Es una actriz popular y de una extensa carrera en Argentina. Prueba de eso es que a Jorgelina Aruzzi la siguen parando por la calle porque la recuerdan de las tiras Chiquititas y Educando a Nina, y quien no la reconoce por eso lo hace por su participación en el sketch del programa de Susana Giménez, una época que le resultó especialmente divertida, o por sus papeles en películas como Corazón de León. A Uruguay trata de venir cada vez que puede. El año pasado estuvo en el teatro Metro con El beso, donde compartía elenco con Luciano Castro, Mercedes Funes y Luciano Cáceres. Hace poco visitó Carmelo también por cuestiones laborales: el rodaje de El novio de mamá junto con humoristas como José María Listorti, Daniela La Chepi y el tiktoker Pelao Khe.
Su faceta de dramaturga, en cambio, pasa más inadvertida de este lado del charco. Sin embargo, como bien aclara, es una dimensión que cultivado en paralelo desde el inicio de su carrera artística. “Siempre milito la autogestión, ir hacia derribar la imposibilidad de lo difícil que a veces es trabajar de cualquier cosa”, explica. “De chica, cuando empecé, ya hacía en los bares obras mías de improvisación. Hasta que hace algunos años dejé de escribir para mí y empecé a escribir también para otras personas, dirigiendo o entregando la obra a otro intérprete. Me considero una dramaturga y una directora también”. Curiosamente, no se define como una humorista, aunque sea especialmente buena en el género y haya incluso llevado adelante, junto a Circo Zorzoli, la dramaturgia de Niní en el aire, sobre personajes y monólogos de Niní Marshall. “Me considero una actriz, si bien elijo muchas veces la comedia porque en el transcurso de los años me di cuenta de que a través de la comedia se entra mejor con el mensaje. Cuando escribo siempre pienso qué voy a contar”.
Desde Once
Ahora una obra suya vinculada con el atentado a la Asociación Mutual Israelita Argentina (AMIA), que sacudió a su país el 18 de julio de 1994, llega por una única función al Auditorio del Sodre. “Una mujer zurce una conversación con ella misma. Se aferra a sus afectos, se remienda con recuerdos. Hilvanando sus palabras se resiste. Escucha sus latidos. Respira. Pelea. Se habla para no apagarse. Graciosa, sensible y somnolienta, se relata para ponerse a salvo. Los sueños de una mujer, atravesados por un hecho histórico”, reza la sinopsis de este texto ganador del Premio Banco Ciudad 2021.
“Yo era joven cuando sucedió el atentado, mi abuela vivía por ahí, por el barrio de Once. Fue muy impactante para mí, y además, el tema de la impunidad”, explica Aruzzi acerca de una investigación que continúa abierta. “Se renueva constantemente la pregunta y el suceso trágico. Lo que me movió a hacer esta obra fue cómo un hecho histórico toca lo cotidiano. Porque en general uno lo ve lejano, un poco más frío, pero ese hecho congeló personas, porque hubo algo que afectó a todos los ciudadanos, aparte de los comerciantes, en un barrio donde se venden telas. El personaje es una costurera en un barrio muy tradicional de Buenos Aires y donde pasa mucha gente por día. Y es una mujer que ve a la comunidad desde un lugar de prejuicios, de racismo, de discriminación”.
Aruzzi no quiere develar todo; cuenta que la protagonista narra desde el anonimato, desde el dato mínimo de que lleva puesto el vestido del título. “Dalia [Elnecavé] es una actriz deliciosa, que maneja el humor, que maneja la dulzura y hace una actuación íntima. La gente se va conmovida, se ríe. Es nuestra joyita, decimos con la directora, que es Gloria Carrá. Las tres somos amigas. Estábamos en una playa una vez de vacaciones, les conté la obra que había escrito y nos repartimos los roles”, resume. Estrenaron hace dos años y ahora, a raíz del Festival de Humor y Comida Judía, se entusiasmaron con mover este espectáculo pequeño y portable con una gira fugaz por Uruguay y luego tres meses en cartel en la sala porteña La Carpintería.
“Lo que pasó nos afectó a todos –por supuesto que a las víctimas y a la comunidad, muchísimo más–, pero siempre que se aborda un tema difícil lo tratás desde el respeto”, reflexiona la autora. “Creo que lo que hace la distancia con los hechos es que no sea tan irritable o que se pueda debatir desde cierto lugar, pero bueno, hay ideologías que pensabas que ya estaban terminadas y ahora están más latentes que nunca, ¿no? Por eso, para mí siempre estar contando a favor del bien y pensar qué querés comunicar es una responsabilidad también que se tiene”.
Remix grotesco
Aunque dice que en Argentina “es todo muy incierto”, Aruzzi, sigue escribiendo y con proyectos. Ahora empieza los ensayos de Animal humano, un espectáculo con dramaturgia suya que trabaja junto al director Guillermo Cacace. “Se trata de una mujer que está sola, que tiene un perro, y habla mucho de la soledad, de las mascotas, los cuestionamientos, una mujer grande con las redes, sola. Es muy divertida y a la vez también muy oscura”, adelanta. Un esbozo de esta pieza fue estrenado hace unos 20 años en el Centro Cultural Rojas, y ahora la adaptan a esta época.
“En ese momento no era, pero ahora soy vegetariana, entonces sumé ese tema también”, cuenta la artista, “y el resultado es un remix grotesco”. “La verdad es que a mí me encanta lo que sucede con el público, también cómo se desentiende, algunos se ríen, otros no, me encanta esa sensación”, agrega sobre este unipersonal que espera traer a Montevideo en un par de meses.
La mujer del vestido verde, de Jorgelina Aruzzi, con la actuación de Dalia Elnecavé y dirección de Gloria Carrá, se presenta el sábado 22 de febrero a las 21.00 en la sala Hugo Balzo del Auditorio Nacional el Sodre (Andes 1413). Entradas a $ 700 en Tickantel.