La Real Academia Sueca de Ciencias decidió otorgar el Premio Nobel de Química 2022 en partes iguales a tres investigadores debido a sus contribuciones al “desarrollo de la química click y la química bioortogonal”. Entre los ganadores está Carolyn Bertozzi, quien actualmente investiga en la Universidad de Stanford, Estados Unidos, y pasa a ser de esta manera la octava mujer en obtener un Nobel de Química desde que comenzaron a entregarse en 1901. Los otros dos ganadores son Morten Meldal, actualmente en la Universidad de Copenaghe, Dinamarca, y Barry Sharpless, quién acuñó le término “química click”, hoy en el Instituto de Investigación Scripps, de Estados Unidos, quien pasa a ser uno de los dos únicos investigadores en haber recibido dos veces el Nobel de Química (en 2001 lo obtuvo por sus aportes al desarrollo de las reacciones catalíticas asimétricas).

La Academia Sueca reconoce que “Sharpless y Meldal han sentado las bases para una forma funcional de química, la química click, en la que los bloques de construcción moleculares se unen de manera rápida y eficiente”, mientras destacan que “Bertozzi ha llevado la química del click a una nueva dimensión, comenzando a utilizarla en organismos vivos”. Veamos un poco de qué va todo esto, que contrariamente a lo que podría pensarse, no consiste en ensamblar moléculas moviendo el ratón de una computadora y haciendo un simple clic, sino que refiere más al sonido que hace, por ejemplo, la traba de un cinturón de seguridad.

Muy agudo

Al contrario de lo que indica su apellido, Barry Sharpless es un químico sumamente agudo. En el año 2000 acuñó el concepto de la química click para referirse a una “química simple y confiable, en que las reacciones ocurren rápidamente y se evitan los subproductos indeseados”, según señala el Comité de Química del Premio Nobel.

K. Barry Sharpless (archivo, abril de 2001). Foto: Andrew Seda, AFP

K. Barry Sharpless (archivo, abril de 2001). Foto: Andrew Seda, AFP

Pero mientras Sharpless avanzaba en esa dirección en el Instituto Scripps, en paralelo y de forma independiente, Morten Medal venía persiguiendo el mismo objetivo. Según el repartido de prensa del Nobel, ambos arribaron por separado a “la joya de la corona de la química click”: la cicloadición catalizada por cobre de azidas y alquinos, hoy ampliamente utilizada en el ensamblado de moléculas, por ejemplo con fines farmacéuticos.

Profesor Morten Meldal, se reúne con la prensa en la Universidad de Copenhague, el 5 de octubre. Foto: Philip Davali, Ritzau Scanpix, AFP

Profesor Morten Meldal, se reúne con la prensa en la Universidad de Copenhague, el 5 de octubre. Foto: Philip Davali, Ritzau Scanpix, AFP

En vivo y en tiempo real

Parándose en las contribuciones de Sharpless y Medal en la química click, Carolyn Bertozzi, buscando mapear biomoléculas en la superficie de las células, desarrolló reacciones click que funcionan dentro de los organismos vivos introduciendo azúcares con azidas y luego haciéndolas hacer click con alquinos sin implicar el uso de cobre, que es tóxico para las células.

Carolyn Bertozzi (archivo, marzo de 2020). Foto: Benoit Doppagne, Belga, AFP

Carolyn Bertozzi (archivo, marzo de 2020). Foto: Benoit Doppagne, Belga, AFP

Dado que esas reacciones no afectaban la química necesaria para el funcionamiento de las células, en 2003 Bertozzi las bautizó como reacciones bioortogonales, ya que están dirigidas a provocar el efecto deseado sin afectar lo que sucede alrededor. Como dice el Comité de Química de Nobel, estas reacciones bioortogonales hoy “se usan globalmente para explorar células y rastrear procesos biológicos”, ayudando a estudiar biomoléculas como glucanos, proteínas y lípidos en tiempo real y sin toxicidad celular, y permitiendo, por ejemplo, “mejorar la orientación de los productos farmacéuticos contra el cáncer”.

De esta manera, tras entregarse los Nobel de Medicina y Fisiología, Física y hoy de Química, la lista de laureados vuelve a mostrar sus ya tradicionales y anquilosados sesgos: de los siete que recibieron el galardón, apenas se reconoció la labor de una sola científica.

Pero el sesgo de género no es el único factor que nubla el juicio de los comités del Nobel. Todos los ganadores son blancos e investigan en instituciones prestigiosas del hemisferio norte. Si a eso sumamos que los Nobel se entregan a científicos individuales y no a equipos de investigación, que son los que realmente hacen avanzar el conocimiento, cada vez queda más de manifiesto la necesidad de, o bien cambiar algo en los propios premios, o dejar de verlos como algo tan significativo. De todas formas, siguen siendo una excusa valiosa para hablar de la ciencia y de quiénes la hacen, aún cuando sólo una pequeña minoría no representativa sea la laureada.