Buenos días. Les comento algunas noticias que pueden leer hoy en la diaria.

El senador Mario Bergara retirará su precandidatura en las internas del Frente Amplio (FA) y apoyará la de Yamandú Orsi, tras analizar el panorama preelectoral junto con los sectores que lo apoyaban.

La causa evidente es que las precandidaturas de Orsi y Carolina Cosse se reparten la gran mayoría en la competencia, y esa polarización no iba a favorecer al expresidente del Banco Central si se mantenía en carrera.

Además, desde el punto de vista de Bergara y los dirigentes alineados tras él, si la opción se plantea entre el exintendente de Canelones y la intendenta de Montevideo hay una preferencia por el primero, acompañada por la percepción de que retirar la precandidatura propia favorecerá más a Orsi que a Cosse. Hay que tener en cuenta también que sostener una campaña no es sencillo para una estructura con recursos mucho menores que las que respaldan a la pareja de punteros.

Otra cuestión, menos obvia, es qué significa el retiro de Bergara para los posibles votantes del FA en junio, octubre y eventualmente noviembre. Desde el actual oficialismo se salió con rapidez a interpretar que esta decisión confirma un amplio predominio en la fuerza política opositora de las posturas “radicales” defendidas por el Movimiento de Participación Popular y el Partido Comunista, principales respaldos de Orsi y Cosse, respectivamente, y el ocaso de las seregnistas y astoristas. Sin embargo, la realidad es más compleja.

En primer lugar, y con independencia de los discursos y las denominaciones sectoriales, es discutible que la precandidatura de Bergara representara plenamente los legados políticos de Liber Seregni y Danilo Astori, que a su vez no son idénticos entre sí. En segundo lugar, esos legados se han incorporado en buena medida al conjunto del FA, al igual que el de Tabaré Vázquez, y resulta engañoso medirlos en función de las relaciones de fuerzas entre sectores. Un ejemplo claro está en las bases programáticas para el próximo período de gobierno.

La estrategia frenteamplista con miras a las elecciones nacionales apunta, como es lógico, a recuperar votantes perdidos en 2019, y es bastante clara la intención de no causar alarma o temor en la crucial franja de personas indecisas, con propuestas que no resulten vulnerables ante previsibles ataques del actual oficialismo, y que no requieran detalladas explicaciones para defenderlas ante esos ataques, que probablemente se producirán con más búsqueda de impacto que de raciocinio.

Esto implica un estilo de campaña con el que gran parte del frenteamplismo “moderado” se siente cómodo y determina, entre otras cosas, que la invocación del “astorismo” no cuente con un atractivo que tuvieron las principales batallas políticas de Astori, en las que este se presentó como una alternativa necesaria a otras orientaciones dentro del FA, o por lo menos como un contrapeso indispensable. Incluso en relación con la propuesta de plebiscito sobre seguridad social, la oposición de Bergara no tenía como contraparte el apoyo desde otra precandidatura, ya que Orsi tampoco acompaña la iniciativa y Cosse, si bien firmó para que haya consulta popular, no ha dicho que su intención sea votar Sí.

Hasta mañana.