En el comienzo de esta semana el directorio de la Administración Nacional de Combustibles, Alcohol y Portland (ANCAP) anunció el cierre de actividades de la Compañía ANCAP de Bebidas, Alcoholes y Solventes SA (CABA), empresa subsidiaria de la petrolera estatal. En la planta de CABA, ubicada en la zona de Capurro, se fabricaban bebidas alcohólicas, productos industriales –alcoholes y solventes– y también perfumes.
Los alcoholes y solventes se seguirán produciendo a través de otra empresa subsidiaria de ANCAP, Alcoholes del Uruguay (ALUR), y los perfumes se dejarán de fabricar. La idea del directorio de ANCAP era que la producción de bebidas alcohólicas pasara a ser realizada por privados, pero luego de un proceso licitatorio llevado a cabo durante 2017 que resultó desierto –ninguna empresa adquirió el pliego de la licitación, que costaba 5.000 dólares– se procedió a la liquidación de CABA. Es por esta razón que todas las bebidas alcohólicas que producía la empresa irán desapareciendo paulatinamente de las góndolas de los comercios hasta que se termine el remanente que está actualmente en stock. Entre las marcas más conocidas que no estarán más en venta se incluyen al whisky Mac Pay, la Caña de los 33, la grappa San Remo, el cognac Juanicó y el tradicional Espinillar. Pero además dejarán de existir los whiskies Añejo y Golden King, la grappamiel Salerno, el vodka Aleksin, el fernet Salerno, la grappamiel San Remo, el gin Cardiff, el ron Del Navegante, el ron Espinillar y la Cachaza de los 33.
Según se establece en la página web de ANCAP, en la planta de CABA se produjeron a lo largo de sus 87 años de existencia todas las bebidas destiladas del mundo, exceptuando al tequila y al sake.
Al ser una empresa pública que se regía por el derecho privado, los empleados que se desempeñaban en CABA no estaban representados gremialmente en la Federación ANCAP, sino en la Federación de Obreros y Empleados de la Bebida (FOEB). Fernando Ferreira, presidente de esta entidad e integrante del Secretariado Ejecutivo del PIT-CNT, realizó un breve repaso del proceso a través del cual se llegó al cierre de CABA. “Cuando asumió el actual gobierno, con la situación de ANCAP y con el déficit de 800 millones de dólares que se planteó en el momento de la salida de la administración anterior, la empresa empezó a revisar los números de las subsidiarias, aquellas empresas que son públicas pero que están regidas por el derecho privado. En el caso de CABA, había un déficit anual que rondaba entre uno y dos millones de dólares. Por otra parte, desde el Poder Ejecutivo se empezó a promover una política de regular el consumo de alcohol, entonces eso planteó una contradicción que llegó a los integrantes del directorio de ANCAP: por un lado, el gobierno estaba promoviendo la restricción del consumo de alcohol, y al mismo tiempo el Estado tenía una empresa dedicada a producir estas bebidas. Ese hecho, sumado al déficit estructural que tenía la empresa, llevó a plantear el cierre de CABA, y a partir de 2016 quedó claro que se iba en ese camino”, contó Ferreira, quien agregó: “Dada la situación, lo que nosotros comenzamos a hablar con el directorio de ANCAP fue el futuro de los trabajadores de CABA y que existieran alternativas que los contemplaran a todos. En CABA había aproximadamente 60 trabajadores, 42 de los cuales estaban afiliados a la FOEB. Mientras estuvo latente la posibilidad de que la empresa se vendiera, tal cual era la idea de ANCAP, se mantenía la expectativa de que los trabajadores de CABA pasaran a la nueva empresa, pero como eso no prosperó se plantearon otras alternativas. Entonces algunos trabajadores, alrededor de 20, pasarán a trabajar en ALUR; otros, que ya tenían 60 años, pasaron a régimen de jubilación; otro grupo de trabajadores que están entre los 56 y 60 años entraron en un plan de prejubilación, algo que se ha hecho tanto en el ámbito público como en el privado, en el que los trabajadores quedan a disposición de la empresa en caso de que puedan seguir trabajando en alguna de las subsidiarias de ANCAP, y después hubo otros trabajadores que optaron por un retiro incentivado que fue ofrecido por parte de la empresa. Por lo tanto, cuando se dio el cierre definitivo de CABA nadie quedó sin alternativas. Es bueno destacar que durante todo el proceso de liquidación de ALUR hubo una buena disposición de parte del directorio de ANCAP y todo el proceso de liquidación de la empresa fue muy prolijo”.
El bar Los Yuyos, uno de los afectados por el cierre de CABA
La producción de bebidas alcohólicas de ANCAP se remonta a 1931. En aquel momento la iniciativa tuvo como objetivo la regularización y fiscalización del mercado de bebidas alcohólicas en Uruguay, ya que hasta entonces no existían controles de ningún tipo y abundaba la producción ilegal.
El cese de la producción de bebidas por parte de ANCAP dejará huérfanos de sabores a ciertos paladares, pero además repercutirá en algunos negocios. Por ejemplo, José Serrón, propietario del emblemático boliche Los Yuyos, explicó a la diaria que el cierre de la subsidiaria de ANCAP afectará en cierta medida a su bar, que utiliza la Caña de los 33 para preparar las célebres bebidas alcohólicas infusionadas que allí se ofrecen desde hace décadas.
“A nosotros el cierre de CABA nos afecta porque desde que ANCAP comenzó a hacer alcoholes en el boliche se utilizó siempre esa caña, por lo que ahora vamos a tener que buscar alguna alternativa, porque en este momento no hay un producto parecido en el mercado. Hace muchísimos años, antes de que se trabajara con la caña de ANCAP, acá en Los Yuyos se usaba ron cubano, pero esa posibilidad hoy no es viable por un tema de costos. Con la grappa no vamos a tener problema porque hay una oferta mayor”, explicó Serrón.
De todas maneras, el cese de la producción de ANCAP no agarró mal parado al empresario: “Cuando nos avisaron del cierre de CABA hicimos una compra grande de caña y tenemos stock como para un año más o menos, pero después vamos a tener que ver qué hacemos”, concluyó Serrón.
Si bien las bebidas alcohólicas destiladas por ANCAP fueron las más consumidas del país durante largas décadas, en los últimos años, cada vez con más fuerza, los productos importados comenzaron a dominar el mercado. A propósito de esta situación, un estudio presentado esta semana por la empresa Cibils y Soto Consultores explicó el contexto operativo y comercial del mercado en el que se decidió el cierre de operaciones de CABA, basado específicamente en un análisis sobre el consumo de whisky en Uruguay.
En el estudio –en el que se aclara que el consumo de esta bebida en el país ha descendido 18% entre 2014 y 2017– se explica que el whisky de producción nacional dominó el mercado ampliamente durante años, llegando a representar más del 70% del consumo total. Pero esta realidad comenzó a cambiar sostenidamente, y a partir de 2007 y 2008 el whisky importado comenzó a ser el más consumido hasta la actualidad, cuando, según se establece en el estudio, casi 70% del whisky que se toma en Uruguay cada año es producido en el exterior.