Gaudilio Ademar Lorenzo es un payador uruguayo, relator y animador de festivales, vecino de San Jacinto, que ha pisado los escenarios de la Fiesta de la Chacra más de una vez. Además, es comunicador, y los sábados de 12.00 a 13.00 conduce un programa en radio Continental (1600 kHz, amplitud modulada), de Pando, un espacio que ha logrado mantener durante décadas, pasando por varias emisoras. “Si llego a fin de año, voy a estar cumpliendo 68 años ininterrumpidos de radio”, dice a la diaria con orgullo.
Gaudilio arrancó el programa en radio América, donde estuvo 24 años. “Como trabajaba en una empresa y motivos de trabajo me impedían continuar, alquilé [un espacio] en [la radio Continental de] Pando, y estuve un mes trabajando en las dos emisoras para decir que en tal fecha cerraba radio América y proseguía en Pando. Y ahí estuve 29 años consecutivos. Después, por problemas comerciales, digamos, porque nos reúne aún una amistad con uno de los dueños, me fui. Pero en simultáneo también, alquilé en radio Naturaleza (88.1 MHz, frecuencia modulada), de Tala, y estuve ahí 12 años, hasta cumplir los 65 años consecutivos bajo mi dirección. A los 65 años yo iba a cerrar el programa. Les dije a los muchachos, a los compañeros, y me dicen: ‘No, no, ese programa no se va a cerrar’. Y nos fuimos para Pando y seguimos hasta ahora”, cuenta Lorenzo.
¿Usted vive en San Jacinto, pero nació en Tala?
Sí, nací en Tala porque era donde había partera, calle por medio de la casa de El Viejo Pancho [José Alonso y Trelles, escritor y poeta gauchesco]. Es la misma casa que la refaccionaron. Después de ahí ya me crie en San Jacinto.
¿Cómo se aprende el oficio de payador?
Payador se nace. Conozco gente que ha querido sacar a los hijos payadores y no lo ha logrado. Se nace payador; después, lo único que tiene que hacer usted es preocuparse, como en todo trabajo, en toda cosa, de hacer todo, porque el payador, cuando sube a un escenario, va a hacer una payada de contrapuntos, como se llama. Cuando se llama payada, es entre dos o tres payadores. Si es uno solo, es improvisación. Usted no sabe de qué va a hablar una de las personas, entonces tiene que tener la capacidad suficiente como para enterarse prácticamente de todo. Aunque no sea técnico en nada, debe conocer un poco de todo.
¿Hay que leer noticias, libros?
Todo, usted tiene que estar enterado de todo.
¿Y aprendió a tocar la guitarra como cualquier paisano?
Exactamente, pero para acompañarme en lo que yo hago. No soy un músico de guitarra, simplemente me acompaño en lo que yo hago.
¿Y cuando agarró la guitarra ya sabía que iba a ser payador?
Casi simultáneo. Ahora que estoy trabajando en radio con los problemas que tuve en las cuerdas vocales, he tratado de interpretar la mayoría de las veces temas míos cuando no es payada de contrapunto. Porque yo escribo, entonces, para interpretar mal un tema de otro, prefiero interpretar uno mío. En algún festival, por ejemplo, complemento una payada con algún tema. Uno de los últimos temas que escribí es de las cosas que le da la vida a uno, porque Santiago Chalar, cada vez que venía a hacer una actuación cerca de San Jacinto, siempre venía por mi casa. Y en una oportunidad, en una actuación al lado de Santa Rosa, iba por lo de Lisandro García, el poeta de San Jacinto. Y dice: “Lorenzo, mañana, antes de irnos para Minas, voy a pasar”, creo que era el año 85. Y era la época que sonaba la canción del poeta peruano Augusto Polo Campos “Hombre con H”, que la cantaban prácticamente en todos los programas de folclore. Y esa mañana, me levanto temprano, voy a la panadería, compro unos bizcochos envueltos en papel blanco, paso por la radio y están pasando “Hombre con H”; llego a casa, prendo la radio y estaban pasando “Hombre con H”. Y digo, ¿por qué Hombre con H? Y se me ocurrió escribir un tema que se llama “Mensaje” y se lo mostré a Chalar. Y él me dijo: “¿Eso tiene música?”. Y dice más o menos así:
Mirando el abecedario
y observando bien sus letras
son bastante parecidas
exceptuando una de ellas.
Yo, yo he de cantarle a la M
y explico porque esta letra.
M es la que empieza Mundo,
M es la que Madre empieza
y ya con eso has ganado
un sitial de preferencia.
Mundo que todo lo abarca
Madre que todo lo encierra
paz, ternura, amor, dolor,
alegría y tristeza.
M que estás en el hombre
que porque lo mandan mata
por temor a una sanción
o ganarse una medalla,
sin saber por qué es que lo hace
más por miedo que por causa,
mientras otros ganan galones
ocultándose de su espalda,
manchando con inmundicia
de mentiras infundadas.
M que estás en los mártires
lo que hay en toda la tierra.
M estás en las montañas
M en los mares te encuentras
en las medianoches
donde otro día comienza.
M la de la mañana,
M de mujeres bellas,
M de marchar muy lejos,
mientras que la muerte llega.
M que nos marca méritos,
M que indica miseria,
M de las meretrices,
M la de las maestras.
¿Y cómo no he de cantarles,
quién no tuvo alguna de ellas,
mientras cruzan por el mundo
cual paloma mensajera?
M que estás en el más,
M que estás en el menos,
M que estás en el mucho,
M que estás en el tiempo.
M estás en las medidas
milenarias de mi verso,
melancólicos y tristes,
meditabundos y tiernos,
mientras pienso en la mañana
M, M mensaje te dejo.
Y Santiago [Chalar] me dijo si se lo podía mandar, si lo tengo, le dije, lo paso a máquina, y se enfermó, y quedó para atrás, y al poco tiempo falleció y quedó ahí. Yo registré la letra en Agadu [Asociación General de Autores del Uruguay]. Si lo fuera a decir, como ahora, tendría que decirlo en la mayoría de los programas de radio, porque es raro el día que alguien no lo pida. Pero no, no voy a aburrir a la gente [risas].
Además de payador, siempre estuvo trabajando en otras cosas...
Siempre, en la campaña, hice todos los trabajos de campaña, de peón, de lo que fuera. Porque mi familia era muy humilde, después anduve trabajando por ahí hasta que entré a trabajar en una carnicería. La carnicería en aquellos tiempos de campaña. Cuando se vendió la carnicería, el dueño de la carnicería dio una cantidad de dinero a los empleados que había. En esa época estaba el famoso Artigas Montañez, el primer dueño de lo que ahora es el frigorífico San Jacinto. Demoré unos días para ir porque yo tenía un trabajito para hacer afuera, y fui un día a hablar con él. Cuando llego, me recibe y me dice: “Sí, usted es el que faltaba, venga el lunes y tráigase herramientas, ropa y todo, y venga a las tres de la mañana para trabajar. Le digo, pero discúlpeme, ¿en qué? Dice: “A la faena, porque yo sé que usted es buen muchacho. Digo, no, discúlpeme, mándeme a lo que sea, cualquier trabajo, mándeme a lo que sea afuera, pero yo a matar caballos no vengo. Usted no precisa trabajar –me dijo–, váyase. Y me fui. Y me arreglé haciendo otras cosas; tenía un campito de mis padres, empecé a faenar y abastecer por allá; con los cueros hacía manualidades.
¿Y eso por respeto al animal, al caballo?
Claro, ¿vender un caballo mío para faenar? No, caballo, no. El caballo es libertad, por algo está en el escudo. A mí denme un caballo para trabajar, para cuidar, pero no para matarlo, para vender la carne, por favor, no. Por lo menos a mi criterio.
¿Hay que tener una velocidad mental importante para improvisar?
No solamente velocidad mental, sino que hay varios factores que conlleva la payada. Porque hay gente que yo le escucho improvisar, y es muy fácil amontonar consonantes. Pero uno que se considera más o menos un mediano payador, usted tiene que respetar música, respetar tema, y no para completar, redondear con consonante e irse del tema. Porque usted tiene que redondear la décima con la consonante adecuada, pero sobre el tema que está hablando. Y usted nunca sabe a la otra persona que viene a hacer una payada de contrapuntos de qué le va a hablar. Y usted tiene que estar preparado para dar la respuesta correspondiente, o la capacidad para buscarle la forma de evitarlo, o contrarrestarlo con algo que de repente no lo sepa él. Entonces usted tiene que estar en el momento oportuno. Y usted tiene décimas de segundo. Porque para hacer una décima son segundos. Lo que usted dice improvisando no tiene corrección. Porque si usted se equivocó, no hay manera de corregirlo. Y si usted se pone a hablar sobre la equivocación, lo que hace es agrandar el error. Porque de repente se equivocó, y hay gente que no se dio cuenta de que se equivocó. Pero uno sí sabe que se equivocó. Entonces, uno se tiene que ir inspirando, pero a su vez tiene que ir pensando en lo que dijo y lo que va a decir. No es tan fácil.
¿A qué edad empezó a payar?
A los 15 años. No había ni guitarra. La primera guitarra fue a los 18 años. Mi familia era muy humilde. Yo hacía dos kilómetros a pie para ir a la escuela, porque había un campo de por medio, y para ir a caballo tenía que hacer como cinco kilómetros, porque tenía que pasar todo alrededor de ese campo. En cambio, cruzándolo, caminando, era menos.
Entonces, payaba sin guitarra...
Exactamente, pero payaba para irme perfeccionando o con el sueño de un día ser payador. La primera payada con un profesional fue con el señor Raúl Montañéz, en San Carlos, Maldonado.
¿El arte de payar en el Uruguay es en todos lados igual o hay más en algunos lugares?
El semillero de payadores es Canelones, y hay departamentos que no tienen ningún payador. En cambio, en Canelones hay una tradición. Para mí, actualmente, lo mejor que queda como solista cantor tradicional es Gustavo Cabrera, hijo de Ariel Cabrera, porque en guitarra es un monstruo.