El Ministerio de Desarrollo Social (Mides) y el Instituto Nacional de la Juventud (INJU) presentaron un informe comparativo a partir de la información que surgió de la Encuesta Nacional de Adolescencia y Juventud de 2018, en la que se identificó a las personas de entre 12 y 15 años encuestadas y se las volvió a entrevistar cuatro años después, en 2022, cuando tenían entre 16 y 19. Como se da continuidad a los mismos grupos, se trata de un estudio longitudinal que también permitió hacer algunas comparaciones transversales sobre varios temas, entre ellos, salud mental y participación de los jóvenes en el sistema de cuidados.

El informe, al que accedió la diaria, detalla algunos indicadores vinculados a la salud mental que ya habían sido adelantados por las autoridades. Por ejemplo, entre los jóvenes de entre 16 y 19 años el porcentaje que responde haber dejado de realizar sus actividades habituales por sentir “tristeza o desesperación” ascendió sustancialmente: en 2018 era 8%, mientras que en 2022 fue 23%.

Se identifica una diferencia en las respuestas al desagregar por género, ya que hay “mayores proporciones entre las mujeres que entre los varones” que dieron esa respuesta, pero no se observan mayores diferencias entre grupos etarios.

Con respecto a los intentos de autoeliminación, se compararon las respuestas a la pregunta “Durante los últimos 12 meses, ¿alguna vez consideraste seriamente la posibilidad de quitarte la vida?”, y se registró un aumento de 7% al comparar las respuestas de 2022 con las de 2018. A su vez, en ambas mediciones las mujeres representan “casi siete de cada diez respuestas afirmativas” y el promedio de edad está más cercano a los 17 años.

Otra de las interrogantes planteadas fue: “En los últimos 12 meses, ¿te has autoinfligido alguna lesión, es decir, te has quemado, cortado o lastimado intencionalmente?”. Mientras que en 2018 “poco más de la mitad de los que contestan que sí son varones”, en 2022 las respuestas afirmativas son más del doble de mujeres.

Involucramiento en los cuidados

En lo que respecta a los cuidados, se relevó cuántas personas jóvenes se encargan de este tipo de tareas y a quiénes cuidan, entendiéndose los cuidados como una actividad no remunerada que implica colaborar en acciones cotidianas. Esta variable se consideró porque “se entiende que el sistema de cuidados condiciona todos los aspectos de la vida” y tiene implicancia en la continuidad educativa, ingreso o sostenimiento de puestos de trabajo, acceso a espacios de socialización y recreación.

Si bien se concluyó que “no hay diferencias sustantivas” entre las encuestas de 2013 y 2018, se apunta que puede deberse a que en 2013 no se consultó si cuidaban a personas de 13 a 64 años de la familia; por ejemplo, a hermanos sin discapacidad. Sí se pudo identificar que en las respuestas de 2018, cuando los encuestados tenían entre 12 y 15 años, las tareas de cuidados recaían en mayor medida “sobre las mujeres”, pero las respuestas se equipararon en 2022, cuando los encuestados tenían entre 16 y 19 años, y varones y mujeres dijeron ejercer el cuidado en proporciones similares.

Se concluyó que a mayor edad “hay menor proporción de jóvenes” que contestaron estar realizando tareas de cuidados –12% menos si se compara 2018 con 2022–, porque la composición de las familias “va cambiando”. Específicamente, disminuyó la cantidad de jóvenes que cuidan a hermanos y se mantiene la de personas adultas que podrían ser dependientes por “otros aspectos”.

En tanto, las personas que provienen de hogares más vulnerables “tienen más carga de cuidado”. Si bien es algo que se repite en 2018 y 2022, en la última consulta la distribución de cuidados es menos desigual y baja conforme aumenta la edad.