Montjoi, pequeño pueblo de Tarn-et-Garonne, cobró notoriedad nacional tras la difusión en YouTube, en junio de 2023, de un video del influencer Papacito. Allí, el militante de extrema derecha radical defendía a un criador de cerdos en disputa con la alcaldía de su pueblo acerca de un camino rural, propiedad de la municipalidad, que llevaba a su campo. Papacito, cuyo verdadero nombre es Ugo Jil Jiménez, ya había causado un escándalo dos años antes al escenificar la ejecución de un maniquí disfrazado de militante antifascista. En la filmación de Montjoi, hombres encapuchados y fuertemente armados, protectores de un campesino “víctima de la francmasonería”, persiguen a un personaje vestido de comadreja que encararía al alcalde. Una vez capturada, la comadreja es simbólicamente violada y luego ejecutada (el video tuvo 500.000 visualizaciones en pocos días). Poco después, Christian Eurgal, concejal independiente, tuvo que ser puesto bajo protección policial tras haber recibido amenazas de muerte. No obstante, el criador no era conocido como un militante de extrema derecha: incluso era delegado departamental de la Confederación Campesina, sindicato agrícola considerado de izquierda.
“No pido sino ejercer mi profesión y, para ello, reivindico un acceso digno a mi campo”, dice Pierre-Guillaume Mercadal delante de bloques de piedra que le impiden entrar al camino que lleva a su granja, situada más abajo. Exagente de seguridad, en 2017 comenzó a dedicarse a la cría ecológica de cerdos lanudos. Compró una treintena de hectáreas de bosque ubicado en Montjoi y obtuvo todas las autorizaciones necesarias para el ejercicio de su actividad. Todo habría marchado bien si el camino que lleva a su campo no hubiese atravesado la propiedad de un rico inglés. Cuando el propietario, apoyado por el alcalde del pueblo, decidió prohibirle el paso al criador, la municipalidad le propuso otro camino de acceso a Mercadal. Pero “ese camino es peligroso debido a los camiones y a la maquinaria agrícola”, se lamenta con voz fatigada. Comienza entonces una guerra de desgaste con amenazas, denuncias y juicios. El criador obtuvo el apoyo de la Confederación Campesina y de France Nature Environment. A pesar de los procedimientos de conciliación, la alcaldía eligió finalmente privatizar el camino en favor del propietario británico. Mercadal afirma haber explorado en vano todas las vías legales y se dice víctima de un sistema feudal instaurado por un amigo del alcalde, poderoso dirigente político local. “Acudir a Papacito, a quien conocí a través de redes cristianas, era mi última esperanza”, admite hoy.
“Pierre-Guillaume Mercadal ya no es el delegado de la Confederación Campesina, pero sigue siendo miembro de ella”, nos recuerda Nils Passedat, agricultor, militante del sindicato y alcalde del pueblo de Lavaurette, antes de continuar: “Condeno el video abyecto de Papacito, pero apoyo a Mercadal en tanto campesino. Tiene una autorización de explotación otorgada por la administración. El alcalde de Montjoi le tendría que haber garantizado un camino de acceso seguro”. Hélène Massip, nueva delegada del sindicato, se lamenta: “Un hombre desesperado que ya no tiene nada que perder puede hacer algo así. Se habla del ascenso de la extrema derecha en las zonas rurales, pero es la consecuencia del poder de una burocracia abrumadora y deshumanizada, una creación colectiva total”.
Exaltación de la ruralidad
Con los mismos métodos provocadores de Papacito, los influencers de la “viriloesfera” enfrentan en sus canales de YouTube a la Francia de los pueblos y la ruralidad, que sería portadora de tradiciones sanas, valores patrióticos y de arraigo, con la Francia de las ciudades contaminadas por el feminismo, el antirracismo y el multiculturalismo. Baptiste Marchais, excampeón de Francia de press de banca, machista y partidario de Éric Zemmour [presidente del partido ultraderechista Reconquista], invitaba en 2021 a su canal al exdiputado de Pyrénées-Atlantiques Jean Lassalle para devorar junto a él unas enormes costillas de carne sangrantes y alabar al país auténtico. El video resultante tuvo 1,4 millones de visualizaciones. “Desde los años 1980, bajo la influencia de Alain de Benoist, teórico de la nueva derecha, la ruralidad es muy importante en el seno del movimiento identitario, para quien representa la Francia eterna –nos recuerda Stéphane François, investigador en ciencias políticas de la Universidad de Mons (Bélgica)–. El campesino arraigado se opone a la globalización”.
Una parte de la extrema derecha, aún más radical que la Agrupación Nacional (RN, por sus siglas en francés) [de Marine Le Pen], sueña con conquistar el campo para desarrollar allí “zonas identitarias a defender”, según la terminología del movimiento Génération Identitaire (disuelto en 2021). A inicios de los años 2010, la comunidad La Désouchière [para depurar a los franceses de ascendencia ilustre] se instala en la comuna de Mouron-sur-Yonne en el Morvan, y algunos años después el grupo de cantantes antifeministas e identitarias Les Brigandes crea una comunidad en La-Salvetat-sur-Agout en Hérault. “Las experiencias de comunidades identitarias en Francia intentan copiar el modelo estadounidense de los supremacistas blancos o el del movimiento völkisch de la Alemania del siglo XIX que rechazaba la modernidad y defendía una agricultura tradicional –explica Stéphane François–. Estos militantes defienden los productos ecológicos y locales, pero no saben nada del campo. No están en sintonía con la Agrupación Nacional, asentada en zonas rurales, partidaria de la agricultura intensiva, favorable a los pesticidas o fertilizantes químicos y reacia a la ecología”.
Durante décadas, la mayoría de los agricultores había apoyado a la derecha parlamentaria. Al ultraderechista Frente Nacional (antecesor de RN) le costaba arraigarse fuera de las ciudades. Sin embargo, en la primera vuelta de la elección presidencial de 2022, cerca de un tercio de los agricultores habría votado por Le Pen o Éric Zemmour1. En las legislativas de junio, el RN se erigió en defensor de la “ruralidad olvidada”, llegando en primer lugar a la segunda vuelta en 9.633 comunas (la mayoría de ellas en zonas rurales), sobre cerca de 34.000, obteniendo así 89 diputados. Miedo a la inmigración, sentimiento de abandono, defensa de las clases medias de las zonas suburbanas, estigmatización del asistencialismo... “El discurso conflictivo de la extrema derecha hace eco en las disputas locales que dividen a las clases populares rurales, en particular sobre el acceso al empleo en un campo en declive, masivamente desindustrializado”, observa el sociólogo Benoît Coquard. Obviamente RN no dejó pasar la oportunidad y se mantuvo al lado de los agricultores en lucha, en enero pasado, transmitiendo algunas de sus reivindicaciones, en particular contra la “ecología punitiva”, la multiplicación de las restricciones administrativas, la competencia externa desleal... A través de los agricultores, es a los habitantes de los campos a los que apunta más ampliamente RN, jugando sobre el clivaje entre la población rural y la urbana, omnipresente en los debates políticos.
Compleja vecindad
A inicios de febrero de 2023, Fabien Le Coïdic, criador en la comuna de Adainville en Yvelines, recibió una carta de sus vecinos, entre los cuales estaba la editora Odile Jacob. Estos se oponían a que instalara sus vacas en terrenos que acababa de comprar. Le recordaban que eligieron vivir en esa área debido a la calidad de sus alrededores, y luego precisaban que “un regreso de las vacas representaría un regreso a la ruralidad pesada y desagradable que ya no tiene su lugar aquí. Es una forma de ganadería retrógrada y cruel”. Rechazados por el tribunal administrativo de Versalles, los vecinos amenazaron con recurrir a otros caminos jurídicos. Para Timothée Dufour, el abogado de Le Coïdic, “asistimos a una urbanización forzada de nuestros campos. Los neorrurales buscan un marco de vida autóctono, pero no aceptan la cohabitación con los agricultores y multiplican los conflictos”. A modo de ilustración, el abogado, especializado en la defensa de los agricultores y cercano a la Federación Nacional de los Sindicatos de Explotadores Agrícolas (FNSEA, el sindicato dominante considerado de derecha), afirma que se llevarían a cabo entre 600 y 800 actuaciones anuales en Francia por disturbios vecinales en las zonas rurales, antes de admitir que no sabe cuántas implican a agricultores. En el sitio The Conversation2, André Torre, director de investigación del Instituto Nacional de Investigación para la Agricultura, la Alimentación y el Medio Ambiente (INRAE, por sus siglas en francés), sostiene que los conflictos vecinales en el campo serían sobre todo resultado de trabajos de infraestructura, de proyectos vinculados a la energía o de discrepancias respecto de la ocupación de las tierras. Respecto de la agricultura, se relacionarían más con el esparcimiento de productos fitosanitarios que con el canto de los gallos o el olor de las vacas. Por iniciativa de Éric Dupont-Moretti, y en colaboración con la FNSEA, Dufour participó en la redacción de una ley adoptada en diciembre de 2023 para limitar la presentación de denuncias por parte de los neorrurales contra los agricultores.
El 13 de agosto de 2023, en un artículo publicado en Le Journal du dimanche, firmado junto con el diputado Julien Drive, de Los Republicanos (LR) [el partido del expresidente Nicolás Sarkozy, de derecha], Dufour denunciaba la decisión del Consejo de Estado de suspender la disolución de la agrupación ecologista Les Soulèvements de la Terre, “en detrimento de los actores de nuestra ruralidad cuyo sentimiento de malestar no cesa de aumentar desde hace diez años”3. Allí también deploraba la desaparición de Déméter, célula de la gendarmería nacional formada en octubre de 2019 para combatir la hostilidad hacia los agricultores. Se había creado sobre la base de una convención entre la FNSEA, su aliado los Jeunes Agriculteurs (JA) y el Ministerio del Interior, teniendo como objetivo garantizar intercambios de información en el seno de observatorios locales del “agribashing”, un término difundido por la FNSEA desde 2018 para denunciar las críticas al modo de producción intensivo que defendía. Déméter debía prevenir los actos de delincuencia de los que podrían ser víctimas los agricultores, pero también “las acciones de naturaleza ideológica, se trate de simples acciones de denigración del rubro agrícola o de acciones duras que tengan repercusiones materiales o físicas”. En febrero de 2021, el tribunal administrativo de París consideró ilegal la vigilancia de estas acciones y ordenó a la plaza Beauvau [sede del Ministerio del Interior] hacerla cesar.
Más que cuestionar un modelo económico que destruye los servicios públicos, los empleos o un modelo agrícola productivista que provoca la desaparición del mundo campesino, muchos defensores de la ruralidad prefieren exaltar sus supuestos valores. La caza, la pesca y las tradiciones son para ellos cuestiones mayores. En setiembre de 2021, una decisión del Consejo de Estado que prohibía el uso de artefactos para la caza de pájaros desencadenó manifestaciones de varias decenas de miles de cazadores y de sus partidarios en Mont-de-Marsan, Forcalquier, Redon, Amiens... El 4 de febrero de 2023, 15.000 personas manifestaban en las calles de Montpellier para defender la carrera de toros de Camargue, llamada la “bouvine”, después de que ecologistas y miembros del partido animalista publicaran una nota en Le Monde pidiendo una reforma de ciertas prácticas de esta carrera que hacían sufrir a los animales. Lauren Jaoul, alcalde de Saint-Brès, antaño cercano a Los Republicanos y organizador de la manifestación, arremetía entonces contra la “ecología punitiva”. “Nuestras tradiciones son atacadas por un movimiento político al que le molesta nuestra manera de vivir –nos explica–. No es sólo el cuestionamiento de la tauromaquia, también está el cuestionamiento del Tour de France, de los árboles de Navidad en las plazas públicas... Es una deconstrucción total de una cultura popular”. Jaoul es hoy en día candidato en las elecciones europeas de junio de 2024 al lado de Willy Schraen, presidente de la Federación Nacional de Cazadores, con la lista Alliance Rurale, creada bajo la influencia de personalidades cercanas al actual presidente francés, Emmanuel Macron, para debilitar al RN de Le Pen. “La Francia que amamos es la que caza, la que pesca, la que come carne, la que hace barbecues... –recalca el jefe de los cazadores–. Aquella cuyos valores están amenazados. Los tecnócratas, cuanto más se ocupan de nuestras vidas, menos felices somos. ¡Los campesinos sólo quieren que los dejen en paz!”.
Para Pierre Cornu, historiador de la ruralidad en la Universidad Lumière Lyon 2, “la exaltación de la ruralidad, de la tierra, del campesinado es una figura del debate político que emerge con regularidad. Según si estamos en una etapa de expansión o de crisis, hay una instrumentalización de la cuestión rural. Hoy atravesamos una crisis sistémica, ecológica y económica. El valor rural es reactivado por movimientos conservadores que usan imaginarios rústicos para denunciar el liberalismo, la modernidad urbana, las nuevas maneras de vivir, la libertad de las costumbres que son señales de decadencia”.
Jefe de manada
“Sólo los lobos y los campesinos saben”. Así concluían en 2023 los deseos de año nuevo de Serge Bousquet-Cassagne, presidente de la Cámara de Agricultura de Lot-et-Garonne y líder del sindicato agrícola Coordination Rurale 47 (CR47), dirigidos a los agricultores del departamento. “Esto significa que, como los lobos, los campesinos saben lo que es la vida porque crían a sus animales y también les dan la muerte –afirmaba–. Y, como ellos, cazan en manada. Si uso esta fórmula, es también para separar al resto de la población, que ya no soporto”. El 28 de marzo de 2023, los cientos de personas que fueron a manifestarse delante del centro de salud de Villeneuve-sur-Lot para protestar contra el cierre de la maternidad quedaron estupefactos al ver a unos pocos metros a agricultores de la CR47 y a cazadores con sus trajes bloquear la ruta que debían tomar para llegar al centro de la ciudad. Bousquet-Cassagne había decidido prohibir la presencia en la manifestación de Marine Tondelier, secretaria nacional de Europe Écologie-Les-Verts (EELV), que visitaba el departamento, en represalia por su participación en otra manifestación, la de Sainte-Soline contra las megacuencas. “Usted encarna la raíz del mal que sufren los agricultores. ¡No venga aquí, habrá problemas!”, amenazó el presidente de la Cámara de Agricultura4. Bousquet-Cassagne detesta a los ecologistas y fustiga todas las reglamentaciones que limitan el uso de pesticidas o el uso del agua. Reina como amo en la Cámara de Agricultura de Lot-et-Garonne desde 2001, año en que la CR47, en parte resultado de una disidencia de la FNSEA, destronó a la sección local del sindicato dominante. En 2019 fue reelecto como presidente del organismo consular con cerca del 60 por ciento de los votos de los productores agrícolas. El carisma de Bousquet-Cassagne le garantiza cierta influencia sobre los agricultores, a pesar de que el programa defendido por la CR47 no cuestiona el modelo de agricultura intensiva y competitiva que pone en dificultades a muchos pequeños agricultores. “Su comportamiento decidido y a veces violento gusta a ciertos campesinos –confiesa Bernard Péré, agricultor ecológico jubilado, exasesor regional de EELV–. A partir del momento en que un campesino es amenazado por la administración o por cualquier otra persona, estará disponible y lo defenderá. A pesar de que la CR47 está dirigida por grandes agricultores, estará al lado de los pequeños”.
Bousquet-Cassagne hizo bendecir por un cura los 920.000 m³ del lago de Caussade, creado de manera totalmente ilegal por la Cámara de Agricultura. Tampoco dudó en entonar un padrenuestro en presencia de las autoridades de la República durante una ceremonia en memoria de los campesinos muertos durante la Primera Guerra Mundial. Sin embargo, si bien Bousquet-Cassagne tiene fe, no tiene ley. En enero de 2024, un informe del Tribunal de Cuentas criticaba duramente la gestión de la Cámara de Agricultura de Lot-et-Garonne: falta de ética, de criterios claros de atribución de las subvenciones y de control interno, rechazo a asumir las regulaciones encomendadas por la ley sobre el bienestar animal y sobre el uso de productos fitosanitarios, de ejercer un control sobre el uso del agua por los regadores, de pagar sus deudas a las cámaras de agricultura supervisoras. El informe también sacaba a la luz la disposición de Bousquet-Cassagne de confundir sus responsabilidades en la cámara consular con sus intereses en tanto dirigente sindical. Autoproclamado “jefe de manada”, siempre recurrió a la relación de fuerza para imponer su voluntad a los prefectos del departamento. Por ejemplo en 2014, durante la ocupación de la ciudad de Agen por cientos de agricultores del sindicato que fueron a oponerse a la aplicación del programa de preservación de la calidad de las aguas. Los daños se estimaron en más de 200.000 euros. Ante la pregunta de por qué el voto por Marine Le Pen es tan importante entre los agricultores de Lot-et-Garonne, muestra un afiche de la Coordinación Rural colgado en su oficina: “¡Déjenos en paz! ¡Déjenos trabajar!”.
Falsa ideología agrarista
Cuando, en 2014, militantes de la CR47 intervinieron en Sivens en el departamento vecino de Tarn para arremeter contra los que se oponían al bloqueo, se hicieron llamar “camisas verdes”, en alusión al nombre de los comités de defensa campesinos creados en 1934 por el dirigente de extrema derecha Henri Dorgères. A la cabeza del Frente Campesino, Dorgères organizó imponentes manifestaciones contra la República y luego contra el Frente Popular [coalición de izquierda que gobernó Francia de 1936 a 1938], reivindicando la ideología agraria que defendía un corporativismo campesino portador de los valores del trabajo, la familia y la patria, en oposición a las ciudades corruptas, modernas y progresistas. En sus violentas acusaciones, arremetía contra los funcionarios y parlamentarios, enemigos declarados de las masas campesinas. El jefe de las camisas verdes y los dirigentes del Frente Campesino luego colaborarían con el Régimen de Vichy [aliado del invasor nazi en la Segunda Guerra Mundial].
¿La CR47 es agrarista? No lo era cuando se creó en 1991, momento de la reforma de la Política Agrícola Común (PAC). Hasta entonces dedicada a la autosuficiencia alimentaria del viejo continente, esta abre los mercados agrícolas europeos a la competencia mundial impuesta por la Organización Mundial del Comercio (OMC). Para oponerse a esta reforma apoyada por la FNSEA y defender las producciones nacionales, se creó una coordinación en el Sudoeste, compuesta por militantes de la Confederación Campesina, del Movimiento de Defensa de los Agricultores Familiares (Modef, por sus siglas en francés, cercano a los comunistas), de disidentes de la FNSEA y de campesinos no sindicados. En junio de 1992, este movimiento organizó el bloqueo de París e interceptó principalmente vehículos pesados provenientes de España, cargados de frutas y verduras que competían con los productores locales. Con rapidez, el ala derecha del movimiento apartó a la izquierda y fundó la Coordinación Rural. Durante las elecciones para las cámaras de agricultura de 2019, el dúo FNSEA-JA obtuvo el 55,55 por ciento de los votos, por arriba de la CR (21,54 por ciento), de la Confederación Campesina (20 por ciento) y del Modef (1,89 por ciento), con una abstención del 53,48 por ciento.
El agrarismo también influenció a la FNSEA. “Cuando se creó la FNSEA tras la Segunda Guerra Mundial por las corrientes agraristas que habían colaborado con el Régimen de Vichy, adoptó su modelo de construcción social basada en el corporativismo –recuerda el historiador David Bensoussan–. Para lanzar su modelo productivista, el mundo agrícola debía unir fuerzas y trascender los clivajes sociales. El corporativismo permitió a ciertos sectores, como los grandes agricultores cerealeros o los grandes agricultores de remolachas, garantizarse el control del sindicato, con independencia de las profundas desigualdades de ingresos, de estatus y de prácticas de los agricultores. Al pretender representar a todos los campesinos, la FNSEA pudo comprometerse con la modernización de la agricultura con el apoyo del Estado”. La FNSEA a menudo es dirigida por patrones de la agroindustria, como Xavier Beulin (de 2010 a 2017), entonces presidente del Consejo de Administración del grupo Avril, líder de los aceites y de las proteínas vegetales (Lesieur, Puget...), del biodiésel y de la nutrición animal; o como Arnaud Rousseau, desde abril de 2023, sucesor de Beulin a la cabeza del Consejo de Administración de Avril, cuyos ingresos treparon de forma vertiginosa con la inflación de los últimos años. Desde 1966, el sindicato agrícola dominante, muy vinculado a los intereses de la agroindustria, administra (con la JA) el Consejo de la Agricultura Francesa (CAF), que cogestiona la política agrícola francesa con el Estado. El reconocimiento del pluralismo del sindicalismo agrícola en 1981 no permitió a los demás sindicatos ser representados en el seno de la CAF. Para Gilles Luneau, autor de La Forteresse agricole. Une histoire de la FNSEA (Fayard, París, 2004), “el mito de la unidad campesina le permitió a la FNSEA construir el sistema agroindustrial con el cual dicta hoy por hoy su ley a los gobernantes. De 1950 al presente, el número de granjas se redujo a seis veces menos y el número de activos agrícolas a diez veces menos. El campesino se convirtió en subcontratista de la industria, en un ejecutante de acciones técnicas especializadas. La FNSEA rechaza toda crítica de este sistema. Si bien el discurso agrarista es retomado aun hoy por sus dirigentes, y por los de la CR, es para justificar una contrarrevolución frente a cuestiones ecológicas y climáticas. Son incapaces de admitir los límites de sus modelos y de pensar cómo trascenderlos”.
Lepenistas
El RN también hizo suya la ideología agrarista para captar los votos de los agricultores y de los habitantes de las zonas rurales. Al explotar la supuesta fractura entre franceses e inmigrantes, el partido despierta hoy el quiebre entre el mundo rural y el urbano. ¿Qué tiene en la mira? Su blanco son la ecología punitiva, los funcionarios y los tecnócratas de París y de Bruselas que imponen normas medioambientales, causa de todas las desgracias de los agricultores. La estrategia del RN corresponde a la de los partidos de extrema derecha europeos que, en Países Bajos, España, Rumania y Reino Unido, se apoyan en las manifestaciones de los agricultores. El partido de Marine Le Pen, sin embargo, no tiene ningún programa de ruptura con la PAC, y sus eurodiputados votaron de manera unánime, en noviembre de 2021, la nueva PAC 2023-2027 que consolida un modelo productivista, cada vez más tecnológico y basado en resultados competitivos en los mercados internacionales. Esta PAC renueva también un reparto injusto de las subvenciones en beneficio de las grandes explotaciones. Así, en la Unión, el 81 por ciento de la ayuda directa es recibida por el 20 por ciento de los agricultores. “Debido a que las primas se pagan por hectárea, la PAC contribuye a la concentración de tierras por parte de grandes empresas y por ende a la desaparición de las pequeñas granjas”, lamenta Véronique Marchesseau, secretaria general de la Confederación Campesina. La oposición del RN a los tratados de libre comercio también tiene sus límites: si, en noviembre de 2023, sus eurodiputados votaron contra el acuerdo entre la Unión Europea y Nueva Zelanda, los otros miembros del grupo Identité et Démocratie al que pertenecen votaron a favor del texto. Durante la votación en enero de 2024 en el Parlamento Europeo sobre el acuerdo de libre comercio con Chile, el único diputado de RN presente se abstuvo.
Para buscar adeptos, el RN lanzó en 2020 el movimiento Les Localistes, cuyo manifiesto llama a los franceses a “retomar el control de nuestros territorios, dictar la ley en ellos y devolverles la vida a nuestras pequeñas patrias que hacen más grande a Francia”. Andréa Kotarac, nuevo responsable del movimiento, electo por el RN en el Consejo Regional de Auvergne-Rhône-Alpes, afirma que “el localismo se opone a la globalización que destruye nuestros territorios, nuestros paisajes, nuestros productos y nuestras industrias. Reindustrializar y proteger nuestra agricultura también es luchar contra el calentamiento climático, que se debe principalmente a nuestras importaciones y a su transporte”. No careciendo de contradicciones, el representante electo del RN no cuestiona el carbono emitido por las exportaciones de los productos franceses y no cuestiona la capacidad de los criaderos franceses de prescindir de la importación anual de 3,6 millones de toneladas de soja de Brasil y Argentina, provenientes en gran parte de la deforestación. Si su partido maneja cada vez más conceptos como el “localismo”, “la desmetropolización” o la “excepción agri-cultural”, es para esconder mejor la ausencia de un programa que podría cuestionar al sistema.
Durante la movilización de enero de 2024, la CR47 se destacó por la violencia de sus acciones: en Agen se derramaron decenas de miles de litros de estiércol delante de la prefectura, la estación de tren, diferentes instituciones y comercios; un restaurante de McDonald’s fue destrozado después de que los empleados rechazaran servirle un café gratis al vicepresidente del sindicato… Los miembros de la CR47 también colgaron y destriparon un jabalí delante de la oficina de inspección del trabajo para denunciar los controles de las condiciones impartidas a los obreros agrícolas. En 2004, el sindicato había apoyado a un agricultor que contrataba a migrantes estacionales, que derribó a los disparos a dos inspectores5. El monto de los daños en Agen fue estimado por la alcaldía en más de 400.000 euros. A fines de enero, deseoso de “unir alrededor nuestro a toda la Francia profunda”, Bousquet-Cassagne llamó a tomar el mercado de Rungis enviando a París los tractores de la CR47 –cuyo combustible era financiado por la Cámara de Agricultura–, haciéndolos bendecir por un cura. “¡Lleven a cabo nuestro último combate, si no nuestra raza desaparecerá, y con ella nuestra civilización!”, espetó a los agricultores. Poco antes había declarado estar dispuesto a ser candidato del RN.
Philippe Baqué, periodista. Traducción: Micaela Houston.
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Eddy Fougier y Jérôme Fourquet, “Le Front national en campagne. Les agriculteurs et le vote FN”, Fondation pour l’innovation politique, París, octubre de 2016; Mayeul Aldebert, “De la droite au Rassemblement national, le vote très convoité des agriculteurs en colère”, Le Figaro, París, 1-2-2024. ↩
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André Torre, “Coq Maurice et autres ‘bruits de la campagne’, une vision fantasmée de la ruralité”, The Conversation, 25-11-2019. ↩
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Timothée Dufour y Julien Dive, “Les Soulèvements de la Terre: une décision du Conseil d’État au mépris des agriculteurs”, Le Journal du dimanche, 13-8-2023. ↩
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Philippe Baqué, “Serge Bousquet-Cassagne, l’agriculteur qui fait sa loi dans le Lot-et-Garonne”, Reporterre, 25-5-2023. ↩
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Philippe Baqué, “¡Queremos polacos y marroquíes!”, Le Monde diplomatique, París, setiembre de 2014. ↩