Tras tres años de sequía, que supo mostrar su peor versión este verano, ya aparecen las consecuencias económicas que tendrá el fenómeno en el futuro más próximo. Sin embargo, para los productores familiares, el sector que sufrió los efectos de la crisis de forma más directa, la perspectiva sobre lo que viene no se centra sólo en lo inmediato ni en lo económico. El descenso en la cantidad y en la calidad de la producción repercute directamente en el bolsillo de los trabajadores del campo, pero también en su estilo de vida, caracterizado por estar condicionado por situaciones ajenas a ellos, como el clima y los precios internacionales.

Para hablar sobre los efectos de la sequía en sus vidas, la diaria se comunicó con Mercedes Figari, productora e ingeniera agrónoma con 20 años de experiencia trabajando con productores familiares. En primer lugar, señaló que la realidad de los productores familiares es “inmensamente heterogénea” y que, en general, “no hay un ejercicio de planificación”. En ese sentido, explicó que la lógica de la toma de decisiones en los predios familiares es diferente a la empresarial. Según ella, la característica principal que tienen es que sus decisiones productivas no están separadas de las domésticas: “El productor tiene que estar todo el tiempo arbitrando para ver qué tipo de decisiones prioriza” añadió.

Además, planteó que las elecciones varían con relación al ciclo de vida de las personas; “no es lo mismo un productor que recién se instaló, que un productor que está con los hijos yendo a la escuela y al liceo, o que un productor que ya está en edad de adulto mayor”. En relación con eso indicó que muchas de las decisiones que toman son “heredadas”, ya que “hay productores que siguen haciendo las cosas como las hacían sus padres”.

Según ella, el concepto con el que se identifica la toma de decisiones de los productores es la “lógica de producción, consumo y reproducción”, que son “tres lógicas que, con mucho arte, el productor combina y regula”. Esa lógica engloba “la cuestión de ser productor, pero también la de ser un consumidor porque hay una familia detrás”. A su vez, indicó que “está el tema del cuidado del patrimonio” que los hijos van a heredar, “entonces la reproducción del sistema productivo también está en juego”.

Karina Chabela Blanc es productora familiar en Paysandú y es parte del Grupo de Productores Paso de los Carros, compuesto por un grupo de trabajadores del campo que se dedican principalmente a la producción ganadera. En diálogo con la diaria, Blanc habló sobre la forma de organización económica de los productores durante el año y señaló que “el productor familiar no se organiza prácticamente nada, porque no tiene la suficiente cintura como para hacerlo”. No obstante, afirmó que los productores “van tapando agujeros” día a día. También planteó que existen algunas costumbres para gastos extra, como la venta de lechones a fin de año para poder costear las fiestas o la venta de terneros para comprar útiles para los niños en el comienzo de clases.

Por otra parte, Alicia Pérez, productora familiar de Sauce de Batoví, a pocos kilómetros de la capital de Tacuarembó, contó a la diaria que en su predio lleva a cabo producción ganadera y hortícola. En cuanto a la forma de organización de los trabajadores del campo, comentó que aparte de producir, hay muchas personas que tienen que trabajar en otros terrenos además del suyo, “porque el predio no les da”. “Capaz que no todos los de la familia, pero sí parte de la familia trabaja afuera o hace alguna changa. Con esa plata se trata de solventar los gastos, el predio familiar no da para sobrevivir dignamente”, añadió.

Los efectos de la sequía

Con la sequía se terminó cualquier posibilidad de planificación, coincidieron las fuentes. “Cuando tenías pensado que ibas a tener para vender 20 terneros de 170 kilogramos promedio a dos dólares el kilogramo, los terneros terminaron pesando 120; no tenés forma de cubrir esa diferencia”, ejemplificó Blanc. Agregó que este año tienen pocos terneros porque algunos murieron y que los que quedan son chicos. Además, planteó que el problema no termina ahí, ya que la sequía también afecta el proceso reproductivo de las vacas, que al tener problemas “lo primero que hacen es no reproducirse porque tienden a sobrevivir ellas”. En ese sentido, explicó que eso también tendrá consecuencias negativas en los próximos años, ya que las vacas no se van a preñar como deberían.

“Tuvimos que vender vacas preñadas a punto de parir en setiembre y octubre, porque no íbamos a tener pasto suficiente. Eso repercute durante años porque vamos a tener menos terneros para vender en otoño. Además, los terneros que destetamos en otoño pesan 30% menos que en un año normal y vamos a tener menos vacas para entorar este año, así que también en 2024 tendremos menos terneros, y así sucesivamente”, apuntó.

Pérez fue por la misma línea. Comentó que la falta de agua y comida obligó a los productores a vender sus animales, pero la sequía también afectó sus ingresos, aparte de la propia producción. Explicó que hay consecuencias en el trabajo de los productores que hacen “changas” para sobrevivir, porque en algunos casos tuvieron que trabajar más por la misma remuneración, y en otros dejaron de trabajar para concentrarse en cuidar a sus animales y evitar que mueran de hambre y de sed.

Por el lado de los cultivos, Pérez señaló que la huerta hortícola fue una de las partes de su producción más afectada y Blanc comentó que en su caso, los cultivos más dañados fueron el girasol, la soja y el maíz, “todos los cultivos de verano”. Pese a esos problemas, la productora de Paysandú afirmó que no se encuentran dentro de la zona del país más afectada porque en su caso los cultivos “algo van a dar, aunque sea 50% comparado con el año pasado”. Sin embargo, indicó que “hay lugares donde ni siquiera pudieron sembrar o, lo que es peor, sembraron pero no van a cosechar nada”.

Figari subrayó que la seca fue bastante generalizada en el país, pero no fue igual en todos lados, ya que, según pudo ver en distintos lugares, “hubo sitios muy complicados” en los que los productores “no tenían ni un pasto, nada verde”. “En algunos lugares la situación era muy grave, al punto de no tener nada de comida y que los animales se estén muriendo”, agregó. Coincidió con Blanc en que las consecuencias inmediatas son graves, pero también habrá consecuencias severas en los años venideros. “Fue un evento que en muchos lugares va a dejar impactos serios”, insistió.

“No es solamente la plata”

En el período más crudo de la sequía, los productores, con la esperanza de salvar sus cultivos y animales, aguardaban la llegada de la lluvia que, aun en días en que el pronóstico del tiempo anunciaba precipitaciones, brilló por su ausencia durante largo tiempo en gran parte del territorio del país. Además, por si fuera poco, cuando el agua se dignó a caer, no lo hizo en las proporciones necesarias para aliviar el déficit hídrico.

Según Figari, la sequía genera una “situación emocionalmente muy desgastante” para los productores familiares, ya que “ven lo que se les viene”, pero tienen “la ilusión de aguantar un poco más a que llegue el agua”. Sin embargo, al no llover, las cosas se siguen deteriorando y “no hay mucha cosa que se pueda hacer”. De acuerdo con ella, la seca tiene “repercusiones y connotaciones fuertes sobre la dinámica familiar” de los productores. Ante esos escenarios, lo familiar queda en “segundo plano” y se prioriza lo productivo.

Por su parte, Blanc destacó que “las secas son súper tristes” porque “andás amargado y sin plata es un todo”. Sobre eso, Figari añadió que en este último tiempo se enteró de varios casos de suicidio en productores. “Una seca como esta te desequilibra todo; mucha gente no sabe cómo va a salir, gente que viene con deudas o que no tiene tierra propia y tiene que pagar la renta. Vi episodios muy desesperantes en términos emocionales, de gente muy desacomodada con lo que pasó, más allá de lo económico”, comentó.

Los productores también se ven afectados por el sufrimiento de sus animales, un problema que, de acuerdo con Blanc, “no hay corazón al que no afecte”. Figari planteó que para los productores familiares los animales “son casi parte de la familia” y verlos morir porque no tienen agua para darles o comida va “mucho más allá de lo económico”: “No sabés lo que es el desespero de ver a los animales buscando agua y comida y no encontrar la solución, porque no las tenés en la vuelta y no tenés plata”, insistió.

El sufrimiento de los animales repercute directamente en las personas que trabajan con ellos, afirmó Blanc, y puso como ejemplo el caso de su esposo y otros conocidos que se “enfermaron de los nervios” ante las dificultades que presentan situaciones de esta índole. Además, señaló que en la ruralidad “hay un alto porcentaje de gente alcohólica”, y que está convencida de que esto se debe en buena medida al estrés de trabajar con seres vivos, ya que “el sufrimiento de los animales te termina afectando, a algunos más, a otros menos”.

Para Blanc, “la seca no es solamente la plata: se te cae el trabajo de años, se te muere un animal que es irremplazable. Por ejemplo, nosotros en esta seca tenemos una yegua vieja, que es la última que va quedando de cuando mis hijas iban a la escuela, ahora tienen casi 30 años. Le compramos comida, la trajimos al patio, hemos hecho malabares, y no es porque esa yegua nos vaya a dar nada, porque está esperando a morir, pero hay cosas que no se pagan con plata”.

Soluciones previas e inmediatas

En respuesta a la sequía, el gobierno decretó la emergencia agropecuaria en octubre del año pasado, pero como la situación no se solucionó, extendió la medida hasta el 24 de abril de este año. Para Blanc, los créditos con 2% de interés a partir del Fondo Agropecuario de Emergencias son “interesantes”, pero la iniciativa “no llega a los productores” o llega “a muy pocos y demora muchos meses”. En tanto, Pérez planteó que las medidas del gobierno “son buenas”, pero “están llegando tarde”. Añadió que para enfrentar los momentos de crisis los productores se endeudan y eso contribuye a que siga creciendo “la cadena de endeudamiento grande que hay”.

De acuerdo con Figari, las sequías “ponen en evidencia los problemas de fondo” y “desarman a un montón de gente que venía justita”. Agregó que las medidas deberían tomarse previo a la seca para que las personas “puedan llegar mejor preparadas”. En ese aspecto, destacó que esas medidas previas toman particular importancia ya que las sequías “van a ser cada vez más frecuentes”. “Antes la sequía venía una vez cada muchos años, pero ahora hay que tener en la cabeza que son cosas que vinieron para quedarse y que hay que prepararse para eso”, aseguró.

Blanc también se refirió a una de las medidas que se ha planteado como solución a la sequía: el riego. Según ella, es “hipercarísimo” y “sólo puede ser rentable para la agricultura, mientras que en la ganadería no dan los números de ninguna manera”. En cuanto al rol del Estado, planteó que alienta a incorporar el riego, “pero no está dispuesto a poner plata”. Por su parte, Pérez agregó que los pequeños productores sólo pueden hacer cosas para sobrevivir y que “cada vez es peor porque los insumos salen caros”: “El productor chico se está extinguiendo, está quedando el grande y algún mediano. La gente consigue un trabajo y como le pagan más que tener diez vacas, opta por irse a trabajar y termina abandonando, se va a la ciudad y el campo queda en nada”, concluyó.