“El que prepondera en Brasil es un voto irracional, de miedo al regreso del Partido de los Trabajadores (PT) y de miedo a la toma del poder por parte de un tipo como Jair Bolsonaro. Es miedo versus miedo”, indicó en declaraciones a la diaria el coordinador general del grupo de análisis del Instituto de Relaciones Internacionales de la Universidad de San Pablo, Alberto Pfeifer. En este escenario, “una buena parte de la gente está votando anti-PT porque lo rechaza, le tiene fastidio, y vota por Bolsonaro aunque no sepa qué va a hacer”, agregó. De acuerdo con la última encuesta, publicada el jueves por Datafolha, Bolsonaro cuenta con una intención de voto de 35% y Haddad de 22%, sin que los demás candidatos aparezcan con posibilidades de acceder a la segunda vuelta. Si se consideran sólo los votos válidos –de los cuales un candidato debe obtener la mitad más uno para evitar la segunda vuelta–, el ultraderechista trepa a 39% y el izquierdista a 25%.

En la misma línea, el profesor del Departamento de Ciencia Política de la Universidad de San Pablo Jean Tible señala que desde el regreso a la democracia los brasileños se han dividido en tercios: “Un tercio de respaldo a la izquierda, o más bien al ex presidente Luiz Inácio Lula da Silva y al PT, otro tercio de rechazo y un tercero que está en el medio y decide para dónde se inclina la balanza”. Lo nuevo en estas elecciones es que el tercio que rechaza a la izquierda está creciendo mientras es “capitaneado por la extrema derecha”, de la mano de Bolsonaro, cuando hasta ahora era dirigido por el conservador Partido de la Social Democracia Brasileña (PSDB). El crecimiento de Bolsonaro tiene mucho que ver con ese rechazo, pero también con “una ola antidemocrática, antiderechos, con una agenda económica ultraliberal y una pauta de costumbres morales muy conservadora”, consideró. La figura de Bolsonaro creció a la sombra de una crisis del sistema político brasileño y en el marco de una construcción de una nueva derecha que supo capitalizar las movilizaciones contra presidentes que se vienen sucediendo desde 2013 y los movimientos que las acompañaron. “Bolsonaro creció ahí y superó a la derecha más clásica” con una perspectiva ultraconservadora que, por ejemplo, llega a considerar que el PSDB es de izquierda o que “todo lo que no es extrema derecha es comunista”.

En cuanto al aumento de la intención de voto del ex capitán del Ejército, que se intensificó en la última semana, Tible indicó que Bolsonaro “parece estar creciendo en los indecisos y los votos en blanco y nulos, pero también en lo que se denomina el voto útil: los otros candidatos de derecha están perdiendo votos con él”. Bolsonaro sumó en los últimos días los apoyos de bancadas conservadoras, como la ruralista, y de un sector del empresariado, a la vez que algunos políticos de partidos conservadores han dicho que en la segunda vuelta lo respaldarán, como el candidato a gobernador de San Pablo por el PSDB, João Doria. Estos cambios de última hora, advirtió Tible, hacen pensar que “no es imposible que Bolsonaro gane incluso en la primera vuelta”.

Simpatizantes de Jair Bolsonaro frente al Hospital Israelita Albert Einstein de San Pablo (archivo, setiembre 2018).

Simpatizantes de Jair Bolsonaro frente al Hospital Israelita Albert Einstein de San Pablo (archivo, setiembre 2018).

Foto: Nelson Almeida, AFP

En esta primera vuelta la población se ha ido a los extremos en el sentido de sus preferencias ideológicas y electorales, planteó Pfeifer, y todo indica que hacia el balotaje del 28 de octubre este escenario se profundizará. “Vamos a tener tres semanas de un discurso monotónico: los que quieren alejar al PT del sistema político brasileño y la gente del PT que viene con el discurso democrático, igualitario, de oportunidades y justicia social”, agregó. Sobre el escenario de la segunda vuelta, Tible opinó que será “un duelo de rechazos contra la extrema derecha y contra el PT, y ahí todos los actores políticos van a posicionarse implícita o explícitamente”. En este marco, además de los apoyos de otros candidatos de centro o izquierda, Tible consideró que Haddad podría obtener el respaldo de “algunas personas de una derecha que todavía es democrática”. La tensión que se puede generar en este escenario va a repercutir también en el gobierno que asuma el 1º de enero de 2019, señaló.

Ambos analistas consultados por la diaria coincidieron en que el próximo gobierno no contará con mayorías parlamentarias y en que el poder de negociación de quien sea presidente será fundamental. Las encuestas previas a las elecciones legislativas, que también se realizan mañana, indican que habrá un Congreso más fragmentado todavía que el actual y que contará con una mayoría conservadora. “Se va a instalar en el Congreso una multitud de representaciones políticas”, lo que se va a traducir en “un caleidoscopio que se va a ir amoldando de acuerdo a los temas que se presenten y a los intereses en cada caso”, indicó Pfeifer. El próximo presidente “no va a poder hacer nada sin el apoyo del Congreso”, y la gobernabilidad “va a depender de la habilidad que tenga el presidente para encontrar caminos y puentes” de negociación; en caso contrario habrá “parálisis y estancamiento”.

Por su parte, Tible señaló que si se cumplen las previsiones de las encuestas Bolsonaro tendría “un apoyo parlamentario importante”, similar al que tuvo hasta hace unos meses el actual presidente, Michel Temer. En cambio, en un gobierno de Haddad habría “una relación tensa”: “Los diputados de izquierda, en el mejor de los casos, no llegarán a representar un cuarto de la Cámara de Diputados; Haddad tendría que enfrentar a un Congreso hostil”, advirtió.

Más allá del resultado de las elecciones de mañana, habrá una nueva conformación de la derecha en Brasil, con un Bolsonaro que se alza como su máximo líder y que “logró en los últimos años expresar un sentimiento en la población” que refleja tanto el antipetismo como la “defensa de la tortura, los ataques a las mujeres, los homosexuales y toda la comunidad LGBTI”, que logró crecer “en un escenario de una crisis gravísima del sistema político”, indicó Tible. Esta crisis empezó con las protestas de junio de 2013, que sentaron un clima de disconformidad de la población con el sistema político que fue “aprovechado por sectores del Poder Judicial que lanzaron una ‘operación anticorrupción’ que es también antipolítica y, sobre todo, anti-PT”, lo que generó “una especie de tormenta perfecta que dejó al sistema político totalmente deslegitimado”. Como ejemplo de ello, señaló que “los dos candidatos más fuertes” en estas elecciones, Lula –que tenía una intención de voto de casi 40% antes de ser inhabilitado– y Bolsonaro, “se presentan como antisistémicos, aunque Lula haya sido presidente y Bolsonaro tenga una larga trayectoria en el Congreso”.

Por último, Tible señaló que lo que muestran las encuestas “es que el gran derrotado de mañana será el PSDB, que tendrá la votación más baja de su historia desde el regreso a la democracia” y quedará fuera de la segunda vuelta por primera vez desde las elecciones de 1989.

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