Una variedad de investigadores de países del Sur participaron la semana pasada en la mesa redonda “Política industrial verde, competitividad e inserción internacional desde el Sur global”, en el marco del encuentro Iniciativa Uruguay Sur, celebrado por el Ministerio de Industria, Energía y Minería (MIEM), con el apoyo de la Oficina Regional de las Naciones Unidas en Uruguay y el think tank neerlandés Transnational Institute.
Según un folleto distribuido por la cartera, el encuentro se enmarcó en el desarrollo de la nueva política nacional de desarrollo industrial -que el MIEM se encuentra delineando y planea presentar el año próximo-, y significó “una oportunidad histórica para colaborar e intercambiar ideas para que el sur global hable con voz propia y trace estrategias comunes”.
El panel fue moderado por la jefa del Departamento de Políticas de Innovación de la cartera, Gabriela Schroeder, y contó con la participación de investigadores de diferentes rincones del Sur global: Andrea Peluffo, de la Facultad de Ciencias Económicas y de Administración de la Universidad de la República; los argentinos Verónica Robert, de la Universidad de San Martín, y Manuel Gonzalo, de la Universidad de Quilmes; el mexicano Carlos Cabrera, de la Universidad de Oxford, y la sudafricana Alboricah Rathupetsane, de la Stellenbosch University.
La industria pesada como “uno de los grandes desafíos de la política verde”
Rathupetsane compartió su experiencia en los intentos por descarbonizar la industria del acero sudafricana. La experta explicó que el sector es fuente de dos tercios del total de las emisiones, pero que simultáneamente genera más de 300.000 puestos de trabajo en un país con una alta tasa de desempleo.
Para ella, la cuestión es “política” y demanda “pensamiento crítico” a la hora de trazar una política de descarbonización que sea “verdaderamente significativa”. Sin embargo, matizó que eso no implica una aproximación condicionada por la posible pérdida de puestos de trabajo, sino en un ritmo apropiado, que se traduce en el “tipo de instrumentos y financiación requeridos para hacerla posible”.
Justamente, según dijo, el financiamiento es una de las barreras para tales esfuerzos, ya que hoy en día la descarbonización ocurre en un contexto de saturación de los mercados globales que vuelve al sector reacio a concretar inversiones. Es así que el grupo de trabajo que integra acompaña a las empresas a la hora de financiar sus proyectos. “Es muy importante pensar de manera práctica cómo una política industrial verde es muy ambiciosa, pero también muy habilitante en términos de atraer financiamiento y alcanzar el ritmo de descarbonización que queremos ver”, resumió la experta.
Rathupetsane definió la labor como “una gran historia de innovación y de trabajar en conjunto industria y gobierno en lugar de tener una relación de nosotros contra ellos” y, en línea con ello, se refirió a los esfuerzos de descarbonización en el sector manufacturero pesado como “uno de los grandes desafíos de la política industrial verde”.
El valor de los vínculos internacionales y la formación en la transmisión de conocimientos
Continuó Peluffo, que abordó una serie de hallazgos de su investigación académica sobre el comercio internacional, la política industrial y sus efectos en la innovación en nuestro país. La investigadora se refirió principalmente al fenómeno del spillover -la transferencia de conocimiento- dentro de los grandes bloques económicos, a partir de cuyo análisis fue posible determinar un impacto positivo sobre el desempeño empresarial y el empleo, con una mayor incidencia del Mercosur para el caso uruguayo. Atribuyó el hallazgo a la distancia tecnológica entre los países del bloque, en tanto los conocimientos dentro de la región “son más cercanos y las empresas pueden absorber más”, y lo destacó como algo a tener en cuenta.
También resaltó el peso del desarrollo y la investigación locales, que son “incluso más importantes” en lo que respecta a sus efectos sobre el conocimiento y la productividad. “Vale la pena invertir en materia doméstica”, subrayó. Respecto de los insumos intermedios, dijo que estos también afectan la productividad “en la medida en que haya una cuota importante de personal calificado”, por lo que remarcó que “valen la pena las políticas de capacitación”.
En función de estos hallazgos, la investigadora destacó que el hecho de concretar innovaciones que mejoran los niveles de productividad “se traduce en una mayor inserción internacional”, lo que permite a las empresas participar en “procesos de aprendizaje” que comienzan en mercados cercanos. También en el empleo de trabajadores calificados, lo que refuerza el rol de las políticas de capacitación.
Un cambio estructural autóctono en un mundo donde “lo verde es político y se disputa”
En tanto, Robert advirtió que la falta de una política industrial adecuada dentro del contexto global de transición energética sumergirá a los países del Sur global, que terminarían “más primarizados”, debido a “la presión que recae sobre la extracción de minerales críticos y otros tipos de recursos naturales” que caracterizan a buena parte de ellos. También advirtió sobre una posible desindustrialización a causa de una producción basada en “paradigmas tecnológicos fósiles”, que cada vez cuentan con menor aceptación en los mercados globales.
“Para poder aprovechar esas oportunidades de industrialización hay que enfrentar un desafío muy grande”, anticipó, y agregó que resulta imprescindible la correcta planificación de “qué sectores seleccionar y cómo seleccionarlos”. “Ahí llega la palabra de política industrial”, remarcó. Así, invitó a promover “un cambio estructural verde” para los países del Sur global diferente a aquel de los países del Norte. Según dijo, cada país debe seguir “el principio de responsabilidades comunes pero diferenciadas”, y “empezar por su inventario de emisiones” para trazar sus compromisos climáticos y “priorizar sectores estratégicos a desarrollar”.
Por ello, y dado que “vivimos en un mundo donde lo que es verde es político y se disputa”, llamó a “definir nuestra propia estrategia de desarrollo”. En su opinión, esto requiere “ser suficientemente inteligentes para saber que va a haber inversiones extranjeras buscando ciertos incentivos, recursos y objetivos que probablemente no sean los auténticamente autóctonos”, pero que “deberíamos poder orientar hacia objetivos estratégicos”.
El rol de las empresas estatales en la construcción de una nueva política industrial
Gonzalo, por su parte, dedicó su oratoria al rol que entiende que los estados del Sur global deben ejercer en un contexto global “en tensión”, que atribuyó al “crecimiento acelerado” de Asia, una región que “se le fue de las manos a Estados Unidos” y hacia la que varios países reorientaron el comercio. “Tenemos que saber cómo actuar en ese juego del Sur global, en el que no todos somos iguales”, dijo el investigador, que lo resumió como “un juego de cadenas regionales de valor”, en el que “hablar de política industrial está permitido”.
En esta línea, hizo énfasis en el rol de las empresas estatales como impulsoras de la transición energética, sin las que “no se puede encarar” una “agenda amplia” que va “desde cómo se captan rentas y se utilizan bien, cómo se profesionaliza la gestión, cómo se trata de hacer un conglomerado de estatales y cómo se trabaja con las estatales de nivel subnacional, que muchas veces tienen problemas de recursos humanos y capacidades” a “cómo finalmente aparece la agenda de construcción de capacidades, de soberanía y, finalmente, la agenda de transición energética”.
Los gobiernos subnacionales como “convocantes de diálogos” y “gestores de intereses”
En último lugar intervino Cabrera, que ahondó en aspectos de la experiencia mexicana para resaltar el rol que una perspectiva subnacional tiene en el proceso de industrialización verde. El investigador apuntó hacia el gobierno como “convocante de diálogos” entre los diferentes actores involucrados en el proceso -los empresarios, la academia, los trabajadores y las organizaciones de la sociedad civil- y “gestor” de sus intereses. Cabrera equiparó la importancia de dichas “coaliciones” con la de las innovaciones institucionales, y definió a ambas como “condición necesaria para lograr un consenso para el desarrollo”.
También la inversión: de forma similar a Rathupetsane, Cabrera remarcó la necesidad de alcanzar “compromisos” y “tener un plan de acción” respecto del financiamiento, y nuevamente realzó a las coaliciones como garante de estas. De esa manera, destacó que “lo importante” es garantizar estas “condiciones habilitadoras”, como las coaliciones, y “una visión compartida que permita definir una estrategia común, cuáles son los sectores en los que te vas a mover”. “Desde mi punto de vista, es mucho más fácil buscar los instrumentos para financiar eso que de otra manera”, ilustró.