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Uruguayan locos, la investigación sobre los orígenes del rap local que descubre una historia tragicómica

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La obra de Diego Rocha que ganó el Graffiti al mejor libro de música.

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“Subimos nosotros e hicimos dos temas, y a Óscar se le ocurrió decir: ‘No por llevar un A en la espalda son anarquistas’. ¡Para qué! Me arrancaron el micrófono, al flaco que me lo sacó le di una patada en la nuca y ahí empezaron a caer de todos lados. Tiraron un bomberito. Rompieron todo el Stella. A Fabián hubo que sacarlo en andas porque se había comido toda la espuma del bomberito”.

El que habla es Daniel Heugas (Nan), de Víctimas del Sistema (VDS), y evoca una actuación del otoño de 1996 en la que su grupo de rap compartía cartel con los punks de La Sangre de Verónika y los no menos excéntricos Fun You Stupid!, lejísimos de los agentes de prensa, de los reels de Instagram y de la moda transcultural que recauda miles de millones de dólares en el mundo sólo por la venta de canguros oversize y visualizaciones de contenido digital.

No menos de dos años de su tiempo debió dedicar el melómano Diego Rocha (Montevideo, 1976) a la elaboración de Uruguayan locos: los comienzos del rap en Uruguay, un sesudo trabajo de investigación con el que compone una entretenida historia de personajes y episodios ubicados en un país un poquito conservador, un poquito reaccionario, al que las cosas llegan, cuando llegan, con demora pronunciada.

Rocha, que con este estudio ganó el Graffiti al mejor libro sobre música uruguaya, escarba obsesivamente en las bateas de los años 80 y sorprende con recortes y recuerdos pasados por alto o nunca explorados. Así rescata los tempranos aportes al género de origen neoyorquino en canciones de Jorghino Gularte, El Cuarteto de Nos y Los Vidrios, y en los discos enfrentados de Los Tontos y del solista Renzo Teflón.

Pero su búsqueda no se reduce al ambiente puramente musical. En la producción de 1989 se topa con “el primer videoclip del rap uruguayo”, en un corto de propaganda política destinado a la suerte del sector frentista Democracia Avanzada: “¿Qué le pasa a este país? / Está triste y gris / ¿Por qué? / Tarifazos, cómo duelen, ¡apagones modernizan la tristeza!, comienza la pieza publicitaria creada por Selva Andreoli y Horacio Corto Buscaglia. De inmediato se choca con una composición del dúo televisivo Horacio y Gabriela, los arreglos del maestro Raúl Medina en el disco Buenos días, Loly, de la cantante Loly Chadarevian, y una insólita banda de sonido dedicada a Las Tortugas Ninja en una primera parte de la obra más estrictamente documental, aunque no menos valiosa que el resto del libro.

“Soy una persona que puede pararse frente a su colección de discos y ver su vida reflejada en cada una de sus portadas”, admite el autor, empleado de disquerías durante 20 años, cuando describe su iniciación en el género de la mano del disco debut del grupo angelino Body Count. “En ese momento alquilé al azar en el videoclub la película Los dueños de la calle [de John Singleton], la que le puso imagen al disco”, relata, con todo el sentido del mundo. (Por cierto, gran disco y gran película).

En los albores de los años 1990, el rap resultó a la vez marginal y súper popular en Uruguay, en una situación de ambigüedad casi imposible, reeditada al final de esa década. El relato de Rocha, simple y fluido, libre de artilugios de jerga musical y de pretensiones poéticas, se teje en tres elementos: la precisión antiansiolítica de fechas y lugares de descripción exacta, la palabra de los artistas involucrados (recoge alrededor de 20 entrevistas y se nutre de abundantes apuntes de diarios y revistas) y las propias reflexiones del autor, lo que brinda una mirada próxima y crítica que ayuda a entender lo inverosímil de muchas de las situaciones narradas, y subraya lo contextual, ya lejano o totalmente desconocido para los más jóvenes.

Esos raros raperos nuevos

A los conocedores del género, calma: aquí dicen presente Jazzy Mell, Rap Attack, La Teja Pride y los notables Critical Zone. Hacia el final, el libro aborda la etapa signada por el éxito de El Peyote Asesino y el moderado suceso de Plátano Macho, con entrevistas a Fernando Santullo, Juan Campodónico, Ramiro González y Gabriel Casacuberta. Pero el corazón de esta obra reside en otro lugar, y esa elección resulta su gran hallazgo literario.

“Lo que separó a las bandas fue la decisión de Daniel de empezar a fumar marihuana”, revela Rocha, a la altura de la historia en la que ya pasó lo mejor y lo peor casi al mismo tiempo, como en una comedia de golpe y porrazo, literalmente, protagonizada por VDS y Fun You Stupid!

“En ese Uruguay de principios de los 90, pocas cosas más raras que un vegetariano en un país carnívoro por excelencia”, señala el narrador, a propósito de una de las particularidades de Marcelo Valerio (Tío) y Ernesto Croccano, de Fun You Stupid!, a quienes muchos de sus colegas solían acusar de “comelechugas”, al tiempo que tampoco entendían su simpatía por el movimiento Hare Krishna.

Por esa misma época, se conocieron Óscar Romero (Oski) y el argentino de crianza danesa Daniel Heugas Díaz (Nan) y formaron VDS junto con otros amigos.

Con matices, los dos grupos compartían una notoria incomprensión, aunque lograron captar la atención de un público afín a sus propuestas, de hondo contenido político y social, musicalmente rústicas pero potables, y de un compromiso ideológico tal vez demasiado intransigente. Su peripecia fundacional no difiere demasiado de la de Galileo Galilei, y trae a la memoria la valentía discursiva de Domingo Tortorelli, aquel político fallido, y, especialmente, la del filósofo Diógenes de Sinope, aunque el problema sea Uruguay.

El libro retrata la tensión entre las personalidades de los músicos y sus proyectos y la mirada feroz de una sociedad intolerante y culturalmente pobre, dominada por la cultura rock y un nacionalismo selectivamente antiimperialista, aunque no únicamente. Lo que subyace, ante la aparición de esta expresión artística naciente, es el ataque violento frente a una amenaza saltarina al statu quo, con dosis de bullying propias de Donald Trump. “Andábamos siempre bardeando, siempre agresivos en el escenario”, apunta Bárbara Meireles, “la primera mujer uruguaya en rapear sobre un escenario”, sobre la respuesta de Fun You Stupid!, al que más tarde se integraría.

La comedia también deja lugar al absurdo. En el fondo ideológico de estos dos grupos precursores acusados de locura y de rareza surgen el arrojo y el convencimiento imprescindible para combatir y plantar bandera, incluso en condiciones favorables. Un caso: alguien anotó a VDS en el concurso de bandas del programa de Canal 10 Control remoto sin avisarles y cuando llegaron a la semifinal con el voto del público, ¿qué hicieron?: “Escribir una carta pidiendo por favor que nos sacaran del concurso. No nos interesaba”.

Uruguayan locos: los comienzos del rap en Uruguay, de Diego Rocha. 288 páginas. Estuario, 2024.

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