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Escucha Radical

Foto: Lu Lee

Movimiento continuo de una performance que no se repite

3 minutos de lectura
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Escucha radical, premio adquisición del 61º Premio Nacional de Artes Visuales, gratis en el EAC.

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Escucha radical surge de la mezcla de diferentes prácticas. Dos perfórmers, Magdalena Leite y Aníbal Conde, a la altura del público, intentan moverse de manera igual al mismo tiempo, sin que ninguno de los dos guíe, por medio de la escucha total de sus cuerpos. Así se desplazan por la locación escogida –desde este fin de semana, el Espacio de Arte Contemporáneo (EAC)– y se integran al recorrido como una obra más de la exposición del 61º Premio Nacional de Artes Visuales. Como premio adquisición de dicha selección, los artistas comparten el protocolo que habilita su acción, una serie de premisas simples que demandan concentración extrema, entrega total, orgánica, para llevar la consigna a lo que el espacio les da. De modo similar a la meditación, no hay modo de ensayar ese desarrollo, solamente es posible ejecutar lo que sucede. No saben qué movimientos van a hacer, no tienen idea de lo que ocurrirá cada vez. La escucha es el motor.

Ya la presentaron en una sala de cine en México y en una versión de 15 minutos como una ponencia de un congreso de investigación artística en España. En el EAC, en cambio, “es una apuesta distinta, dura todo el horario del museo y se hace de manera ininterrumpida. Entonces, eso llevó la obra a otro lugar, y sentimos que el tiempo nos ayuda a disponer el cuerpo a la escucha”, adelantan. “No hay nada pautado de antemano, simplemente llegamos ahí y con nuestros cuerpos nos disponemos a la escucha y la hacemos”, aseguran, puesto que es el resultado de una investigación que vienen realizando por lo menos desde 2015. “Trabajamos entre la imagen y el movimiento”, avanza Leite. “Aníbal viene más del video y yo vengo más de la danza. Lo que tratamos de hacer es primero radicalizar la escucha del cuerpo, tratar de percibir todo lo que está fuera, pero también lo que está dentro y lo que está entre los dos. Y luego de que eso está asentado, vamos dialogando en esa escucha, la vamos afinando a través de la palabra, y esa palabra es la que en un momento agarra un ritmo y nos lleva al movimiento”.

Su compañero toma entonces la posta: “Lo que nos interesa es que se vea un cuerpo que está resolviendo, que está pensando, que está generando un conocimiento específico. Entonces, más que repetir algo, lo que tratamos es de habitar un presente y que eso devenga en la obra”, dice Conde.

“El mecanismo está muy claro, es lo suficientemente rígido para que sea igual siempre, pero lo suficientemente libre como para que también sea diferente en cuanto a que se construye con la materialidad que haya, las personas que haya, las sensaciones de ese momento específico”, cuenta, sobre una obra que, aseguran, es, por tanto, muy lúdica y que dialoga muy bien con los niños. Si se la piensa como un trance, aclaran que sería “un trance lúcido”, en todo caso, “más parecido a una práctica ninja –que utiliza el entorno a su favor– que a un ritual ancestral”. El desafío sigue siendo estar presente, y en eso las variaciones de la luz juegan a favor.

Los perfórmers llegan al lugar en la más plena cotidianidad, sin un vestuario preparado, eludiendo la excepcionalidad, pero abrazando el compromiso de sostener ese presente. “Trabajamos con materialidades que se desproducen mientras se producen. Es decir, el movimiento, una vez hecho, desaparece y no queda nada. Y eso para nosotros es una potencia de la obra”.

“Nos agarramos mucho de cuatro conceptos que vienen de la imagen, del video, del cine, que son el loop, la idea del fliker (el parpadeo de la cámara, que alterna luz y oscuridad), que está muy presente en nuestra educación corporal, la cámara fija, que es otro esfuerzo, porque nosotros entramos a este espacio buscando que no haya un punto de vista privilegiado, todos los puntos de vista son igualmente válidos. Y el último concepto, que nos da la dimensión del tiempo, es este recurso que tiene la imagen del refotografiado sobre la propia imagen. Con el tiempo nosotros sentimos que al cuerpo le pasa eso, o sea, lo primero que sacás es lo que trae en su memoria, y al pasar el tiempo tiene que encontrar nuevos recursos”.

“Es como cuando vas a nadar”, resume Conde. “Si sos un nadador, podés ir a perfeccionar tu técnica muchas veces o también podés ir a nadar disfrutando de ese pensamiento corporal que es echarte al agua, sin un objetivo concreto”.

Escucha radical, creada e interpretada por Magdalena Leite y Aníbal Conde, va los sábados 8, 15 y 22 de febrero, de 13.00 a 19.00 en el Espacio de Arte Contemporáneo (Arenal Grande 1930). Entrada gratuita. Apto para todo público.

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