En abril de 2019 se daban a conocer las nominaciones a los premios Eisner, uno de los galardones más prestigiosos del mundo de la historieta en Estados Unidos. En la categoría de dibujante y entintador, que premia al equipo o a la persona que realiza esa doble función en un título, estaba nominado el uruguayo Matías Bergara.
El dato no sorprendió (tanto) a quienes seguimos de cerca su carrera, que llevaba unos años estableciéndose en el mercado estadounidense. Y sirvió para que más gente prestara atención a Coda, la maxiserie de 12 números que Bergara ilustró a partir de los guiones de Simon Spurrier, publicados entre mayo de 2018 y mayo de 2019.
BOOM! Studios, responsable de la versión original en inglés, editó tres volúmenes con cuatro números cada uno que recopilan la saga completa. Aprovechando que finalmente tuve en mis manos estos tomos, la leí por primera vez en su totalidad.
Estamos ante una aventura en uno de esos mundos mágicos y salvajes de los que conocemos por antecedentes que van desde Conan a El señor de los anillos. Sin embargo, la característica de Coda es que transcurre en un tiempo inmediatamente posterior a algo conocido como “el sofocón” (la traducción es mía), que hizo desaparecer casi por completo la magia de aquellas tierras.
En este mundo decadente es que encontramos a nuestro personaje, Hum, así bautizado por su interjección más característica. Un hombre de pocas palabras hacia afuera, pero con un denso monólogo interno y una envidiable capacidad para la escritura. Este guerrero sin nombre tiene un solo objetivo: liberar a su esposa de las fuerzas oscuras que la mantienen prisionera.
Al leer las primeras páginas uno tiene la impresión de haberse perdido algo, no solamente el mencionado sofocón. Hum anda penando por su esposa perdida y se va encontrando con pobladores de este sitio posapocalíptico, sin que se den grandes explicaciones. Y va dando la impresión de que si los 12 números siguen presentando personajes nuevos a ese ritmo, será necesario leer la historia dos veces para entenderla bien (algo que en principio no tiene nada de malo).
Pero el truco se irá revelando con el correr de los capítulos, y no es algo tan misterioso como para merecer una alerta de spoiler. Lo que cuenta Coda es una aventura bastante contenida entre los seres y locaciones que se presentan en los primeros dos o tres números.
Hum queda en medio del enfrentamiento entre un pueblo amurallado y una fortaleza móvil (un castillo vagabundo) montada sobre un gigante. También conocerá a un hechicero decadente y a su hija, además de a una sirena capaz de conseguir la pócima necesaria para liberar a Serka, la esposa de Hum.
Varias semillas arrojadas en el camino irán germinando página tras página, mientras la repetición de lugares y de quienes los habitan nos va ayudando a entender cada vez más lo que ocurre. Así como las pócimas que permiten el limitado uso de poderes mágicos, que recuerdan al jugo de gummibaya cuando era tomado por humanos en Las aventuras de los osos Gummi (disponible en Disney+).
La magia del dibujo
Los guiones de Spurrier son correctos y concisos. La extrema verbosidad de los cuadritos de texto se va explicando conforme conocemos a Hum, y, de hecho, su habilidad para la narrativa es un importante punto de la historia en el tercer acto. Dicho esto, en ocasiones podría confiar un poco más en el dibujo de Bergara, que conquista al lector desde el esqueleto de dragón de la primera página del primer número.
No se habrá llevado el premio, pero en las páginas de Coda queda claro por qué consiguió la nominación al Eisner. El mundo en el que se desarrolla esta aventura tiene una coherencia estética que parte de los trazos del dibujante, que no necesita diseños de página iconoclastas para llamar la atención del lector.
Excepto algunos momentos de tranquilidad en el camino de un sitio a otro, las páginas desbordan de elementos al estilo de Mad Max (de cuando la franquicia tuvo presupuesto suficiente como para que los elementos desbordaran). Las escenas de acción parecen saltar de la página y, definitivamente, el total de cada viñeta es mayor que la suma de las partes.
Todo esto se combina con un elemento fundamental, que es el coloreado. Con la asistencia de color de Michael Doig, la paleta se aleja de la mayoría de las usadas en los mundos mágicos a los que estamos acostumbrados, que tienen desiertos naranjas y bosques verdes. Aquí los colores también parecen estar camino a la tercera dimensión, con una paleta por momentos chillona, por momentos fluorescente (cuando aparece el jugo mágico), pero no hay una sola viñeta en que pase desapercibida.
Con una trama que no se toma tiempo en resolver los misterios más importantes, empezando por el destino de la esposa de Hum, Coda construye una realidad desde el dibujo y el color, pasando por un puñado de personajes que hacen lo posible para sobrevivir a la “nueva normalidad”. Cuando parece que la historia está bajando las revoluciones, aparece un nuevo intento de sitio, una explosión arrasadora o una nueva pataleta del pentacornio puteador que lleva a nuestro protagonista de un sitio a otro.
Aquellos fanáticos de las historias de mundos plagados de criaturas fantásticas y cierta cantidad de poderes mágicos pueden darle una oportunidad a este título autoconclusivo, que puede asustar al comienzo por la cantidad de información nueva (y de color), pero que rápidamente se pone a jugar con las cartas vistas que se encontraban en la mesa.
Spurrier está teniendo una temporada prolífica y ha hecho buenas migas con Bergara, con quien trabajó en varios números en John Constantine: Hellblazer, el más reciente título del conocido mago de DC Comics. Cualquier nueva colaboración no debería pasar desapercibida entre los lectores de historietas.
Coda Vol. 1. De Simon Spurrier y Matías Bergara. BOOM! Studios, 2019. 128 páginas. Coda Vol. 2. De Simon Spurrier y Matías Bergara. Ídem. 112 páginas. Coda Vol. 3. De Simon Spurrier y Matías Bergara. Ídem. 112 páginas.