(Hoy es 10 de setiembre. Faltan 46 días para las elecciones nacionales)
Buenos días. Les comento algunas noticias de la campaña electoral que pueden leer hoy en la diaria.
En los partidos mayores hay grandes corrientes internas bastante estables, que compiten entre sí electoralmente, pero la realidad vista de cerca es más complicada (aun sin entrar en la dinámica departamental, que es la más variable e intrincada).
En el Partido Nacional (PN), las últimas décadas muestran la persistencia de un sector que tiene origen en el herrerismo, liderado por Luis Alberto Lacalle Herrera primero y por su hijo Luis Lacalle Pou después. La otra vertiente mayor se identifica como wilsonista y tiene como conductor a Jorge Larrañaga, pero hay dirigentes que han oscilado entre ambos, o se han agrupado en distintas configuraciones propias, y últimamente irrumpió el imprevisto sartorismo. A la vez, la iniciativa de reforma constitucional impulsada por Larrañaga distanció su imagen del perfil “progresista” que se suele asociar con el wilsonismo, y Lacalle Pou diluye bastante el tipo de propuestas que le valieron a su padre la etiqueta de “neoliberal”.
En el Partido Colorado (PC), a la salida de la dictadura había tres corrientes mayores, encabezadas por Julio María Sanguinetti, Jorge Batlle y Jorge Pacheco Areco, pero el pachequismo lo perdió casi todo con su líder, y hoy, aunque tanto Sanguinetti como Ernesto Talvi invocan el batllismo, es discutible que alguno de los dos represente lo que se suele asociar con esa etiqueta.
El Frente Amplio (FA) nació como una alianza de sectores de izquierda y grupos escindidos del PC y el PN, en su interior se formó luego una gran cantidad de corrientes, y en las últimas décadas, mientras algunos de los principales agrupamientos modificaban su perfil, la fragmentación ha predominado sobre la confluencia. Además, se ha vuelto frecuente la existencia de “sublemas técnicos”, una denominación cuyo significado es, simplemente, que no se acumulan votos porque haya gran afinidad o un proyecto estable, sino porque, sacando cuentas, los socios prevén que les conviene.
Todo lo anterior puede servir para entender un poco mejor un par de noticias.
Desde la formación de Asamblea Uruguay (AU) en 1994, Danilo Astori conduce una corriente bien diferenciada, y tras él se agruparon, en el Frente Líber Seregni (FLS), varios otros sectores, pero ahora ese bloque se desarticuló; buena parte de él se alinea tras el liderazgo emergente de Mario Bergara y AU busca un “sublema técnico”, al igual que el Nuevo Espacio, hasta hace muy poco parte del FLS.
Por otra parte, Fernando Amado, que comenzó su trayectoria política junto al sanguinettista Washington Abdala, se alineó luego tras Pedro Bordaberry, luego reivindicó el batllismo con un camino propio en el PC, luego se alejó de ese partido, luego participó en la fallida alianza La Alternativa, quedó a la intemperie y, tras las internas, aceptó aliarse con el FA. A todo esto, sigue reivindicando al batllismo con su seña de identidad central, pero las autoridades coloradas quieren que la Corte Electoral no se lo permita. Quizá no miden que así aumentan su visibilidad.
Hasta mañana.