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La Policía es la institución en la que más se confía en Uruguay, por encima del Parlamento y los partidos políticos

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El politólogo Daniel Buquet analizó los datos del Latinobarómetro de 2021 y destacó que la pandemia no profundizó la pérdida de confianza en las instituciones, sino lo contrario.

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Leído por Abril Mederos.
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“Uruguay siempre estuvo en la parte más alta de los indicadores que tienen que ver con la confianza en las instituciones desde que se empezó a hacer el estudio”, dijo a la diaria Daniel Buquet, politólogo y catedrático de la Universidad de la República, en referencia al estudio regional que hizo la Corporación Latinobarómetro de Chile. El informe se enfocó en la medición de la democracia en 18 países de América Latina y analizó variables como la percepción de la justicia en la distribución de la riqueza, la confianza en las instituciones y los efectos de la pandemia.

En la edición de este año, Uruguay nuevamente ocupó los primeros lugares de todas las categorías relacionadas con la confianza en las instituciones políticas. Bajo las consignas “¿Cuánta confianza tiene usted en el Parlamento/los partidos políticos/las Fuerzas Armadas/la Policía?”, los uruguayos eligieron el grado de confianza que tienen sobre cada institución.

Con 51% de confianza en el Parlamento, Uruguay se ubicó en el primer puesto en la región, y lo mismo ocurrió con la confianza en los partidos políticos, que es de 33%. Estos indicadores se pueden complementar con la “cercanía de las personas a un partido político”, que tiene que ver con la identificación con un partido por sobre otro. Sobre esto, el informe destacó que “sólo en Uruguay (58%) y República Dominicana (52%) se encuentra una mayoría de la población cercana a un partido”.

En Uruguay y el resto de Latinoamérica, los informes previos al de 2021 reflejaban que había una baja progresiva de la confianza en las principales instituciones democráticas. Esto ocurre porque “los partidos y el Parlamento es lo que la gente más asocia con la política. Esta baja responde al malestar ciudadano con los políticos. Cuando la gente piensa que la política es negativa o que los políticos son deshonestos (y no sólo de un partido, políticos en general), tiene como consecuencia esta reducción de porcentajes en la variable”, sostuvo Buquet.

A pesar de este proceso descendente, para Buquet la buena noticia de este informe es que la pandemia no aceleró el deterioro, sino que ocurrió lo contrario. “Eso es importante porque en general creo que todos percibimos que la pandemia iba a ser un desafío para la democracia. En ese sentido, los aparatos políticos de la región se mostraron más resilientes de lo que la gente pensaba. Se mantuvieron deterioros democráticos que ya venían, como el caso de Brasil, El Salvador o Nicaragua, pero no a raíz de la pandemia”, explicó el politólogo.

En esta edición del Latinobarómetro incluso subieron todos los indicadores vinculados a la confianza en la democracia y la política en Uruguay respecto del estudio pasado. Buquet indicó que hay que tener en cuenta que la encuesta se hizo poco después de la asunción del nuevo gobierno y eso genera cierto entusiasmo en la población, que se conoce como efecto “luna de miel”. Explicó que “muchos de los que votaron al gobierno están contentos y muchos de los que no lo votaron pueden tener expectativas favorables. Si en un año de cambio de gobierno le preguntás a la gente por la confianza en los partidos y el Parlamento, es normal que el indicador suba”.

También aclaró el bajo resultado de 2018, que fue durante la mitad del período de gobierno anterior: “Ese año equivale a 2013 en el gobierno de Mujica, con la diferencia de que en 2013 tenías crecimiento de economía, los procesos redistributivos avanzaban, los salarios crecían. 2018 no es un año bueno en materia socioeconómica. Esa percepción negativa fue lo que llevó a que el Frente Amplio perdiera las elecciones y se refleja parcialmente en estas cuestiones más valorativas que tienen que ver con la política”.

Uruguay está a la vanguardia en cuanto a buenas garantías civiles y políticas. Libertad para participar en la política (72%) y libertad de expresión (72%) están relacionadas con la buena solidez institucional del país, según Buquet. La igualdad de género es otro indicador en el que Uruguay también se posiciona en los primeros puestos en materia de percepción; el informe destacó que “el grado de igualdad de género es un indicador de democracia. En América Latina este indicador es muy débil aún. En los países que tienen más igualdad de género funcionan mejor sus democracias”. Sobre esto, Buquet opinó que es posible que el mayor protagonismo de las mujeres en el mundo político, como el de la vicepresidenta Beatriz Arrimón o el de la intendenta de Montevideo, Carolina Cosse, haya ayudado a que exista una mayor percepción de la igualdad.

Las más confiables

Con 65% de aprobación, la Policía es la institución en la que más se confía en Uruguay, incluso por encima del Parlamento, el gobierno y la Corte Electoral, que están muy bien valorados. Además, en comparación con el resto del continente, Uruguay es el líder en el indicador. Históricamente, la institución siempre gozó de buena popularidad, según los anteriores informes, pero en los últimos años se ve un aumento en la confianza. Buquet afirmó que “la confianza hacia la Policía y los gobiernos democráticos no son dos cosas antagónicas. En un país muy democrático, con una cultura muy democrática, como Uruguay, es normal que la gente confíe en la Policía”.

Además, analizó que el aumento en relación a 2018 puede tener que ver con las señales que dio el fallecido exministro del Interior Jorge Larrañaga respecto de darle más confianza a la Policía. La campaña de la ley de urgente consideración también pudo jugar un rol importante, debido a que el discurso del oficialismo es que bajaron los delitos gracias a las nuevas herramientas que les dieron a los efectivos policiales.

En relación a esto, el informe también ofrece datos sobre la percepción de los involucrados en actos de corrupción. En esa variable, se genera una contradicción respecto de la confianza que los uruguayos le tienen a la Policía. En un cuadro de respuestas múltiples (suman más de 100%), el estudio muestra que el primer lugar en cuanto a posible involucramiento con la corrupción lo tiene la Policía, con 52%. Los siguientes son los empresarios, con 44%, y los líderes religiosos, con 42%.

Otra institución muy bien valorada son las Fuerzas Armadas: Uruguay es el segundo país de Latinoamérica que mayor confianza tiene en esta institución. Desde que se realizó la primera encuesta del Latinobarómetro, el aumento de la confianza ha sido progresivo, hasta llegar al 59% de aprobación que tiene hoy. Este número coloca a las Fuerzas Armadas en tercer lugar en cuanto a buena valoración, sólo por debajo de la Policía y la Corte Electoral.

Buquet explicó que los bajos niveles de confianza que tuvieron las Fuerzas Armadas al final del siglo pasado tenían que ver con su vinculación con la última dictadura. Debido al paso del tiempo y a que “el tema de los delitos de los militares en la dictadura no está permanentemente en debate”, la confianza en la institución empezó a crecer. Además, señaló que “el porcentaje alto de valoración de las Fuerzas Armadas no está asociado a una cuestión política”. Y agregó que “la mayoría de la gente no interactúa con los militares, tiene una imagen más indirecta, relacionada con que están ayudando en las misiones de paz, las fronteras, a controlar el contrabando, cuidan los perímetros de las cárceles. La gente se genera una imagen en torno a eso”.

Una región desigual

La percepción de la justicia en la distribución de la riqueza es otra variable destacada. El informe marcó que “existen variaciones leves en algunos países, pero no se observa un cambio de posición positivo en ninguno de ellos, en ningún momento. En 25 años no hay percepción de mejoría en la distribución de la riqueza en América Latina”. Y agregó que “las alternancias en el poder que han ocurrido en la región se deben a estas dos quejas centrales: la ausencia de dispersión del poder y de la riqueza en un cuarto de siglo”. Ese es el pensamiento de ocho de cada diez latinoamericanos.

76% de los uruguayos creen que la distribución de la riqueza es injusta o muy injusta. Esta variable no ha cambiado tanto a través del tiempo, a tono con la región. Sólo en un par de años, durante el segundo período de gobierno del Frente Amplio, hubo una leve mejora, con un pico de 35% de percepción de justicia. Respecto del informe previo que se realizó en 2018, se pasó de 19% de uruguayos que pensaban que la distribución era justa a 22% en el año que comenzó la pandemia. Buquet dijo que “la suba está dentro del margen [de error] y no da para teorizar mucho”, pero es contradictoria debido a los efectos redistributivos negativos que tuvo la pandemia. Sugirió que “tal vez en el momento en que se hizo la encuesta no había una percepción de ese cambio”.

Por otra parte, el politólogo cuestionó la pregunta que se utilizó para medir esta variable –“¿Cuán justa cree usted que es la distribución del ingreso en el país?”–. Dijo que la interrogante es bastante abstracta, debido a que las personas tienen distintas concepciones sobre lo que significa la justicia. “Que la gente crea que la distribución es justa no quiere decir que sea equitativa. El que cree que debe ser equitativa dirá que es justa cuando la ve equitativa, pero si piensa que está bien que haya ricos y pobres, como mucha gente piensa, dirá que es justa”, explicó.

Otra variable relacionada con la distribución de la riqueza es el acceso a la educación, la justicia y la salud. El informe destacó que “Costa Rica, Uruguay y Nicaragua son los países donde se percibe menores grados de injusticia en salud, educación y justicia”. 70% de la población de Uruguay piensa que el acceso a la salud es justo, 67% cree lo mismo de la educación y 42% de la justicia. Este último indicador es el peor valorado en toda Latinoamérica: países como Chile, Paraguay, Perú, Venezuela, Colombia, México, Ecuador y Argentina tienen índices de insatisfacción que superan el 80%. En términos comparativos, Uruguay no está nada mal.

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