Val Plumwood es una importante referente de la filosofía ambiental y el ecofeminismo. Desde los años 1970 tenía una concepción crítica acerca de la dicotomía occidental entre los seres humanos y la naturaleza –como si no fuéramos parte de ella–. Este pensamiento binario, sostenía, crea jerarquías de valores que inferiorizan a todos los términos más asociados a la naturaleza que a la razón: los colonizados, los indígenas, lo no humano. Sin embargo, una experiencia personal hizo que estas reflexiones se profundizaran.
En 1985, mientras paseaba en una canoa por el Parque Nacional Kakadu, Plumwood sobrevivió al ataque de un cocodrilo. Para el ojo del reptil, ella era puro alimento. Es que no sólo somos animales, nos recuerda Plumwood, sino que somos comestibles, integrantes de la cadena alimentaria, pese a nuestros esfuerzos por evitarlo y negarlo. A tal punto es así, que incluso en la muerte nos mantenemos alejados de la naturaleza, tanto desde lo empírico –a través del uso de ataúdes gruesos que nos separan de la tierra– como desde lo espiritual –“nos vamos al Cielo”–.
La gran crisis ecológica que vivimos hoy en parte tiene que ver con esto: con una racionalidad instrumental que nos hace sentir algo distinto y superior a la Tierra en que vivimos. Plumwood lanza entonces un llamado urgente: forjar una nueva ética ambiental. “Seguiremos adelante con un modo de humanidad diferente, o no seguiremos nada”, sintetiza.
Val Plumwood. Cactus; Buenos Aires, 2024. 160 páginas, 890 pesos.