La incertidumbre extrema que vive Argentina, agregada a la crisis económica y social gravísima, hace que el pronóstico del resultado electoral se traslade a especulaciones sobre su futuro institucional.

El nivel de inflación, los niveles de pobreza e indigencia y los peligros de una explosión social son agravados por una campaña de una agresividad sin límites.

La descalificación, el insulto y el agravio, utilizados en forma sistemática por el candidato Javier Milei contra todo el sistema político, generan una crispación que incrementa los ánimos exacerbados de gran parte de la población.

Sin duda alguna, la buena votación de Milei está basada en gran medida en ese discurso contra la “casta” que sintoniza con el hartazgo y la indignación de una parte de la ciudadanía empobrecida y sometida a privaciones, cansada también de actos de corrupción que percibe como generalizados.

Las propuestas de gobierno del candidato (que se autoproclamó “el rey de la selva”) no parecen realizables, por sí mismas o porque no tendrían apoyo parlamentario. Eso puede plantear una situación de crisis política que devenga en una crisis institucional.

Uruguay y su sistema político deben actuar con extrema cautela, sin abrir juicios sobre la coyuntura salvo para desear la mejor y más ordenada salida posible para la hermana república.

Para Uruguay la relación con Argentina es tan importante como la relación con Brasil. Argentina tiene enormes reservas de petróleo y gas en el sur y una de las más grandes reservas de litio del mundo en el norte de su territorio. Apenas esté en condiciones de transformar dichas riquezas en exportaciones con diverso valor agregado, comenzará un período económico de superávit de su balanza comercial extraordinario.

El gran desafío para poder salir de la gravísima situación actual es político e institucional. Llegar a administrar un futuro de bonanza económica y transformarla en una mejora radical del punto de vista social.

Uruguay y su sistema político deben actuar con extrema cautela, sin abrir juicios sobre la coyuntura salvo para desear la mejor y más ordenada salida posible para la hermana república. Quizás sólo expresar que no deseamos que haya reyes ni selva. En la selva rige descarnadamente la ley del más fuerte. Su pueblo ya sufre una situación parecida. Esperemos que pueda superar con éxito este complicado e impredecible momento.

Carlos Pita fue embajador de Uruguay en Chile, España y Estados Unidos.