En más de 120 años, Nacional y Peñarol han jugado entre sí más de medio millar de veces. Hay cientos de partidos, fundamentalmente desde el inicio del profesionalismo en 1932, en los que sus enfrentamientos han decidido el destino de los campeonatos.

Hay una historia, tal vez forzada por las circunstancias de que decenas de veces llegaron al último clásico de la temporada pensando en que ambos serían campeones, de que una victoria o un resultado favorable les resolvería el campeonato y la temporada. En reiterados períodos, seguramente de otras épocas, con un acotado período de pases de jugadores al exterior, la riqueza y el engrose de las plantillas de Nacional y Peñarol dependían fundamentalmente de lo que pudiesen conseguir en el resto de los clubes con los que competían, o de acuerdo a la sagacidad y posibilidades económicas de las comisiones dirigentes sobre lo que se pudiese traer del exterior.

Esto cambió rotundamente en los últimos 40 años y, si bien es cierto que los números avalan la teoría popular de que los clásicos siguen definiendo campeonatos, ya no chocan planteles afianzados o potenciados por el conocimiento mutuo de un par de temporadas construyendo partido a partido una forma de optimizar el juego colectivo, y mucho menos que respondan a unas directivas técnicas encuadradas dentro de una misma línea conceptual de juego, ya no en la aplicación táctica o estratégica de cada partido, sino en las decisiones y posiciones más amplias de cómo afrontar una competencia.

Obsolescencia programada

La coyuntura de este enfrentamiento del próximo sábado en el Parque Central hace imposible cualquier análisis basado en antecedentes de los técnicos como tales, porque como futbolistas tienen mucha historia con las camisetas de los clubes que ahora dirigen.

En ambos casos se trata de la primera experiencia como entrenadores jefes. Darío Rodríguez tiene cuatro meses al mando de Peñarol después de haber sustituido a Alfredo Arias, quien había sacado al equipo campeón del Apertura y, por ende, lo había colocado en las finales del Uruguayo, mientras que Álvaro Recoba tiene apenas unos días, menos de un mes dirigiendo a los tricolores. Darío fue el segundo técnico de la temporada en los mirasoles, y el Chino el tercero en los tricolores, después del argentino Ricardo Zielinski y Álvaro Gutiérrez.

El actual técnico de Peñarol lleva una docena de partidos con su equipo en Uruguay (cuatro en el Intermedio y ocho en el Clausura), mientras que Recoba sólo tiene dos en las últimas semanas: cayó ante Deportivo Maldonado y ganó frente a River Plate.

Este año jugaron un solo clásico oficial, fue en abril en el Campeón del Siglo, el primero de la historia sin público visitante, ninguno de los dos entrenadores que estaban aquella tarde cuando ganó Peñarol 2-0 repetirán el sábado, y seguramente muchos de los 22 futbolistas que empezaron aquel día no se sacarán la foto de la oncena inicial el sábado.

Estilo, protagonismo y especulación

Entre la debilidad económica del mercado futbolístico uruguayo, que hace casi imposible sostener a figuras, y las ideas y filosofía de juego de los técnicos, sumado a la individualidad de los futbolistas con mejor o peor momento, con estado sanitario óptimo o deficitario, poder proyectar un posible partido en condiciones de laboratorio basándonos en aquel encuentro del Campeón del Siglo es prácticamente imposible. No hay Chat GPT, Google Bard, Bing ni inteligencia artificial que pueda adelantarnos cómo será el partido.

La segunda vez que Marcelo Bielsa se presentó a la prensa uruguaya ya como técnico de la selección, y después de haber denunciado que en los medios de comunicación había poca capacidad de análisis, emitió un par de conceptos que resultan pilares para el análisis de los estilos de juego: “El estilo, la forma de jugar, es lo que no se puede cambiar, y la forma de jugar contempla protagonismo o especulación, predominio del desarrollo creativo o predominio del desarrollo de la recuperación de la pelota, las dos son indispensables, y por tanto no se trata de defender o atacar, sino de que el estilo tiene otros componentes que están vinculados a los riesgos que un equipo quiere tomar. Si un equipo no ataca, defiende mal, y si no defiende, ataca mal. No se trata de defender o atacar, sino que el estilo tiene otros componentes que están vinculados a los riesgos que un equipo de fútbol está dispuesto a correr según quiera acertar o provocar que el rival se equivoque. Acertar presupone tomar riesgos y está asociado con el protagonismo, apostar a que el rival se equivoque es especular y apunta a eso. Lo que no puede hacer el entrenador es cambiar un estilo rápidamente. Creer que un estilo se cambia de un partido a otro es imposible. La consolidación de una forma de jugar tiene un proceso”.

Hola, Bing, ¿me podrías decir cómo van a jugar?

¿Entonces cuál es el estilo de juego posible para definir a Darío Rodríguez en Peñarol después de 12 partidos? Parece existir una preocupación definida y marcada por sostener una sólida estructura defensiva, pero asimismo, como se trata de un equipo con buenas posibilidades ofensivas, hay una suerte de contrapeso en la idea y un desbalance para el lado de la especulación por sobre el protagonismo. A ello hay que sumar dos variables coyunturales que tendrán absoluta incidencia este sábado: las posiciones en la tablas, con Peñarol con mucha luz sobre Nacional, y la condición física de alguno de sus valores, que seguramente alejarán la mejor oncena posible del cuerpo técnico carbonero. Seguro tendrá una línea de cuatro por delante del arquero Guillermo de Amores, y muy posiblemente sea con Mathías Aguirregaray, Leonardo Coelho, Maximiliano Olivera y Lucas Hernández. Tiene a dos de sus tres zagueros centrales en sanidad, Hernán Menosse y Yonatthan Rak, pero si alguno de ellos se recupera es posible que ingrese de entrada.

En la mediacancha, si planteara un esquema 4-2-3-1, con seguridad esperará hasta último momento la recuperación del juvenil Damián García para que juegue con Sebastián Cristóforo, y por delante de ellos quien ha sido uno de los mejores, Sebastián Rodríguez; por los flancos colocaría a Franco González y Valentín Rodríguez (o Ángel González o hasta José Neris), apenas por detrás de Matías Arezo. Todo puede cambiar si llega con el alta médica y el alta deportiva Abel Hernández, que seguro, si está pronto, ocupará un lugar preferencial entre los elegidos por Darío.

Con Recoba es muy difícil proyectar qué equipo y qué idea de afrontar el partido tendrá. Primero porque tiene apenas tres semanas de competencia, y ha llegado en una situación difícil y con un estilo de juego, o una idea a tratar de ejecutar, que se contrapone notoriamente con el expresado por Álvaro Gutiérrez. Recoba parece querer tomar riesgos, pero además los debe tomar por la propia posición de Nacional en las tablas.

Seguro que también sostendrá una línea de cuatro por delante de Salvador Ichazo, con Leandro Lozano, Daniel Bocanegra, Diego Polenta y Gabriel Báez. Posiblemente mantenga a Francisco Ginella como eje central y pase a Yonatan Rodríguez a uno de los lados. ¿Será un 4-2-3-1? No parece, porque con seguridad estarán José Alberti y Gonzalo Carneiro, que no juegan por afuera, por detrás de Juan Ignacio Ramírez; el futbolista número 11 de esta lista de posibles titulares seguramente saldrá de Franco Fagúndez o Diego Zabala. Es posible que sea un 4-3-1-2 con los laterales tratando de soltarse por afuera.