“Lynda Barry construye el rompecabezas de una vida difícil, sin llegar a ser excesivamente abrumadora. Nos muestra algunos golpes y los moretones que generaron, pero desde una esperanza que solamente se exacerba por la forma en que ella decide lucir sus heridas. Y sobre los demonios finales se presenta a sí misma como una adulta funcional, en control de su vida y que si perdió la inocencia fue porque todos un día lo hicimos” (Ignacio Alcuri).