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Café brasilero.

Foto: Nicolás Celaya / adhocFOTOS

Volvieron las reuniones poéticas de Caramelos y Pimientos

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Isabel de la Fuente lleva dos décadas y media al frente del ciclo.

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Las lecturas y encuentros de Caramelos y Pimientos, o CaRAMELOS y PiMIENTOS, como lo estilizan ellos, pasó por varios recintos montevideanos y también por algunos de Buenos Aires. Sobrevivió a la pandemia y ahora regresa, los segundos miércoles de cada mes, al café Brasilero, con segmentos ya establecidos, como la noche de homenaje a Fernando Pessoa y la dedicada a la literatura erótica, y, por supuesto, la consigna de “versos y abrazos”.

Su organizadora, la actriz, gestora y poeta Isabel de la Fuente, dialogó brevemente con la diaria acerca de este regreso.

El ciclo arrancó en 1996, lo que lo convertiría en el más longevo de la actualidad.

¡Exacto! Por eso varios colegas comenzaron a llamarlo “el decano”. Por supuesto que no fue el primer ciclo literario del país, pero sí es el más longevo.

¿Cómo lograste mantenerlo durante tanto tiempo?

El amor todo lo puede... CaRAMELOS y PiMIENTOS es una de mis actividades fundamentales; llevo más de la mitad de mi vida organizando este ciclo que se ha constituido en un espacio nutricio y fermental para los creadores y para el público en general. Y es eso mismo lo que año a año me ha impulsado a seguir adelante. Yo coordino el ciclo, pero el espacio, el encuentro, se sostiene gracias a todos.

¿Qué ha ido cambiando?

En la dinámica básica, nada. Para el público sigue siendo un lugar donde transitar la literatura de la mano de sus propios autores, esa magia intransferible que es escuchar un texto en la voz de su creador. Para los escritores es la oportunidad de encontrarse con sus lectores/escuchas cara a cara; muchas veces la ocasión sirve para probar textos nuevos, otras para presentarlos de forma escénica, más allá de la clásica lectura o recitado. Para unos y otros es un espacio de comunión, de intercambio, un espacio para vivir las letras en otras dimensiones. En la dinámica del calendario sí hubo cambios: durante muchísimos años el ciclo se hizo con frecuencia semanal, mientras que desde 2010 es mensual.

¿En qué medida podés detectar, desde tu rol como organizadora, pero también como poeta e investigadora, cambios en la producción local que viste reflejados en el ciclo?

Creo que el cambio más destacable es que haya cada vez más autores pensando la poesía (y no sólo este género, aunque suele ser el protagonista) desde la acción escénica. En esas acciones podemos encontrar la mistura del texto con las más diversas manifestaciones del arte: la música, el teatro, la danza, la plástica, la performance, el audiovisual, etcétera. No es nada nuevo –claro está–, pero sí se ha hecho más frecuente y, por ende, más variado y más amplio.

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