Como si fuera un partido de fútbol con dos tiempos radicalmente diferentes, durante 2022 la actividad económica uruguaya tuvo un aumento significativo: 4,9% respecto de 2021, según el último Informe de Cuentas Nacionales Trimestrales divulgado por el Banco Central del Uruguay (BCU), algo que estuvo vinculado principalmente con la recuperación de algunas actividades afectadas por la pandemia.

Sin embargo, a pesar del crecimiento registrado, la segunda mitad del año mostró un descenso importante del producto interno bruto (PIB). Mientras que en el tercer trimestre tuvo una baja de 0,7%, en el cuarto trimestre cayó 1,3% respecto del anterior.

Así, en términos interanuales, la economía se contrajo 0,1% en la última parte de 2022 con relación al final de 2021, un efecto atribuido principalmente a la sequía que atraviesa el país desde hace varios meses. “Dos trimestres desestacionalizados negativos da que el país está en recesión”, explicó a la diaria la economista Gabriela Mordecki.

En el mismo sentido fue el informe que presentó el Centro de Estudios para el Desarrollo (CED), publicado el mismo día que el del BCU. Según el CED, Uruguay fue “de más a menos” durante 2022, entre un primer semestre muy favorable y una segunda mitad marcada por “caídas interanuales y desestacionalizadas de las exportaciones, del núcleo industrial y de la recaudación impositiva en el margen”.

La caída de las exportaciones, de acuerdo al CED, “estuvo mayoritariamente concentrada en China como destino y en la carne bovina como producto”. De hecho, “pese a los problemas en la región, las exportaciones no agroindustriales mantuvieron un relativo dinamismo”.

En general, el sector agropecuario tuvo una variación negativa de 21,5% en su valor agregado hacia el final de 2022 y se espera, según Mordecki, que el primer trimestre de 2023 sea “muy complicado”, puesto que si bien se dio “la mejor temporada turística” desde el comienzo del período, “nunca va a compensar la sequía y el impacto negativo que tiene sobre la producción agrícola”, aunque también afecta “la producción de leche, la faena, la exportación de ganado”, con efectos “hacia adelante”, debido a que “la sequía afecta a los tres trimestres” -el último de 2022 y los dos primeros de 2023-.

De acuerdo al informe del CED, “en la faena bovina se observó una caída de 6% desestacionalizada entre setiembre y diciembre; mientras que la caída de la producción en el sector lácteo fue de 3% desestacionalizado”.

Asimismo, “eso impacta la industria manufacturera” de otros productos, mientras que la industria frigorífica sigue el mismo camino “por la demanda mundial”, de la que Uruguay depende mucho y que se ha visto enfriada debido a conflictos internacionales y otras “crisis financieras que empezaron a aparecer en algunos bancos”, acotó Mordecki.

Otro sector que enlentece su actividad “es la construcción”, señaló la economista, puesto que está prevista la finalización de la obra de UPM y, aunque “todavía está ferrocarril central”, también está próximo a terminar. “El impacto de esas obras, que son muy grandes, va siendo cada vez menor”.

Las medidas posibles

Consultada sobre los caminos que podría recorrer el gobierno en un contexto de recesión, Mordecki consideró que es algo “difícil de saber”. Por ejemplo, la rebaja impositiva “ha venido acompañada de pequeñas ayudas a las empresas más chicas”.

Sin embargo, por otra parte, asoma “el tema de la gripe aviar; el gobierno anunció que va a comprar vacunas y en dos semanas se estaría vacunando”, al tiempo que hay seguros otorgados a “grandes cultivadores”, que “van a tener una compensación por los menores rendimientos; ahí están las cosas más complicadas”, planteó.

“Algo se habló de líneas de crédito subsidiadas, volver a reabrir, sobre todo para pequeños productores, granjeros, productores de frutas, de verduras, que están sufriendo por la sequía, darles una forma de mantenerse a flote con algo de crédito subsidiado”, agregó, y estimó que habrá “que ver” si se da “alguna otra política que se pueda llevar adelante” en cuanto a apoyos, además de tener “en cartera” algunas “obras grandes”, como el Proyecto Neptuno, que más allá de los cuestionamientos, de aprobarse, podría aportar en el sector de la construcción.

“Otras cosas que se ven cuando se analiza desde el lado de la demanda es la fuerte caída de exportaciones y también el gasto del gobierno”, aunque “se empiezan a recuperar los salarios reales por el lado del consumo interno”, lo que llevaría a que se produzca “un dinamismo que salva la cuestión”.