura a la imagen, el seguimiento de varios metros de papel higiénico que se va quemando. Mientras tanto se delinea un triángulo amoroso, hay objetos que se desplazan misteriosamente por un apartamento y contemplamos el barrio de Leme. Es muy simpático el plano posterior a los créditos, que reúne a todo el equipo que participó en la película.

Kléber Mendonça Filho (1968) es uno de los más grandes cineastas en actividad. Retratos fantasmas es un documental autorreferencial. Es una obra curiosa, porque está hecha de la amalgama de tres cosas muy distintas. La primera parte es más directamente autobiográfica. La segunda y la tercera abordan los cines del centro de Recife. Y el final es rarísimo: un corto de ficción que tiene como protagonista al propio Kléber actuado por él mismo, al borde de un taxi, cuyo chofer tiene un superpoder pleno de potencialidades alegóricas. Es maravillosa la escena del carnaval céntrico, con capoeira y todo lo demás, que relativiza la idea de la “decadencia del Centro”: como siempre en Kléber, la historia sigue ahí, entrañada en las memorias y en los vestigios físicos, dando forma al presente. Cidade; campo es el cuarto largo de Juliana Rojas (1981). Su estructura es bipartita: la protagonista de la primera parte fue del campo a San Pablo para trabajar como limpiadora. En la segunda, una pareja lesbiana procedente de la ciudad se instala en una granja. Como siempre en Rojas, comentarios sociales críticos se combinan con componentes fantásticos y terroríficos, sexo, y una asunción muy feminista de la diversidad de tipos físicos.

Una de Italia

Lo mejor está por venir (Italia) es el regreso de Nanni Moretti al tono cómico, llevado sobre todo por el tipo de personaje que suele componer, especie de caricatura de sí mismo, neurótico, frágil, crecientemente inadecuado al mundo. La estructura es ingeniosa: vemos fragmentos de la película que el protagonista está rodando (cuya acción transcurre en 1956), alternados con las circunstancias de la producción, incluidos conflictos sentimentales y discusión de las implicancias políticas de cada decisión. El final es una gozosa “utopía del pasado”: en vez de la esperanza de un futuro mejor, es como la corrección del pasado que pauta el presente alternativo que hubiera podido ser.

Clausura

La película de cierre dividió opiniones, ya que muchos sintieron que el aire muy yanqui de La versión persa (de Maryam Keshavarz, Estados Unidos) y su montaje fragmentario estilo Tik Tok desentonaban con los estilos predominantes en el festival. Pero la estructura de la película es interesante. La historia de una joven que integra una numerosa familia inmigrante iraní está contada con los tiempos barajados. Los distintos episodios seleccionados de su biografía van quedando en abierto, y el funcionamiento se parece al de una película coral. Al final, el aire cómico desvela una emotiva potencia dramática cuando las tensiones entre madre e hija tienden a cambiarse por identificación y búsqueda de comprensión mutua.

La clausura tuvo lugar en la sala Zitarrosa. Entre los distintos jurados y la entrega de premios principales y menciones, 25 películas se llevaron algún galardón. Sólo dos ganaron más de un premio. El español Javier Macipe, director de La estrella azul, ganadora del premio del público y del premio juvenil, agradeció acompañándose en la guitarra con una zamba rioplatense sobre texto extraído del Martín Fierro. Radu Jude, cuya No esperes demasiado del fin del mundo fue la gran ganadora (resultó Mejor largo internacional y se llevó el premio de la crítica), envió un video de agradecimiento encarnado en el personaje virtual Bobiţă y con la voz traducida al español peninsular, en el que proclamó su atracción por Natalia Oreiro e invitó a todas las “uruguayanas” a ir a visitarlo a Rumania para “follar”.

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