Bajo la consigna “¿Reconfiguración de las políticas sociales? Cambios y continuidades en el Uruguay de hoy”, este viernes se llevó a cabo un conversatorio en la Facultad de Ciencias Económicas y de Administración (FCEA), enmarcado en la tercera edición del seminario “Miradas históricas contemporáneas sobre la desigualdad y la pobreza en Uruguay”.

Sus oradores fueron Verónica Amarante, docente en la Facultad de Ciencias Económicas y de Administración; Ximena Baráibar, docente en la Facultad de Ciencias Sociales; Juan Pablo Labat, exdirector de Evaluación y Monitoreo del Ministerio de Desarrollo Social (Mides); y Antonio Manzi, director de Transferencias y Análisis de Datos en el mismo ministerio.

“Hubo muchos cambios en la implementación y la gestión de las políticas” con el actual gobierno”, apuntó Amarante. Aunque no de manera estructural, se plantearon modificaciones relacionadas al diseño, aspecto que suma a la transformación de “las formas en que las políticas sociales están llegando a las personas”, indicó.

Más allá de las acciones puntuales, la docente destacó que lo importante a la hora del análisis es “la concepción que se encuentra por detrás” de los planes. Usualmente, se piensa al empleo como la solución a la pobreza y nunca “como el origen de muchos de los problemas” relacionados a la materia, dijo.

Según manifestó, los discursos que apuntan a “los esfuerzos individuales” y a “la ética de trabajo” como vías para superar condiciones de privación material están muy presentes en cada uno de los cambios observados. Además, la investigadora dijo que existe un “cambio sustantivo” con relación al acceso a la información sobre los programas y el modo en el que se le rinde cuentas a la ciudadanía, no sólo en lo cualitativo, sino también en lo conceptual.

En la misma línea, Baráibar se detuvo en el hecho de que a la hora de analizar una política, hay materialidades en las que detenerse -“una prestación, un monto que se transfiere, un programa que vincula, y una orientación, una mirada y una construcción de cuál es el problema”-, a las que en este momento está siendo “muy difícil” acercarse, porque la comunicación es “muy básica”.

A la vez, la trabajadora social dijo que “en esa materialidad hay que pensar la cantidad y la calidad de la protección social”, y que si bien el aumento de las transferencias monetarias incorporó a un conjunto importante de personas, es necesario “discutir la manera en que lo hicieron”. También agregó que abordar políticas asistenciales dirigidas a la pobreza supone “pensar en el trabajo, porque históricamente ha estado en tensión la preocupación de que la asistencia no desaliente a trabajar”.

De acuerdo a Baráibar, “un eje central de preocupación del gobierno es la autonomía y la dependencia con relación al Estado”, construidas una en oposición a la otra. Pese a esto, se “instala una valoración muy importante del empleo como salida de la pobreza”, ya que la mirada del gobierno no vincula las causas y la permanencia de la problemática con el mercado laboral. Además, opinó que la confianza que se deposita en el trabajo “dialoga poco con la realidad y con las dificultades que tiene el mercado”.

Otro aspecto considerado como central fue el del “problema de la proximidad”, que surgió a partir de un “registro masivo” de situaciones que “de ninguna manera” pueden ser atendidas sólo mediante un aporte económico, según Labat. El exdirector de Evaluación y Monitoreo del Mides dijo que esto “tiene una consecuencia dramática de mediano plazo”, que “quedó manifestada en la ridiculización de la discusión sobre los Socat [Servicio de Orientación, Consulta y Articulación Territorial]”.

Para Labat, hoy los territorios están “realmente abandonados”, porque “visitar un lugar no es construir proximidad, y la atención a la gente no es atender un mostrador”. Si el objetivo es llegar a “la parte de más abajo de la sociedad”, se necesita “búsqueda activa, visitas masivas y la permanencia y refuerzo de las instituciones en el lugar”. Ante la falta de estas estrategias, “se abre el espacio al no Estado”, considerado como “la esencia de la proliferación de un Estado alternativo”. De acuerdo al sociólogo, actualmente hay “un nivel de riesgo de construcción de un Estado alternativo” sin precedentes en nuestro país.

Las causas

Por su parte, el director de Transferencias y Análisis de Datos del Mides planteó que “el empleo formal, sostenido y de buena calidad es lo que puede sacar permanentemente a un hogar de una situación de pobreza”. En ese sentido, defendió las modificaciones al programa Uruguay Trabaja, ahora llamado Accesos, entre las que mencionó la eliminación del sorteo para postularse y así trabajar con personas con las que ya existía un vínculo en las que “la vulnerabilidad ya estaba bien constatada”, y la conexión con empresas para lograr nuevos puestos de trabajo.

También dijo que “se habló mucho en los últimos tiempos de un desmantelamiento al sistema de cuidados, y no hay nada más alejado de la realidad”, porque “se está fortaleciendo”. Según relató, además de mejorar la capacitación de los asistentes personales, aumentó su número y se enfrentaron “algunas debilidades jurídicas” vinculadas a su contratación. En el mismo sentido, evaluó la situación de calle y afirmó que hay una mejora en la respuesta y el abordaje de las causas, a través de nuevos cupos en centros de atención de salud mental y consumo de drogas.

Finalmente, se refirió a la alimentación y dijo que “el foco que se ha puesto en las transferencias monetarias como herramienta para mitigar las causas de las consecuencias de la pandemia y las consecuencias estructurales ha sido brutal”. Aún así, reconoce que las políticas del Mides son apenas “una mitigación”, pero “hay otra serie de herramientas que se tienen que activar para lograr otros cambios más a largo plazo”.