“Es una lógica inercial” porque “el número de fallecidos se alimenta de la cantidad de casos”, y al haber ocurrido en abril “la primera gran ola importante” de covid-19 en Uruguay ‒producto principalmente “de la gran contagiosidad” de la variante P1 detectada en Brasil y que predomina en nuestro territorio‒, las muertes son “el corolario” del proceso. Esto dijo el miércoles el ministro de Salud Pública, Daniel Salinas, consultado sobre el nivel de decesos por coronavirus en Uruguay, que tuvo en abril su mes más intenso y así lo reflejan diversos números, rankings y comparaciones.
El día final del mes de marzo fue el último en que Uruguay tuvo una cifra de muertes acumuladas por covid-19 inferior a los cuatro dígitos, ya que el virus tardó más de un año en producir el primer millar de decesos. Tan sólo 20 días después se logró igualar las cifras de muertes de todo el resto de la pandemia, y ahora abril cerrará con más de 1.600 fallecimientos a causa de la enfermedad.
Si miramos el dato del número de muertes acumulados por millón de habitantes, Uruguay entró a abril con una tasa de 281 fallecimientos, y esa medición el día 27 se ubicó por encima de 700 decesos. El salto importante durante el mes también puede verse al mirar la evolución de las muertes diarias: hasta marzo el mayor registro había sido 26, ya superado por el primer día de abril (35) y tras el récord hasta ahora ocurrido el día 15 (con 79 muertes), no hubo ninguna jornada con una cifra inferior a 43 fallecimientos.
Si se compara a Uruguay con la región la impresión de la gravedad de los datos es aún mayor. Tomando el promedio de muertes de los últimos siete días, Uruguay tiene una tasa de 17 muertes por millón de habitantes ‒ver gráfico‒, bastante por encima de Paraguay (12,7), Brasil (11,2) y Argentina (9), y casi el doble que el promedio del continente (9,4). Esta misma comparación a principios de abril ubicaba a Uruguay con una tasa de 6,29 muertes por millón de personas, sólo mayor a la de Argentina (2,7) y por debajo de Paraguay (6,8), Brasil (14,7) y el promedio de Sudamérica (8,9).
Tampoco baja la alarma por los números si se realiza una comparación mundial: sólo Hungría (20,5) tiene una tasa de decesos por millón de habitantes superior a la de Uruguay, tomando el promedio diario de la última semana.
Toda esta información, que surge de la web Our World in Data, refiere al momento actual, pero los números también permiten comparar la situación de hoy de Uruguay respecto del período más intenso de muertes en otros países. Comparado con seis naciones de referencia, la tasa de muertes por millón de habitantes en Uruguay llegó en su registro más alto (18,55 el 15 de abril) a un valor superior al pico de todos: en España hubo 18,52 decesos por millón de personas en el peor momento en abril del 2020; en Italia fue 13,3 en igual período; en Reino Unido fue 18,3 a fines de enero del 2021; en Estados Unidos 10,4 en esa misma fecha; en Argentina alcanzó 17,45 en octubre, y en Brasil 14,6 este mes.
GACH: muertes en mayo “difícilmente” sean menos
Un análisis de la situación de la pandemia del Grupo Asesor Científico Honorario (GACH) fue difundido este jueves. Allí se repasa que durante 2020, Uruguay tenía una tasa de letalidad de 1% de los positivos, mientras que en abril esto llegó “a valores cercanos a 2%”.
Otros indicadores “preocupantes” respecto de los decesos son que 65% de los fallecidos no pasan por CTI ‒ en febrero y marzo la cifra era 50% ‒, sumado a que 65% de los egresos de CTI son debido a la muerte del paciente.
El reporte señaló que “la curva de fallecidos diarios se ha estabilizado en los últimos días”, lo que es “consistente” con la “meseta” de nuevos casos por día, pero “aún no vemos un signo de reducción que permita afirmar que se está saliendo de la grave situación”.
Acerca de los motivos del incremento de los contagios y de los decesos por el virus, el GACH afirmó no tener “elementos para asignarle un rol determinante a nivel país” a la variante brasileña, a diferencia de lo dicho por Salinas.
Pensando en las próximas semanas, los investigadores expresaron que la movilidad creció tras Semana de Turismo a un nivel que “no alienta” la reducción de los contagios, y, por ende, de no entrar en una meseta la reproducción del virus la cantidad de fallecidos en mayo “difícilmente sea menor que la de abril”.
Briva: “No hay colapso de CTI” por el alto número de fallecidos
Al participar este jueves de un seminario virtual que organizó la Universidad de la República, el médico Arturo Briva, catedrático de Medicina Intensiva de la Facultad de Medicina, habló sobre si existe o no un exceso de muertes en Uruguay por el virus.
“La medicina intensiva hace décadas que trata de analizar el riesgo de un paciente de morirse por una enfermedad determinada. Se habla de mortalidad asociada a la gravedad, o sea el riesgo de morir”, que en Uruguay oscilaba en general entre 25% y 30% ‒ese porcentaje es el que muere del total de personas que ingresan a un CTI‒, explicó. De acuerdo a los datos de la Sociedad Uruguaya de Medicina Intensiva (SUMI), la realidad a raíz de la covid-19 “cambió drásticamente”.
La mortalidad de los pacientes que ingresan a cuidados intensivos con el virus llega a 48%, y crece 83% si se toma sólo al grupo más grave de pacientes que requieren de ventilación mecánica, que son cerca de la mitad. A su vez, la estadía promedio de los pacientes que salen con vida del CTI es 24 días, y de los que fallecen 13 días, contra entre cinco y siete días de promedio general prepandemia. “Estamos ante una patología que genera más muertes de lo habitual en los CTI y que consume más días de asistencia del sistema sanitario”, subrayó Briva.
El especialista continuó su análisis y dijo que la alta letalidad no viene de lo hecho en los CTI, sino que “es una enfermedad que está en la comunidad”, y con un desfasaje de entre diez y 15 días “previo al aumento de la mortalidad empezó a aumentar la positividad” en todo el país. En virtud de que ese aumento de casos es el primer eslabón, se van tensionando todos los demás.
Asimismo, el médico intensivista repasó que en los últimos 40 días han ingresado en promedio entre 45 y 50 pacientes al CTI por día. “Paradójicamente, tenemos más ingresos y la ocupación se mantiene”, dijo, y explicó el motivo: si bien hay altas, la mayor cantidad de vacantes se da por los fallecidos, que hacen que exista “espacio suficiente para que no haya un colapso u ocupación total de camas de CTI”.
Briva sostuvo que en función de los datos se permite especular que esta tendencia empezó a ocurrir cuando se superaron las 650 camas de CTI ocupadas, que era el nivel de camas disponibles que había previo a la pandemia ‒hoy el número se elevó a 990 unidades en todo el país‒. “A partir de ahí empezaron a aparecer más muertes que altas de pacientes graves. ¿Quiere decir que los CTI trabajan mal? No, hacen lo que pueden. Porque podés tener capacidad para 900 camas y dinero para comprar respiradores, pero no formás recursos humanos entrenados para asistir a ese número de camas”, indicó Briva, quien remarcó que la cantidad de personal se mantiene incambiada desde la llegada del virus.
Esto lo hizo estimar que “tenemos un aumento de la mortalidad que probablemente esté vinculado al estrés del sistema” asistencial, porque había preparación de recursos humanos “para atender a 650 pacientes graves a una velocidad, y si hay 800 pacientes [en el CTI, el personal] lo va a atender, va a dejar todo en la cancha, pero no puede hacer algo más allá de sus capacidades”.
También señaló que parte de las altas que se dan son de pacientes “no sanos sino con secuelas, que tendrán dificultades y serán una carga a futuro para el sistema de salud”. Como contrapunto, destacó los buenos resultados del trabajo del personal sanitario de la vacunación, ya que se redujeron “drásticamente” los ingresos a CTI. Hasta no repetir esa inmunización en gran parte de la población y de no haber un cambio en la movilidad, “tendremos cifras dramáticas día a día”.
Pensando en este panorama, Briva cerró su exposición con un mensaje en que mostró el camino para revertir la situación sanitaria que vive el país: “La sociedad debe humanizarse, no permanecer indiferente a que 40, 50 o 60 uruguayos mueren al día por una enfermedad que es prevenible si cortamos los contagios comunitarios. La solución no está a nivel del CTI, las muertes deben prevenirse en la comunidad y debemos volver a darnos cuenta de eso mientras vemos el número de muertes por televisión”.