El hecho de que el 31% de la población sienta desinterés o descreimiento por la política sorprendió al sociólogo y director de Factum, Eduardo Bottinelli, según dijo en diálogo con la diaria. Esta semana, la consultora publicó un informe realizado en agosto sobre la evaluación que hace la población de la actuación del gobierno y de la oposición en estos primeros seis meses de la administración de Yamandú Orsi.
Bottinelli explicó que el interés por medir esto, a través de una encuesta, surge por el “clima” que se vivió en la campaña electoral asociado a dos factores: por un lado, el rol de algunos actores “agresivos” y “contestatarios” con el resto y, por el otro, la opinión pública vinculada con la agenda política en un año electoral.
A diferencia de lo que puede suceder en otros países, del informe de Factum se desprende que no hay tal polarización: 7% de los consultados corresponde a un oficialismo cerrado, o sea, que apoya al gobierno en cualquier circunstancia, y, en la misma línea, hay un 3% que pertenece a una oposición cerrada, que critica al gobierno en cualquier circunstancia.
Bottinelli consideró que si bien “hay figuras que sí polarizan”, no se trata del “tono global de la opinión pública” con respecto a la política en general. “Una cosa es decir 'hay figuras que polarizan' y otra que la opinión pública está polarizada; por lo menos, el tono inicial de la gente en su posicionamiento es mucho más dialoguista que el tono polarizante que se puede ver en algunos momentos”, apuntó.
La encuesta incorporó tres opciones que apuntan a una posición más dialoguista. Oficialismo abierto, que refiere a votar al gobierno actual pero reconocer valores en la oposición; dialoguista, que no tiene posición partidaria y espera definiciones pragmáticas; y una oposición abierta, que si bien vota a la oposición, reconoce valores en el gobierno. Sumadas estas tres opciones se alcanza el 55%, lo que domina el posicionamiento.
Consultado sobre el porcentaje de desinterés o descreimiento en la política, Bottinelli consideró que hay “una mezcla de cosas”. En primer lugar, señaló que el desinterés está más marcado en las generaciones más jóvenes y en los niveles más bajos desde el punto de vista socioeconómico, de clase social y educativo, que “es bastante tradicional que suceda”. El descreimiento, por su parte, se da en edades intermedias para arriba y “no tan abajo en la clase social”, lo que marca un “tono distinto”, ya que se trata de personas que vivieron gobiernos de diferente signo y ahora están descreídas de la política. “Creo que en cualquiera de los dos casos son elementos a considerar porque tienen que ver justamente con el ejercicio de la política”, agregó.
Sobre cuánto incide la forma de hacer política, Bottinelli hizo hincapié en tres aspectos que se suman: la forma, el interés que despierta la política más allá de las formas y “cuánto la política le está cambiando la vida cotidiana a la gente”.
En ese sentido, en una semana en la que una sesión de la Comisión de Presupuestos integrada con Hacienda se vio marcada por el pedido de renuncia al presidente de la Administración de los Servicios de Salud del Estado, Álvaro Danza, y no tanto por los contenidos de los recursos a asignar, Bottinelli dijo que cuando hay un clima en el que la población está preocupada por temas de seguridad, de empleo, de ingresos, de pobreza, para el que está por fuera de ciertos temas un pedido de renuncia puede ser visto como “un escándalo y una pelea entre políticos”, lo que “va desgastando”. “Mientras cambian los gobiernos y hay sectores que no ven que se transforme su vida cotidiana, va generando el descreimiento”, señaló.
El director de Factum consideró que es un fenómeno que requiere atención “sin ser alarmistas”, pero sí “con la idea de que hay que prestar atención a algunas cosas”, ya que si bien “no es de un día para el otro que se dan los fenómenos que hemos visto en otros países”, porque Uruguay tiene características distintas, “hay algo que está sucediendo que está alejando a la gente de la política”.
En ese sentido, expresó que hay “señales que están bastante claras” en un contexto en el que el sistema político “tiene que tratar de sintonizar mejor con la gente”, ya que “uno de los pilares de la democracia tiene que ver con la confianza de la gente en el sistema y en las instituciones y la participación”. “Si tenemos problemas de participación, tenemos problemas de confianza y de desinterés”, añadió.
Si bien Bottinelli aclaró que es difícil hacer una comparación con otras mediciones para ver si los porcentajes de desinterés y descreimiento empeoraron, afirmó que hay un crecimiento de los indicadores. “Más o menos entre 2010 y 2015 se empieza a gestar una lógica de más lejanía y de menos conformidad, de caída de algunas confianzas en instituciones; se va generando de a poco un crecimiento en el desinterés, en la desconfianza, en el descreimiento”, resaltó.