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Edipo en Ezeiza.

Foto: Reinaldo Altamirano, difusión

Edipo en Ezeiza: tragedia histórica argentina como comedia negra

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El grupo La Madriguera monta la obra de Pompeyo Audivert en El Galpón.

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Asistir al despliegue del actor y dramaturgo Pompeyo Audivert en Habitación Macbeth significó para Micaela Larrocca un verdadero impacto: “Me pareció que era un monstruo a nivel energético”, recuerda años más tarde, a punto de estrenar otra obra del artista argentino.

Audivert también la marcó con su mirada sobre el hecho teatral, a través de su ensayo El piedrazo en el espejo. “Por cómo llevaba toda esa teoría al trabajo con el cuerpo y la composición, su metodología y todo lo que fue desarrollando en el estudio El Cuervo, que es su escuela, sentí un paralelismo bastante grande, porque es algo que nosotros, con la compañía Animalismo, también investigamos”.

Identificada con el enfoque de Audivert, Larrocca devoró sus textos, y entre ellos quedó rumiando la posibilidad de llevar a escena Edipo en Ezeiza, así que le solicitó los derechos. Comenzó a presentarse en agosto, y ahora quedan dos viernes para verla en la sala Cero de El Galpón.

“Ezeiza” es una metonimia de la masacre ocurrida en el regreso a Argentina de Juan Domingo Perón, luego de 18 años de exilio, el 20 de junio de 1973. En las inmediaciones del aeropuerto, paramilitares de la derecha peronista dispararon y asesinaron a la multitud, mayormente joven y progresista, que había concurrido a recibir a su líder.

Foto: Reinaldo Altamirano, difusión

“En el hecho real, Audivert ve una especie de tragedia griega nacional, que identifica en la sociedad argentina como un punto de quiebre muy grande”, dice Larrocca. No obstante, él “toma este hecho histórico como un punto de inicio, un punto de rebote de referencia”, aclara, puesto que la pieza se desarrolla en un contexto familiar. “Se trata de una madre, un padre y un hijo que, luego de ir a este recibimiento de Perón, que ellos denominan como un pícnic, regresan a su casa y esta misma fractura que tuvo la sociedad argentina la vive esta familia: empiezan a desconfiar unos de otros, a cuestionarse sus propias identidades y a estar perdidos en esta especie de escena beckettiana existencialista en la que empiezan a cuestionarse de dónde vienen, hacia dónde van, qué están haciendo, por qué están ahí”.

Larrocca describe la obra como “un estallido”, con una estructura fragmentada muy leal a lo que ocurrió en la sociedad. “Cada fragmento que se encuentra con otro funciona como una especie de prisma para seguir abriendo nuevas posibilidades”, agrega, ya que cada miembro de ese clan se va relacionando desde el interrogatorio y el ocultamiento.

“Lo lindo que tiene para mí Edipo en Ezeiza, más allá de lo profunda que es y de sus multiplicidades, es que es una comedia negra, absurda, donde desde la pluma de Pompeyo hasta el trabajo con los cuerpos permiten sacar esa risa del propio misterio de la historia y del no entendimiento. La gente no se va a encontrar con una propuesta que habla de la tragedia desde el dolor, sino desde un sinfín de posibilidades, incluso cercanas a la risa”, asegura.

Esta es la primera experiencia que Larrocca vive como directora de un texto elegido, ajeno, pero cuenta que para plasmarlo no se despegó de su yo actoral, que confió mucho en su intuición y en lo que iba observando en su elenco. “Es un texto que pide intérpretes que estén interpelados por la historia a partir de su cuerpo, que esté en total disposición para lo que se va a contar; también por eso me intriga tanto y me veo tan seducida por Pompeyo y su metodología”.

Foto: Reinaldo Altamirano, difusión

Su trabajo apuntó a tres líneas: la fragmentación, la ficción y la identidad. “Sentíamos que estos ejes estaban en constante cuestionamiento. Entonces, al principio el acercamiento con el material fue de entrenar el cuerpo, la escucha entre ellos, las posibilidades plásticas en escena en relación con el espacio”. Inicialmente vacío, a medida que avanzaban los ensayos fueron sumando elementos significativos para la historia: una máquina de escribir, una escalera, una pila de libros.

El grupo creativo, que incluye a los actores Martina Ferrería, Mauricio Ripoll y Tomás de Urquiza, reflexionó sobre la actualidad del texto, agrega: “Que la dramaturgia me permita acercarme a esta etapa de la historia argentina me hizo un clic. Estamos tan cerca y a la vez sabemos tan poco. También me hizo pensar en lo que estamos viviendo ahora globalmente, más allá de que los discursos nos intenten hacer creer que las fronteras nos separan, en cuanto a accionar lo que estamos viviendo. Y en la medida en que el contexto cambió con la llegada del nuevo presidente argentino, con todo lo que empezó a pasar a nivel de sociedad, la obra en sí misma se empezó a resignificar, también por entender nosotros cómo iba cambiando la responsabilidad de estar trayendo esta obra a nuestro territorio. Entonces, en un momento del proceso de laboratorio dijimos ‘Volvamos a leerla y discutamos cuáles son estos puntos de anclaje que encontramos con la historia real que atravesamos como jóvenes en Uruguay o como jóvenes parados en este mundo’. Eso fue algo muy lindo porque, más allá del disfrute artístico y escénico, la obra es política, pero termina creciendo aún más en este sentido”.

Foto: Reinaldo Altamirano, difusión

Larrocca describe este desembarco en El Galpón, una decisión que implica salir del espacio autogestivo y alternativo que construyó junto con su equipo, La Madriguera, como “un inmenso salto al vacío, pero un salto con mucha confianza, sabiendo que puede llevar a un sinfín de lugares”.

Edipo en Ezeiza. Viernes 19 y 26 de setiembre a las 20.30 en la sala Cero de El Galpón. Entradas a $ 600 en Redtickets. 2x1 para la diaria.

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