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Ilustración: Ramiro Alonso.

Tueco, tú eco, tu eco: el español rioplatense y el malentendido entre Argimón y Cristino

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Me desconcertaba que la gente escribía “tueco” por todos lados. Empecé a darme cuenta de que había pasado algo llamativo a partir de los chistes que pululaban acerca del asunto, cuyo referente desconocía hasta que manos anónimas me hicieron llegar el enlace al tesoro.

Llegué, entonces, a la filtración del audio en el que se oye una conversación telefónica entre Beatriz Argimón, de notorio cargo legislativo, y un señor cuyo nombre es Fernando Cristino. La charla versaba acerca de unos asuntos de índole aparentemente cloacal que bien podrían aprovecharse para escribir una novela policial en la que los lectores pudieran elegir dos inicios, en uno de los cuales el individuo mencionado pierde la vida mientras que en el otro se hace famoso después de grabar el diálogo.

En un momento del diálogo, Argimón le dijo a Cristino “no te hagas tú eco de nada” y él preguntó “¿qué es tueco?”, tras lo cual la legisladora reformuló la expresión: “tú no te hagas eco”. Quedó evidenciado en el intercambio un mecanismo lingüístico muy productivo: el malentendido.

El hombre, por algún motivo, no reconoció la locución verbal “hacerse eco” que, en este caso, puede parafrasearse como “repetir”, “repartir”, “propalar” o los sencillos “contar” o “decir”. Pensó, tal vez, que “hacerse tueco” era un ítem léxico ajeno a su conocimiento semántico. Era importante entenderlo todo y por eso preguntó, a raíz de lo cual la interlocutora recurrió a un procedimiento sintáctico posible en español para despejar la ambigüedad: alteró el orden de los constituyentes de la oración desplazando el sujeto hacia una posición preverbal, que por cierto es la más frecuente en nuestra lengua. Posiblemente el desconcierto sufrido por el caballero se haya originado en que la forma de tratamiento que seleccionó la vicepresidenta fue tuteante.

Retar al nene

Para una tercera escucha del material ya tuve relevados los verbos y pronombres vicepresidenciales empleados para el tratamiento en segunda persona por Argimón: tú entenderás, esperá un poquito, dejame terminar, tú me conocés, no te hagas tú eco de nada, tú no te hagas eco de nada, lo que tú hablaste, tú llamaste, sabelo, sabé que hice eso, no sé si la conocés, por ti, me avisás, de ti habla lo mejor, pará un poco (refiriéndose a otra persona que está a su lado), vos cuidate mucho, haceme el favor, pensá en vos y cuidate, escuchame.

Es patente que, en todo momento, se sirve del pronombre y que, en dos ocasiones, aparece el ti (luego de sendas preposiciones), salvo sobre el final de este radioteatro, en que lo trata de vos. En los verbos sistemáticamente recurre a formas voseantes tanto en modo indicativo como en imperativo. Habría que exceptuar de esta consideración hagas –que no es hagás– o los verbos en pretérito perfecto simple, como hablaste o llamaste, que no suelen ser hablastes o llamastes, formas sancionadas negativamente por la norma culta.

Cristino, por su parte, usa el pronombre vos, emite verbos voseantes e incurre una sola vez en el tuteo, cuando dice hablarlo contigo, algo que si lo hubiera dicho un argentino habría sido con vos, con lo cual debemos hacernos cargo de que el personaje es nuestro, ya que estas combinaciones con el pronombre como término de preposición son de los pocos rasgos que permiten diferenciar una orilla del Río de la Plata de la otra en términos gramaticales.

La lingüista Virginia Bertolotti, en su libro A mí de vos no me trata ni usted ni nadie, lista cuatro posibilidades para dirigirse a un alocutario: usted tiene, vos tenés, tú tienes y tú tenés. Se trata de un sistema complejo y que, por más datos, ha cambiado y está cambiando. Según explica la autora, las formas voseantes invadieron la capital provenientes de la migración rural, pese a que en muchas ocasiones se ha pensado lo contrario. Agrega que la variedad tuteante, por su parte, ha gozado de prestigio, dado que por ejemplo ha tenido mucha presencia en situaciones magisteriales (seguramente, haciendo memoria, se recordarán muchos más escribe que escribí en los trabajos que nos ponían en la escuela, y en los que ponemos hasta hoy los que damos clases) y persiste la idea de que el es propio de un español más puro o más parecido al de España, mirada miope que ignora que el voseo está extendido, en distintas situaciones, en toda América y que el vos vino precisamente de la Península Ibérica, donde perdió la batalla contra el en el tratamiento de confianza.

El tú tenés, del que nos hacemos eco aquí, es usado en situaciones que no ameritan un tratamiento reverencial, en las que se muestra una relativa confianza que no llega a la intimidad (o a un tratamiento solidario, propio entre integrantes de la familia o entre iguales). Es decir, la segunda mandataria es admonitoria con el cuando lo tiene que retar al nene o explicarle, no sin irritación, cómo funcionan las cosas, y familiariza el trato cuando, en el epílogo de la conversación, le dice que se cuide, momento en que tal vez se trasunte una preocupación humana auténtica por la integridad del chantajista.

Les constará a los lectores que no se trató este caso de los tú tienes que tanto se reivindican en el departamento de Rocha y en la ciudad de San Carlos y también presente, compitiendo con el voseo, en Maldonado. Quedarán también imaginándose que el tú tenés no se usa en todo el país y que en su elección pueden intervenir factores sociales, situacionales y hasta ligados al género y la edad de los hablantes.

Por cierto, y porque lo interesante del conocimiento no son las respuestas sino las preguntas, un titular del domingo de un matutino dice “La conversación la grabó un amigo”, donde se observa una duplicación del objeto directo típica del español rioplatense coloquial. Y, aunque no lo crean, una profesora de lengua me dijo que lo importante eran los eventuales teléfonos pinchados y un chantaje de lo más vulgar que salpicaba la figura del presidente.

Para más datos se puede consultar A mí de vos no me trata ni usted ni nadie, de Virginia Bertolotti (UNAM/Udelar, México, 2015) y Gramática para profesores y maestros del Uruguay, de Ángela Di Tullio y Marisa Malcuori (ANEP/ProLee, 2012).

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