Seamos claros: la potencial recuperación económica no será suficiente. Asimismo, los programas de austeridad, que ya se están aplicando en varios países, sólo empeorarán la situación.
A pocos días del 8 de marzo, miremos a Chile. En este país donde crecí, notable por su conservadurismo y neoliberalismo extremo, soplan vientos de esperanza, en gran parte gracias al movimiento feminista.
Seguir tolerando la evasión y elusión fiscal de los más ricos y de las multinacionales, y privar a los países del Sur Global de recursos adicionales, es un ataque en toda regla a los derechos humanos.
Para compensar las sumas desembolsadas durante la crisis y financiar la recuperación, los gobiernos deben buscar el dinero donde se encuentra: en las cuentas de los más ricos y de las multinacionales.
Es necesario que las organizaciones multilaterales, como el Banco Mundial y el Fondo Monetario Internacional, dejen de imponer a los países la privatización de los servicios públicos.
Varios países en desarrollo, preocupados por el aumento en sus gastos, optan por seguir aplicando medidas de austeridad fiscal devastadoras. Este es un error que no podemos permitirnos.