Aún no han sido parte de la oratoria del tradicional acto del PIT-CNT de cada 1.° de mayo, Día Internacional de las y los Trabajadores, de hecho, solo fueron mencionadas en una única oportunidad durante un discurso de Tamara García, militante de la Federación Uruguaya de Empleados de Comercio y Servicios, y feminista. Al menos, así lo recuerda Karina Núñez, cofundadora y presidenta de la Comisión Fiscal de la asociación civil y sindicato O.TRA.S (Organización de Trabajadoras Sexuales del Uruguay). De todas formas, ese no es su objetivo principal, lo que más quieren y reclaman, es que desde la central obrera se les “brinde herramientas para formarnos y saber qué es ser una sindicalista”, sostuvo Núñez en diálogo con la diaria.

“Nosotras no queremos seguir siendo para ellos [el PIT-CNT] las pobres desgraciadas que necesitan de sus sobras. No queremos seguir siendo ‘las parias’. Nosotras sabemos a dónde queremos ir y por dónde ir. Lo que no sabemos es cómo y cuándo tomar la palabra porque lo primero que te quita la sociedad, por ser trabajadora sexual, es el derecho a hablar en público. Y nosotras confiábamos en que eso nos los iba a dar el paraguas grande que era el PIT-CNT, donde ningún peludo se mojaba estando solo”, expresó Núñez.

Actualmente, 18 mujeres y mujeres trans de Montevideo, Rivera, Canelones y San José, están asociadas a O.TRA.S y forman parte de la central obrera desde 2020, un hecho que el PIT-CNT destacó en su sitio web como un acontecimiento “histórico”, pero que en la vida de las trabajadoras sexuales no ha tenido los impactos que esperaban: la situación de sus derechos no cambió, no facilitó el intercambio con las autoridades de distintos ministerios y organismos estatales, y tampoco han recibido apoyo en sus manifestaciones públicas. Al respecto, la diaria conversó con Núñez; Loren Silva, presidenta de O.TRA.S; Elaine Neres Alby, cofundadora y secretaria nacional; Carla Pereira, tesorera nacional; y Camila García(*), integrante reciente del sindicato.

Por los derechos, contra la violencia y cambios en la legislación

O.TRA.S se formó en 2018 con el objetivo de reivindicar y defender los derechos de las trabajadoras sexuales, y denunciar las distintas formas de violencia que sufren en el ejercicio de su profesión y también por parte de una sociedad que las excluye y estigmatiza sistemáticamente, contó Neres Alby. Otro de sus objetivos ha sido promover modificaciones Ley 17.515, que regula el trabajo sexual en Uruguay desde 2002.

Pero para llegar a ese punto, algunas trabajadoras sexuales recorrieron un largo y difícil camino —de casi dos décadas— que vale la pena destacar. En 2007, Núñez, Neres Alby, Florencia Araújo y Rosa Rial, cuatro mujeres “de distintas localidades y pueblos chiquitos” del interior del país, formaron el Grupo Visión Nocturna. “Nos juntábamos por la violencia que sufríamos, las infecciones de transmisión sexual, y porque en ese momento el Ministerio de Salud Pública (MSP) no nos daba preservativos”, contó Núñez. Tres años más tarde, en 2010, lograron ingresar a la Comisión Nacional Honoraria de Protección al Trabajo Sexual en el MSP, creada por el artículo quinto de la Ley 17.515.

Núñez se trasladaba “a dedo” desde Rivera para participar de los encuentros de la comisión, porque las reuniones solo se convocaban en Montevideo. A pesar de las adversidades, formar parte de este ámbito les permitió empezar a formarse y empezar a dar capacitaciones a otras compañeras del interior del país, así como a equipos de salud, en conjunto con una médica, para garantizar una atención adecuada para las trabajadoras sexuales. Y así continuaron, hasta que en 2018, en una reunión en abril, un abogado del Ministerio de Trabajo y Seguridad Social, en ese entonces bajo la dirección de Ernesto Murro, presentó un propuesta para que “los proxenetas pasen a tener el carácter de patrones, cosa a la que me opuse rotundamente”, relató Núñez.

Ante los inconvenientes para que otras integrantes del grupo se trasladaran a la capital para manifestarse al respecto, Núñez decidió publicar una foto de su carné de trabajo sexual para convocar “a todas aquellas trabajadoras sexuales que quisieran pelear por sus derechos que estuvieran en Montevideo”. “Y ahí armamos el primer grupo de WhatsApp con 250 trabajadoras sexuales, que también integraban las compañeras que estaban en el interior”. Así, a grosso modo, nació la Organización de Trabajadoras Sexuales del Uruguay, que poco después, en junio de 2018, pasó a llamarse O.TRA.S. Pero su incorporación al PIT-CNT no fue inmediata, sino que tuvieron que esperar a fines de 2020, cuando O.TRA.S obtuvo su personería jurídica y el 27 de noviembre de ese año pudo firmar el estatuto fundacional del sindicato.

“El proceso fue largo porque no nos querían mucho. Nosotras íbamos a Montevideo a participar de congresos y de reuniones, por ejemplo, de la Asociación de Meretrices Públicas. Empezamos a estar en la prensa. Entonces, de tanto pinchar y estar presentes, fue que empezó el proceso”, comentó Neres Alby. De hecho, la idea de las trabajadoras sexuales de integrar el PIT-CNT viene de 2009, señaló Núñez. Pero, “en esa época, los compañeros de la central consideraban que nosotros no pertenecíamos [al movimiento sindical]. Nos recibieron en la vereda, ni siquiera nos hicieron pasar”, apuntó.

Los problemas con el PIT-CNT

“Estar dentro del PIT-CNT nos sirve porque se supone que tiene que apoyar a los sindicatos. En Montevideo si se va al PIT-CNT y se golpea la puerta, te escuchan. Si se llegan a lograr o no los acuerdos, eso es aparte porque ellos llevan las cosas a su tiempo. Pero en el interior las puertas del PIT-CNT están totalmente cerradas para nosotras porque no nos consideran trabajadoras. En Montevideo si se hace congreso, si necesitamos una reunión, están ahí, nos atienden. Pero afuera son cerrados”, expresó Silva.

La presidenta de O.TRA.S. sostuvo que desde la gremial sindical tampoco se ha acompañado a las integrantes del sindicato en sus movilizaciones, por ejemplo en el Día Nacional de las Trabajadoras Sexuales. “Todavía estamos como solas, tanto que si mirás las publicaciones del PIT-CNT en las que sale el logo de todos los sindicatos, el nuestro no está. Nosotras estamos adentro, pagando aportes por mes y el logo de O.TRA.S, no sale y eso es porque no nos consideran como trabajadoras”, expresó Silva.

Asimismo, Silva dijo que temas vinculados a intercambios con ministerios y organismos del estado, integrar el PIT-CNT “es lo mismo que nada”. “El PIT-CNT no nos auxilia en nada. Ni siquiera para decir, sí compañera ‘vamos allí, le ayudamos y le damos el respaldo’. El único respaldo que tenemos somos nosotras mismas”.

O.TRA.S no forma parte de ningún ámbito de decisión por su cantidad de asociadas. De todas formas, sus integrantes apuntan que no han sido tenidas en cuenta, prácticamente, para nada. “Imagínate que las compañeras pidieron capacitación para que les enseñaran cómo recolectar firmas [para el plebiscito de la seguridad social] y nadie las tuvo en cuenta, ni siquiera papeletas les dieron”, dijo Núñez. En esa línea, agregó que en los más de tres años que llevan dentro del PIT-CNT, solo han sido recibidas una vez por el Secretariado Ejecutivo y después han tenido “entrevistas puntuales” y las “han dejado a la deriva de alguna compañera que quiera hacernos la gauchada de darnos una mano”.

Hace un mes mantuvieron una reunión con el presidente del PIT- CNT, Marcelo Abdala, donde el dirigente sindical se comprometió a pedir al Instituto Cuesta Duarte una capacitación en sindicalismo. Asimismo, Núñez contó que una instancia extraoficial, Abdala les trasladó que “el resto de las mujeres sindicalizadas no le prestaban mucha atención a nuestro sindicato porque a nuestras compañeras no les interesa participar de las formaciones”. Sin embargo, sostuvo que el problema está en los días y horarios que se eligen para estas instancias que coincide con los momentos en que “las compañeras están estudiando o están atendiendo a algún cliente”. “No podés dejar de atender a un cliente por quedar bien en la formación sindical porque después quién te va a dar de comer”, apuntó Núñez.

Las sindicalistas agradecen al PIT-CNT sus donaciones de alimentos, ropa y útiles, que han permitido a muchas mujeres retomar o continuar con sus estudios. “Lo que son donaciones, pedidos de cosas, todo lo que tiene que ver con lo social y la beneficencia, ellos juntan y nos dan, como le dan a cualquier merendero”, señaló Núñez. Pero enfatizó que lo que necesitan es “formarse como sindicalistas” y tener las herramientas “históricas” y “teóricas” para “decirnos sindicato, para poder hablar con otras compañeras y poder sostener el por qué y la importancia de estar sindicalizadas, cómo es trascendente tener conciencia de clase, cómo es trascendente para la vida y el acceso a los derechos”.

Por todas estas cosas, desde O.TRA.S entienden que hace falta mayor visibilización y reconocimiento de las particularidades del trabajo sexual dentro de la central obrera. “El estigma que tiene el trabajo sexual en el interior, cuanto más profundo, les impide a las compañeras que quieren dejar el trabajo ser reorientadas laboralmente. Ese es un estigma que no carga el que trabaja en la barométrica o carnicero que quiere trabajar de otra cosa. Solamente a las trabajadoras sexuales el estigma las persigue por el resto de la vida”, señaló Núñez, aunque reconoció que este es un tema cultural presente en toda la sociedad y no en particular del movimiento sindical.

Entre nosO.TRA.S

La ayuda que las trabajadoras sexuales no encuentran dentro del movimiento sindical, lo tienen dentro de la asociación. En ese sentido, García, que hace poco pasó a integrar O.TRA.S, sostuvo que “recién ahora” empezó a sentirse como una mujer, un “ser humano” con derechos. “Yo me sentía una cosa. Ahora siento como un abrazo honesto de ellas. Eso es lo más importante, el abrazo y saber que estamos y que nos mandamos un mensaje por WhatsApp y estamos”, expresó. García fue explotada sexualmente desde los 8 años, primero en Montevideo, y contó que desde entonces pasó “de mano en mano” hasta que “me liberé hace dos años, más o menos”. Hoy tiene 35 años.

Después de haber sido violentada, abusada e invisibilizada la mayor parte de su vida, encontró la ayuda que necesitaba en O.TRA.S, está estudiando y “tratando de salir adelante” y dejar de ejercer el trabajo sexual. No obstante, apuntó que es muy difícil encontrar nuevas oportunidades laborales porque la sociedad no ve “un ser humano que está pidiendo derechos” sino a “la que abre las piernas por un laburo fácil, que no es nada fácil”.

Pereira coincidió en que unirse a O.TRA.S fue un cambio central en su vida. La tesorera del sindicato contó que fue abandonada en la puerta de una casa que pertenecía a una trabajadora sexual y esa mujer la crió como su propia hija. Formar parte de O.TRA.S para ella es una forma de “devolverle un poco” de lo que su madre le dio, además de luchar por sus propios derechos como trabajadora sexual. Asimismo, dijo que en su caso sufre una doble exclusión: como trabajadora sexual y por ser mujer trans. De todas formas, contó que logró prosperar en sus estudios con el apoyo de las integrantes de la asociación, aunque por la discriminación aún se le dificulta mucho conseguir otro tipo de trabajo.

Por otra parte, la presidenta del sindicato señaló que en O.TRA.S no se ocupan solo de las trabajadoras sexuales, sino que piensan “en el de afuera, en el que nos señala”. “Hace poco nos llegó un caso de un niño que tenía cáncer y no estaba siendo atendido y O.TRA.S, luchó y le consiguió el tratamiento entero”, contó. “Nosotras ayudamos, cosa que a nosotras no nos pasa: la tenemos que luchar y remar entre nosotras, sino no salimos adelante”, expresó.

Principales reclamos en derechos

Las condiciones de la atención en salud aún permanecen entre los principales reclamos de las trabajadoras sexuales, principalmente fuera de Montevideo. “En la salud todavía estamos vulnerables”, sostuvo Neres Alby y planteó que las y los médicos “deberían tratar con un poquito de dignidad y amor al prójimo” a las trabajadoras sexuales. “Si vas con una enfermedad cualquiera, lo primero que te hacen es un análisis de VIH, como si el foco estuviera ahí”, señaló y reclamó por una “salud integral” porque “muchas compañeras mueren por cualquier otra enfermedad y no por enfermedades de transmisión sexual (ETS)”.

“No se dan cuenta de que nosotras por estar en la noche tenemos problemas de visión y de audición. Tenemos problemas musculares por pasar frío en la calle y otros problemas por tener que tomar para aguantar a los tipos, además de temas de consumo de drogas”, manifestó la secretaria nacional y afirmó que la discriminación que reciben en el sistema de salud se extiende a sus hijas e hijos.

Pereira, que vive y trabaja en Salto, contó que la atención en el Hospital de Salto es “realmente horrible” y aseguró que no solo hay maltrato, sino que “ya no se hacen los controles que se hacían antes”. También, afirmó que cuando una trabajadora sexual va a sacar fecha para hacerse análisis, se le retiene el carné de trabajo sexual por meses bajo el argumento de que “es el nuevo reglamento del hospital”. Y mientras esperan los resultados y que la médica a cargo los firme, las trabajadoras sexuales salen a trabajar sin el documento que evita que la Policía las detenga, agregó.

Pereira dijo que en el Hospital de Salto se viven otras violencias. Contó que cuando va una trabajadora sexual con VIH a buscar su medicación, se la expone públicamente: “Le dicen: 'Ay ahi viene, dale los medicamentos que le corresponden a ella que tiene VIH’” y lo mismo le ocurre a personas con otros tratamientos por ETS. “Eso nadie lo tiene que saber, es algo tan personal para cada una y te lo gritan delante de toda la gente”.

Por su parte, Núñez señaló que en Uruguay se incumplen con las disposiciones de organismos internacionales como la Corte Interamericana de Derechos Humano, la Convención sobre la Eliminación de todas las Formas de Discriminación contra la Mujer (Cedaw, por sus siglas en inglés) de 2023, que “intimó a los estados parte de la Organización de Estados Americanos a hacerse cargo de los derechos de las trabajadoras sexuales” y del Consenso de Montevideo también del año pasado.

“Los organismos internacionales les están diciendo que se tienen que hacer cargo de nosotros, y acá miran para otro lado”, agregó Núñez. En esa línea planteó que el gobierno “debería aprender” de la Intendencia de Montevideo, “que, al momento, ha ayudado a 90 a salir del trabajo sexual”.

Las integrantes de O.TRA.S saben que hay muchas cosas por cambiar y mejorar, pero no bajan los brazos. La presidenta del sindicato sostuvo que “el día que se paren” y escuchen una a una a las 18 que integran otras “se van a quedar con la boca abierta con su potencial”, no solo por sus experiencias de vida, también por su formación, porque “se comprometen en estudiar, en hacer cursos, en informarse y en estar en todos los espacios”.

“Vamos a seguir ocupando los espacios que nos corresponden también a nosotras, como parte de la sociedad y sujetas de derecho”, afirmó Neres Alby.

(*): Nombre alternativo. La entrevistada optó por dar su testimonio de forma anónima.