Carlos Liscano, narrador, dramaturgo, artista plástico, ex subsecretario de Educación y Cultura y ex director de la Biblioteca Nacional, tramita en este texto sus conflictos con el proceso revolucionario cubano, reconstruye anécdotas, critica los aspectos que considera intolerables y conmina al “pensamiento progresista latinoamericano” a “abandonar el silencio vergonzoso” para, así, defender a “los cubanos sometidos por el partido único”.