Pablo Ferreri tuvo, entre otros cargos, el de subsecretario del Ministerio de Economía y Finanzas (MEF) en el tercer gobierno del Frente Amplio (FA). Actualmente se desempeña como director de la Comisión de Inversiones de la Intendencia de Montevideo, que tiene al frente a Carolina Cosse.

Considera que “antes de definir candidaturas” la coalición de izquierda debe “tener una fuerte elaboración programática” y una “discusión a todo nivel de para qué quiere ganar” las elecciones de 2024. A su entender, el FA debe tener “un proyecto potente”, y afirma estar “trabajando fuertemente para generar propuestas” y así “incidir en la elaboración del proyecto nacional de desarrollo” del eventual próximo gobierno.

Con críticas al gobierno de Luis Lacalle Pou por su modelo económico, Ferreri brindó una entrevista a la diaria en la que habló de los planes a futuro: llamó a diversificar la matriz productiva para “apuntalar el crecimiento”, manteniendo el “orden macroeconómico y fiscal” y profundizando la “inserción internacional”, además de reformular el “sistema de innovación, ciencia y tecnología”, en el que, a su entender, se debe multiplicar la inversión.

Desde el punto de vista económico, ¿qué evaluación hacés de estos casi tres años de gobierno?

Después de 15 años de gobierno del FA, gana una coalición de signo ideológico absolutamente contrario y 34 meses después de su asunción podemos ver un hilo conductor común en el accionar de ese gobierno. Tiene que ver con una fuerte raigambre ideológica según la cual el Estado es una carga que debe ser reducida para liberar las fuerzas de los “malla oro” para que estos puedan desplegar todas sus capacidades y generar riqueza, que luego, de alguna forma que nadie explica, eso derrame en la sociedad en su conjunto. Pero no existe evidencia empírica en el mundo de proyectos en los que la riqueza se distribuya mágicamente si no hay políticas públicas activas que colaboren con eso. Es una visión legítima pero absolutamente equivocada, sobre todo porque una sociedad no se mide por cómo trata a los malla oro, sino por cómo protege al camión de los rezagados. Desde el primer momento tuvimos un brutal recorte fiscal; en la campaña electoral nosotros advertíamos que la magnitud del ajuste fiscal que se mencionaba no era posible realizarlo sin afectar servicios públicos esenciales, mientras que ellos decían que sí era posible, y el tiempo nos ha dado claramente la razón.

Desde que entraron al gobierno debutaron prácticamente con un decreto que les ponía un tope de 85% a los gastos de los ministerios, entonces, ya de entrada, antes de votar el Presupuesto, lo recortaron. Eso después se vio en lo que tiene que ver con la Ley de Presupuesto, con las rendiciones de cuentas, con la ley de urgente consideración; en todas ellas hubo una retirada del Estado, hubo menos recursos para las áreas sensibles: educación, salud, vivienda, inversión en empresas públicas. Los resultados no pueden ser auspiciosos. Este gobierno ha puesto foco –con cierta cuota de enamoramiento– en el resultado fiscal únicamente, que ha mejorado, pero eso no es suficiente. Ha tenido en 2021 y 2022 buenos números vinculados al crecimiento de la economía, pero ese crecimiento tiene su base en la comparación estadística, con un pésimo 2020 y con unos primeros trimestres de 2021 en los que también la economía se desfondó por la crisis de la covid-19; ya para el año que viene la expectativa de crecimiento de Uruguay se ubica en una cuestión tendencial de 2%. Eso ha ocurrido de la mano de un deterioro del salario real y de las pasividades.

Eso de gobernar para los malla oro tuvo expresiones concretas: mientras la economía crecía en el entorno de 5% y teníamos récord de exportaciones tanto en volúmenes como en precios y mientras crecían los depósitos bancarios de manera muy fuerte tanto en Uruguay como de uruguayos en el exterior –y los que más crecieron son aquellos de más de 250.000 dólares–, el salario y las pasividades reales no han parado de caer. O sea, si uno dice que parecería lógico que en un año de crisis como 2020 caiga la economía y caigan los salarios, debería también aceptar lo contrario, es decir, cuando crece la economía, deberían crecer los salarios y las pasividades, y eso no ha ocurrido ni en 2021 ni en 2022. Si se cumplen las proyecciones del propio equipo económico, al final del período la economía uruguaya habrá crecido 9%, lo que representa unos 4.500 millones de dólares más, y los salarios y las pasividades, con suerte, alcanzarían los niveles de 2019. Es decir, hay alguien que se va a quedar con nueve puntos más del PIB [producto interno bruto] y no son las enormes mayorías nacionales, los trabajadores y los pasivos.

¿Qué tanta incidencia pudo haber tenido la pandemia?

Es innegable que la pandemia afectó y que eso no fue culpa del gobierno. Sí es responsabilidad del gobierno la forma de responder y de pararse frente a la pandemia. Al final hubo una muy buena respuesta sanitaria, pero en materia económica y social la respuesta fue bastante pobre porque había incluso estudios de la Universidad de la República que decían que si no se ponían los recursos necesarios íbamos a tener 100.000 pobres más, y tuvimos 100.000 pobres más, de los cuales hoy entre 50.000 y 60.000 aún no han salido de la situación de pobreza, cuando ya llevamos dos años de crecimiento. Pero si te acepto el argumento de que con la caída de la economía pueden caer los salarios, entonces cuando crece deben subir, y eso no ocurrió. Quienes se están apropiando de la mejora de la economía claramente son los malla oro, que son por definición la enorme minoría de la población.

Pero eso tiene que ver con una cuestión coyuntural de cómo está manejando el gobierno el corto plazo. También veo que hay una enorme ausencia de rumbo estratégico, de mirada larga, en cuanto a decir cuál es la senda hacia el desarrollo que proponen. Uruguay, según un estudio del propio MEF, para la próxima década va a estar creciendo en los niveles de crecimiento tendencial de nuestra economía, en torno a 2%; eso es absolutamente pobre e insuficiente para financiar un Estado de bienestar como el que los uruguayos queremos y nos merecemos. Y ese es claramente el problema del Uruguay del futuro, porque un país que tiene 200.000 personas viviendo en asentamientos, 40% de tasa de egreso en la educación media, con niveles de crecimiento de entre el 1% y 2% a largo plazo, y con niveles de inversión por debajo de 20% del PIB, es un país que claramente no tiende hacia el desarrollo sino que más bien puede estar cada vez más lejos de eso. Yo no veo una agenda rica, profunda, que marque un rumbo estratégico de largo plazo. No veo un proyecto nacional de desarrollo en este gobierno, y creo que esa es una obligación central.

Una de las cosas que celebra el gobierno es la reducción del déficit fiscal, y argumenta que se hizo sin aumento de impuestos. ¿Qué lectura hacés de eso?

Primero, que la afirmación es falsa. Hubo aumento de la carga impositiva. Aumentó el IVA porque el beneficio de cuatro puntos para quienes compraban con tarjeta de débito y de crédito se redujo a la mitad. Además, se utilizaron índices diferentes a los que se venían utilizando para la fijación del mínimo no imponible del impuesto a la renta de las personas físicas (IRPF), y por consecuencia tuvimos un aumento de gente y de cuánto pagaba en el IRPF. Por lo tanto, decir que no aumentaron los impuestos es falso. Además, eso va en absoluta contradicción con lo que se quiere hacer, ya con una mirada absolutamente electorera, de bajar el IASS (impuesto a la asistencia de la seguridad social), que además es una medida absolutamente regresiva tanto en términos de ingresos como de generaciones. De ingresos, porque sería bajarles la carga tributaria a aquellos pasivos que más ganan, porque solamente 20% paga IASS. Y sería regresivo en términos generacionales porque sería dejar de cobrar en el sector de la población en el que la pobreza es menor: sólo 2% de los mayores de 65 años son pobres, cuando esos recursos podrían ser volcados para atender a la primera infancia, que es el sector donde la pobreza es mayor en Uruguay y donde más recursos se requieren para hacer políticas públicas.

Foto del artículo 'Pablo Ferreri: “Decir que no aumentaron los impuestos es falso”'

Foto: Camilo dos Santos

¿Creés que el FA está en condiciones de llegar al gobierno en 2024?

Luego de 15 años de gestión, con el desgaste que eso lleva, termina perdiendo la elección por 30.000 votos. Eso no quiere decir que no hayamos cometido errores que expliquen esa derrota, yo creo que los hubo. Pero también creo que el FA en estos años ha asumido el golpe, ha hecho una fuerte autocrítica, ha tenido un enorme despliegue a lo largo y ancho del país; la presidencia de Fernando Pereira en eso ha sido clave. Muchos dirigentes y militantes del FA han recorrido miles y miles de kilómetros, la iniciativa de “El FA te escucha” es muy buena. Y creo que hoy los vínculos con los actores sociales, con el mundo sindical, académico, cultural, está en una fase de fortalecimiento claro. Todo eso lleva a que el FA esté en una mejor posición para ser una real alternativa de gobierno. Pero tiene todavía un deber importante, que el año que viene en 2023 es clave para eso: no sólo se trata de ganar una elección como un mero ejercicio electoral, sino que lo fundamental es para qué queremos ganar. Sería un objetivo muy pobre llegar al gobierno solamente porque a este le va mal. El FA tiene que construir una propuesta que convoque, que enamore, y que pasa por mantener principios y valores que son perennes e inamovibles para la izquierda, pero también presentar propuestas y alternativas que respondan a la realidad actual. Debemos generar una gran propuesta para el próximo gobierno, que nos transforme en una alternativa real de gobierno.

¿Qué considerás que es necesario hacer en ese eventual gobierno?

El eje vertebrador tiene que ver con generar un proyecto nacional de desarrollo que marque el rumbo. Lo primero que tengo que definir es qué entiendo por desarrollo; implica tres o cuatro cosas al mismo tiempo. En primer lugar, tenemos que tener mayores niveles de crecimiento económico, pero el crecimiento económico solo no alcanza, porque podría ser lo que ocurre ahora: mientras la economía crece, la enorme mayoría no ve los frutos. Tiene que ir de la mano de mayores niveles de equidad y justicia social, con mayor redistribución de la riqueza. Ese círculo virtuoso fue el que se generó en los gobiernos del FA. Y tiene que ir de la mano de un tercer punto clave, que es más y mejor ejercicio de derechos. El otro aspecto clave, que probablemente hace 20 años no tenía tanta fuerza pero que para el mundo del futuro va a ser absolutamente central, es que esto tiene que ocurrir de una manera sustentable medioambientalmente. Tenemos que tener un país más rico, más equitativo, con más y mejor ejercicio de derechos y con sustentabilidad medioambiental. Esos son los factores que pueden generar un círculo virtuoso que llamemos desarrollo.

¿Y cómo es posible?

Para que Uruguay tenga mayores niveles de crecimiento, debemos, primero que nada, potenciar y ampliar nuestra matriz productiva, o sea, qué es lo que producimos y cómo. En la economía del futuro Uruguay va a tener que explotar sus ventajas competitivas para impulsar fuertemente sectores que les generen mayor riqueza y mayor derrame en sus habitantes. Ahora, eso requiere aspectos estructurales o transversales a toda la economía, que son absolutamente claves para ser más competitivos. El primero es la estabilidad macroeconómica y fiscal; no hay proyecto de desarrollo que prospere en el desorden. Después, Uruguay tiene que tener una agenda bastante más profunda en materia de inserción internacional. Hoy Uruguay carece de una agenda de internacionalización de su economía. Lo que se ha venido haciendo es algún impulso esporádico vinculado a tratar de firmar algún tratado de libre comercio, pero las formas han sido muy malas y los resultados, absolutamente nulos. La única diferencia con respecto a cuando comenzó este gobierno es que hoy Uruguay se encuentra alejado de sus socios del Mercosur, porque después, en aspectos concretos, no avanzó un milímetro en inserción internacional.

El otro aspecto clave tiene que ver con el capital humano; estamos en una etapa de fuerte impulso de la automatización, la robotización, el teletrabajo, y este nuevo mundo puede traer oportunidades para Uruguay, por ejemplo, para aumentar la exportación de servicios. Sin embargo, esta oportunidad puede ser un enorme problema si los niveles de educación y capacitación de la fuerza de trabajo no son los adecuados. Uruguay hoy tiene un problema en cuanto a su educación y este gobierno quiere resolverlo con una reforma que no cuenta con mayores recursos y que se va a hacer de espaldas a los docentes, entonces sólo puede estar destinada al fracaso. Uruguay precisa un programa de reforma educativa, requiere una mejor gestión y también requiere recursos, porque una reforma en serio cuesta plata y una de las prioridades de Uruguay debería ser invertir más en educación.

Por otro lado, Uruguay está teniendo un período de desinversión de las empresas públicas, y en infraestructuras nos estamos rezagando. Creo que para aumentar el potencial físico de Uruguay habrá que hacer un esfuerzo enorme en infraestructura, una vinculada al sector productivo, pero también otras vinculadas a lo social. Por ejemplo, Uruguay no puede darse el lujo de tener viviendo a 200.000 personas en asentamientos, debería tener un programa mucho más ambicioso en materia de vivienda.

Otro punto estructural y transversal es el énfasis muy superior que tenemos que poner en la innovación, la ciencia y la tecnología. Hoy en Uruguay se invierte poco, y no sólo eso: además no se invierte de la manera correcta. Hoy hay una inversión en ciencia y tecnología en torno a 0,4% del PIB, un valor entre tres y cinco veces por debajo de lo que invierten los países desarrollados, pero además sólo se invierte en el sector público y sólo a través de lo académico. Cuando uno mira en el mundo desarrollado cómo ocurre la inversión en innovación, ciencia y tecnología, es básicamente en el sector privado y básicamente en el sector productivo, porque tiene un aterrizaje concreto en el mundo de la producción. Tenemos que aumentar la inversión, pero además hacerlo a través de las empresas, que ocurra en el sector privado, que invierte prácticamente nada en este rubro, y hacerlo también a través de las empresas públicas.