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Benjamin Lacombe y Sébastien Perez.

Foto: Alessandro Maradei

Benjamin Lacombe y Sébastien Perez: “La verdadera monstruosidad no es la que se ve”

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Los creadores franceses de literatura infantil juvenil estuvieron en Montevideo.

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Las ilustraciones de Benjamin Lacombe (París, 1982) observan a los lectores desde las tapas de sus libros. Miradas penetrantes, gestos melancólicos, personajes que inquietan. Su primer libro, Guinda cereza (2006), del que es autor integral, fue declarado por la revista Time Magazine como una de las mejores publicaciones juveniles del año y este reconocimiento lo catapultó a nivel mundial. Ilustró y otorgó nuevos universos simbólicos e imaginarios a clásicos como Bambi de Felix Salten, Alicia en el País de las Maravillas de Lewis Carroll, La sirenita de Hans Christian Andersen, Cuentos macabros de Edgar Allan Poe y El retrato de Dorian Gray de Oscar Wilde, entre otros. En 2007 publicó junto con Sébastien Perez (París, 1975) Destinos perrunos y desde ese momento han sido una dupla creativa muy prolífica. En ediciones muy cuidadas, que llegan a estas latitudes a través de la editorial Edelvives, publicaron muchísimos libros, como El herbario de las hadas, Genealogía de una bruja, Frida, la extraordinaria familia Appenzell y La enciclopedia de seres mágicos. Hace algunos días pasaron por Uruguay para presentar Historia de mujeres samurái en Cinemateca y firmar libros a numerosos seguidores que hacían cola. La charla comenzó con una cuenta.

Su primer libro es de 2007, así que están cumpliendo la mayoría de edad como dupla artística.

Benjamin Lacombe (BL): ¡Sí! Justo hablamos de eso ayer. Y cumplimos 18 años con la editorial Edelvives también. En dos años será la editorial con la que trabajo hace más tiempo.

En sus libros encuentro tres grandes universos: los cuentos clásicos, los seres maravillosos y fantásticos llenos de brujas, hadas, fantasmas, sirenas, espíritus, y las mascotas. ¿Ustedes también lo identifican así?

BL: Es una posibilidad. Nuestros libros se internan en un mundo imaginario y, a la vez, cotidiano. Hay algo extraordinario en lo cotidiano. Diría también que son libros que se parecen a nosotros. Cada uno pone mucho en cada libro.

Sébastien Perez (SP): Yo voy hacia lo fantástico, las hadas, las plantas; pero está también el aspecto histórico y psicológico que a Benjamin le gusta mucho. Tal vez Herbario de hadas fue el primero en donde realmente mezclamos nuestros mundos, por eso fue especial para nosotros. Nuestros personajes, ya sean fantásticos u obras clásicas, entran en los libros porque hablan de lo humano.

¿Qué dicen sus libros de los seres humanos?

BL: Los fantasmas, las hadas, los monstruos son espejos amplificados de las problemáticas profundamente humanas. De los fantasmas Sébastien puede decir mucho más, yo he trabajado sobre todo con brujas. Las brujas son la emancipación femenina, representan la idea de que una mujer puede vivir y puede realizarse sin que haya un hombre. El único punto común entre todas las brujas del mundo es que no tenían marido. SP: Cuando hablamos sobre las hadas también hablamos de ecología, porque tienen que ver con la naturaleza. Y los fantasmas representan la transmisión de un patrimonio cultural. El fantasma es la idea de lo no dicho, el veneno de lo no dicho. Su punto común es que tienen algo que resolver. Traen palabras. En la vida hay que decir las cosas para no corroernos.

En algunos textos del psicoanálisis francés se ha traducido al español “fantasía” por “fantasma”. ¿Cómo juegan estas palabras para ustedes?

BL: Mi madre fue doctora en psicología especializada en protección de la juventud. Los seres maravillosos son una llave para que hablen los traumas. Ella lo utilizaba muchísimo, les pedía a los niños que dibujaran. Es increíble hasta qué punto la utilización de los seres maravillosos puede permitir que podamos ver mejor y reflexionar, justamente.

Y para ti, Sebastien, ¿de dónde viene el interés por lo fantástico? Algunas personas quizá crean que como te formaste en matemáticas no te inclinarías por la ficción.

SP: Pienso que en todo hay algo maravilloso. Tenemos una colección, La enciclopedia de seres maravillosos, en la que para muchos textos incluyo la ciencia e incluso el universo cuántico, que para mí se revela como algo maravilloso. Hay cosas científicas en lo maravilloso y cosas maravillosas en lo científico. Hace miles de años que los japoneses hablaban de los espíritus Yokai y los identificaban como pequeños virus. Algo que podría ser muy médico, pero los veían como seres maravillosos que entraban en el cuerpo. Lo maravilloso es lo inexplicable, lo que tratamos de interpretar.

Existen formas muy diversas de explicar lo incomprensible.

SP: Sí, el problema es que lo humano está muy egocentrado en su pequeño espectro humano.

¿Ustedes buscan ser universales? Traen Oriente a Occidente, por ejemplo. Japón está muy presente en el trabajo de Benjamin y ahora en su nuevo libro.

BL: Sí, es un gusto personal. Una cultura que me gusta muchísimo y eso, de alguna manera, me acerca a Sébastien, porque él está muy inclinado a todo lo que tiene que ver con la naturaleza y lo maravilloso.

¿Son importantes la observación y la contemplación para crear?

BL: Sí, el dibujo y la creación literaria vienen de ahí. Verdaderamente hay algo en común. La cultura japonesa es una cultura muy vinculada al arte, al dibujo y a la expresión artística a través de las palabras; los haikus, por ejemplo, forman parte de sus vidas. Una obra siempre comienza a partir de una observación. Es lo que decía Leonardo Da Vinci, tiene que ver con tomar conciencia de que lo extraordinario surge de contemplar y tratar de comprender. La cultura sintoísta es una cultura muy animista. Hay una vinculación entre lo maravilloso y la tierra, los elementos, los animales. Todo puede remitir a algo maravilloso y extraordinario. Es una cultura que ha vivido una especie de autarquía y que ha trabajado mucho en torno a la observación. Estos seres maravillosos han surgido de la observación y de lo inexplicable vinculado a la observación.

SP: Al principio, por ejemplo, no me interesaba Japón, ahora me interesa. Cada vez encuentro más similitud entre las hadas y los Yocay; cuanto más investigamos, más se amplía nuestro universo.

Hay mucha investigación en sus obras y un espíritu lúdico necesario para transmitir información a las infancias; pienso en La enciclopedia de seres mágicos.

SP: Es muy divertido, porque investigando me encuentro con cosas que no conocía y las descubro. Quisimos que estas enciclopedias fuesen internacionales, hay muchos seres que antes de trabajar en estos libros no conocía para nada. No sabía que había hadas en África. Este descubrimiento fue una manera, también, de hacer que lo descubrieran otros niños de otras culturas.

BL: Sí, somos investigadores. Un libro en el que verdaderamente hubo descubrimiento y mucha investigación fue Historia de mujeres samurái. El primer libro que hice, cuando tenía 18 años, fue una historieta: un fantasma japonés tomaba posesión del cuerpo de un samurái para escaparse de un templo donde estaba prisionero; en esa época yo no sabía para nada que había mujeres samurái. Años más tarde, cuando comenzamos la historia, a través de algunas estampas descubrí a las mujeres. Se lo mencioné a Sébastien y empezamos a investigar. Un trabajo que nadie había hecho. No existía ni un libro sobre las mujeres samurái, ni en Japón, ni en Estados Unidos, ni en Francia; por tanto, conjuntamente con un historiador y a partir de esta información, que era muy pequeña, construimos historias.

¿Hay una reescritura?

BL: Totalmente, teníamos informaciones minúsculas, especialmente las estampas donde estas mujeres estaban representadas. Muchas veces, lo único que figuraba era un nombre. Luego había que buscar a quién pertenecía, a qué período correspondía. La historia de Japón masculina sí estaba escrita. Tratamos de tomar a estas mujeres que aparecían aisladas para reinsertarlas en la historia. Las mujeres samurái habían sido borradas. Estuvimos en Japón hace tres semanas, en el Museo sobre Samuráis; sólo encontramos una pieza, pequeña, de una mujer. Eso fue todo.

¿Cómo trabajan en la construcción de cada libro?

BL: Cada libro es diferente. La infancia de los malvados, villanos y maléficos, al principio, era una idea mía, pero fue Sébastien quien escribió todo. Elegimos los personajes conjuntamente. Partimos de una idea que nadie había desarrollado. En El herbario de las hadas fue una idea que yo tuve al principio, pero luego elegimos en forma conjunta cómo desarrollarla, y Sébastien redactó las historias.

SP: La historia de las dos hermanas japonesas, en Mujeres samurái, la pensé mucho. Como eran dos hermanas que se habían separado por completo, en cierto momento me dije: tengo que poner narraciones diferentes en cada texto, y cada una de ellas tiene su propia voz mientras están separadas. Vivieron vidas totalmente diferentes, una era una campesina, la otra una geisha; y era interesante conocer cada punto de vista por separado. A partir del momento en que se encuentran para vengar a su padre asesinado, cuando tienen un objetivo común, la narración es una; ese juego narrativo me gustó mucho.

Este libro y todos los anteriores son obras de arte. ¿Ustedes piensan el formato y los detalles técnicos? Porque hay muchos elementos vinculados con el objeto, que tienen que ver con la narrativa: los troquelados en Frida, las páginas transparentes en el libro de los fantasmas y en el de las hadas, la similitud a las estampas en los de Japón.

BL: Un libro realmente está hecho a medida. Trabajamos con el libro, con el objeto, pero depende también de los editores. En general soy yo quien hace las maquetas de los libros, elijo los formatos, los papeles, las especificidades técnicas. En este libro hubo poca ayuda. Hubo un especialista de la historia de Japón que intervino, que para mí fue muy importante porque me encontré con una cultura que no es la mía y necesitaba que históricamente estuviera validado y no cometer errores.

Las miradas de los personajes de Benjamin son muy singulares. ¿Tienen algo que decir de esas miradas?

BL: Busco personificar, encarnar la personalidad. Suelo tomar referencias de gente que conozco.

SP: Verdaderamente tienen una personalidad. Yo creo que el trabajo del autor es tratar de inspirar al ilustrador y, por tanto, hay que lograr que haya una consistencia en el personaje para que él se sienta lo suficientemente inspirado para darle una personalidad y una mirada.

¿En qué les gustaría trabajar?

SP: Me gusta darles voz a quienes no tienen voz, a quienes necesitan tener voz. Las mujeres, por ejemplo. A veces nos dicen “pero ustedes no son mujeres, ¿por qué hablan sobre las mujeres?”. ¿Qué importa? Tampoco somos brujas, ni hadas, ni monstruos. Pienso que es importante dar voz a los fantasmas y a los monstruos. Es aquí donde está nuestro mayor interés. Hicimos un libro para hablar de gente que está excluida. La verdadera monstruosidad no es la que se ve.

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