Buenos días. Les comento algunas noticias que pueden leer hoy en la diaria.

En los años electorales abunda la manipulación de datos, pero con algunas cuestiones cruciales para el futuro de Uruguay no habría que jugar. Por ejemplo, con la necesidad de inversión en ciencia y tecnología. Las autoridades de la Agencia Nacional de Investigación e Innovación (ANII) destacaron que nuestro país alcanzó “niveles récord” en la materia durante 2022, con gran “crecimiento de la inversión proveniente del sector privado”. A primera vista, parece una noticia excelente, pero al profundizar en el asunto podemos confirmar que las apariencias engañan.

En esta edición publicamos un detallado análisis del tema, proveniente de la asociación de investigadoras e investigadores de Uruguay, que abarca cuestiones diversas y complejas. Aquí se señalarán algunos aspectos generales que no deberíamos perder de vista.

La inversión que Uruguay debe aumentar es, en realidad, una suma de inversiones en diferentes áreas que, combinadas, pueden funcionar como un sistema potente, arraigado en el conocimiento de nuestra realidad, guiado por acuerdos sobre nuestras necesidades prioritarias y orientado hacia el desarrollo sostenible.

Ese sistema abarca, entre otras cosas, la formación científica básica, la investigación y la aplicación de conocimientos en actividades con y sin fines de lucro. El aumento circunstancial de las inversiones en alguna de estas áreas no construye el tipo de sistema que nos hace falta y que ha cimentado el avance de otros países.

Cuando las actuales autoridades de la ANII afirman que “la inversión pública en investigación y desarrollo históricamente ha representado alrededor de 70% del total” en el país, pero que “a partir de 2019 se observa un cambio en esta tendencia, a raíz del crecimiento en la inversión privada”, escamotean el carácter sistémico del esfuerzo requerido, como si se tratara simplemente de llegar a cifras totales cada vez mayores, y en cierta medida contrabandean una premisa ideológica sobre la conveniencia de que las inversiones sean decididas y ejecutadas por el sector privado.

La inversión del sector público es clave para el desarrollo del sistema, por la sencilla razón de que se vuelca en áreas que el sector privado –y más aún el uruguayo– no suele priorizar, en la medida en que no proporcionan un retorno económico rápido. Los privados tienen sin duda su papel, pero con frecuencia lo desempeñan aprovechando lo que hizo antes el Estado. Y los datos muestran con claridad que la inversión pública en Uruguay se mantiene estancada, desde 2019, en niveles insuficientes.

El aumento de la inversión privada que se destaca desde la ANII corresponde en gran medida a decisiones de un par de grandes empresas del sector de información y comunicaciones, que como es natural están orientadas hacia sus propias necesidades, mientras la cantidad total de empresas que invierten en innovación disminuye, como lo indica la encuesta correspondiente a 2019-2021.

Si tenemos presente lo antedicho, veremos que los datos agitados por las autoridades de la ANII no indican un verdadero avance sustentable. A veces las apariencias engañan, y a veces hay quienes revisten los hechos con apariencias engañosas.

Hasta mañana.