En el marco de la Semana Criolla en la Rural del Prado, la Federación Rural (FR) publicó un comunicado en el que se centró en la situación del dólar. Bajo el título “el campo y el eterno retorno del atraso cambiario”, la FR sostiene que “en gobiernos anteriores al campo le tocó ser la caja del Estado”, en pandemia “fue el sector que se mantuvo en pie generando ingresos” y, actualmente, en “año electoral”, el sector agropecuario “se encuentra nuevamente transfiriendo recursos para mantener un nivel de consumo que no para de crecer”.

Según la FR, hoy por hoy “es necesaria una mayor producción para cubrir los impuestos y los gastos de funcionamiento en pesos”, y esto después de “la mayor sequía en 70 años, que costó 1.883 millones de dólares”. La gremial también enumera en el comunicado el aumento de 13% que hubo en agosto del año pasado en el puerto de Montevideo de las tarifas en dólares para las exportaciones, y advierte que el sector agropecuario registró un incremento de 48% en el nivel de endeudamiento entre 2022 y 2023.

“La pérdida de competitividad es total”, subraya la FR, y señala que “el valor del dólar tendría que estar a 58 pesos para poder equipararnos al nivel promedio de referencia”. Actualmente un dólar equivale a 37,82 pesos uruguayos.

El impacto en la inflación y el poder de compra

En diálogo con la diaria, el economista Martín Vallcorba, quien fue asesor del Ministerio de Economía y Finanzas durante las administraciones frenteamplistas, sostuvo que el cálculo de 58 pesos que hizo la FR “no tiene sustento”, porque parte de comparar “la cotización que tenía el dólar en 2020 y la inflación acumulada en este período”, es decir, “cómo evolucionó el poder de compra del dólar en el mercado local uruguayo”, sin considerar “lo que pasó con el dólar y con la inflación en el resto de los países”.

Si bien puntualizó que no existe “una medición que sea absolutamente indiscutible”, Vallcorba dijo que “el atraso cambiario debería ubicarse entre un 15% y un 20%”, lo que supone “una diferencia de entre seis y ocho pesos [con el valor actual], y no de 20 pesos”. De todos modos, afirmó que “es claro que hay una situación de atraso cambiario”, que “tiene entre sus causas las opciones de política monetaria implementadas por el Banco Central” del Uruguay (BCU).

Recientemente, en una entrevista con la diaria, el presidente del BCU, Diego Labat, dijo que el tipo de cambio real “no se mejora a prepo”, y sostuvo que actuar sobre el tipo de cambio nominal “no asegura alcanzar un tipo de cambio real mejor”. Asimismo, afirmó que utilizar los recursos del Estado para “subir artificialmente el tipo de cambio” podría “licuar salarios”.

Distintos economistas han identificado como causas del atraso cambiario el aumento de la tasa interés por parte del BCU, así como el incremento de la inversión extranjera directa y el dinamismo del sector exportador.

Alejandra Picco, economista del Instituto Cuesta Duarte (PIT-CNT), dijo a la diaria que la política monetaria del BCU “logró bajar la inflación” –el último dato, correspondiente a febrero, marca una inflación de 4,71%– y que esto ha permitido “acelerar el proceso de recuperación salarial”, porque “obviamente la inflación hace al poder de compra”.

No obstante, Picco sostuvo que “sería bastante reduccionista decir que con eso el gobierno está priorizando la recuperación salarial versus la rentabilidad de los exportadores”. Afirmó que hay sectores que “compiten acá dentro con importaciones” que “se han visto perjudicados” por el atraso cambiario, lo cual “termina perjudicando también al empleo”. “En el corto plazo, ese atraso cambiario afecta en mayor medida a las empresas exportadoras que tienen menos espalda, a las más chicas, y eso también afecta a la actividad y el empleo”, señaló.

Vallcorba añadió que, cuando hay atraso cambiario, “normalmente estas situaciones se asocian con un período de boom de consumo”. El problema, sostuvo, es que “ese boom de consumo no es sostenible en el tiempo, porque se basa en algo que no responde a los fundamentos de la economía”.

En el corto plazo, un dólar bajo genera “un abaratamiento de todos los productos importados”; por ende, se produce “un efecto inmediato para el consumidor”, señaló Vallcorba. “La contracara es que ese abaratamiento afecta y perjudica a todas las actividades productivas que se orientan al mercado interno y que compiten con esos productos importados”, apuntó.

Por eso, Vallcorba sostuvo que “una situación de atraso cambiario sostenida en el tiempo” acaba “destruyendo parte de la capacidad productiva del país”, cuya recuperación “no se revierte inmediatamente cuando la situación cambiaria vuelve a una situación de equilibrio”. “Son situaciones que no son deseables desde el punto de vista de los equilibrios económicos”, resaltó.

A futuro, ante un eventual cambio de gobierno, Vallcorba consideró que “tampoco sería deseable que existiera una corrección abrupta” de la cotización del dólar; “lo que se debe hacer es generar las condiciones para que el país vaya recuperando competitividad cambiaria”, dijo.