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Carmen Asiain y Daniel Sturla en la presentación del libro ¿Santa o de Turismo?

Foto: Nicolás Celaya

Buenas y santas

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¿Santa o de Turismo? Calendario y secularización en el Uruguay.

El Estado uruguayo se separó formalmente de la Iglesia con la Constitución de 1919 y se autoproclamó laico. Sin embargo, hasta el día de hoy el calendario tiene en rojo varias fechas que aluden al cristianismo, siendo el caso más evidente el de la Semana Santa, que puede convertirse -según los gustos- en Semana de Turismo, Criolla, de la Cerveza o de la Vuelta Ciclista.

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“Una de las cosas que dije cuando llegué al Arzobispado de Montevideo fue: ‘nos han robado la Semana Santa, que nos la devuelvan”, recordó Nicolás Cotugno, en la presentación del libro ¿Santa o de Turismo? Calendario y secularización en el Uruguay, escrito por el sacerdote Daniel Sturla, licenciado en Teología y actual director del Instituto Superior Salesiano.

José Batlle y Ordóñez aparece como el principal actor interesado en que el Estado se desligara de la Iglesia, tanto desde la presidencia de la República (que ejerció de 1903 a 1907 y entre 1911 y 1915), como por ser responsable del diario El Día, donde se publicaron varias columnas de carácter cuestionador. Según escribe Sturla, los artículos fueron de tono “vil”, “discriminatorio” y “de nivel bajísimo”.

“En ese país modelo, de ‘leyes avanzadas’, que Batlle procuró construir, requería en su espíritu no sólo la separación de la Iglesia y el Estado, sino una verdadera descristianización del mismo. […] Para él, la religión católica era un estorbo, sinónimo de atraso y oscurantismo, de moral obsoleta y superstición, de sujeción a la mujer y de defensa del capitalismo”, se puede leer en el libro.

En ese momento se plantearon decenas de ideas que no llegaron a llevarse a cabo, pero que son representativas del momento en que el país buscaba la laicidad. Por ejemplo, en la ley de ocho horas se propuso que el día de descanso fuese rotativo y no, necesariamente, los domingos -día que para los cristianos supone el descanso-; se quiso eliminar todas las festividades cristianas; se pretendió que los sacerdotes no ejercieran la docencia y se intentó prohibir la enseñanza religiosa en los centros privados.

En 1861 se realizó la secularización de los cementerios y en 1877 se aprobó un decreto, redactado por José Pedro Varela, donde se establecía que la educación religiosa en las escuelas no era obligatoria.

Fue en 1919 que la Constitución separó al Estado Uruguayo de la Iglesia. En el mismo año, se aprobó la ley de feriados que secularizó las fiestas religiosas que se celebraban hasta el momento. “Pero en una solución ‘muy uruguaya’ quedaron las mismas fechas cambiando su denominación”, escribió el licenciado en Teología.

Se establecieron 17 feriados, cuatro de ellos con origen cristiano: el 1° de enero se indicó como iniciación del año -los cristianos conmemoran que Jesús recibió su nombre-, el 6 de enero se llamó Día de los Niños -la Iglesia celebra la Epifanía: la adoración que realizaron los Reyes Magos a Jesús-, el 8 de diciembre el Día de las Playas -Día de la Inmaculada Concepción- y el 25 de diciembre se indicó como Día de la Familia, a pesar de que la mayoría de los uruguayos celebran la Navidad. Desde la Comisión Legislativa se explicó que aceptaron el 6 de enero como Día de los Niños y el 25 de diciembre como Día de la Familia, no por su carácter religioso sino por ser “fiestas consagradas por la costumbre”.

El cuarto artículo de la ley establecía que se declara feriado “la sexta semana siguiente a la del carnaval”. La Semana Santa se fija tomando en cuenta la Pascua: “El domingo siguiente al plenilunio posterior al equinoccio de primavera del hemisferio norte”, puntualiza.

La Semana de Turismo es un “invento uruguayo por donde se lo mire, exceptuando la fecha en que cae”, resume. “Nuestra ‘semana de turismo’, con sus múltiples ofertas de la semana de la cerveza, semana criolla, semana de la vuelta ciclística, etc., es un claro ejemplo de lo que significa el cambio cultural que tiene consecuencias concretas en la cultura de una nación”. En conversación con la diaria, Sturla opinó que esta secularización obedeció a lo que hicieron “algunos con un tono más persecutorio”, en referencia a la campaña del diario El Día. “Creo que la solución a la que se llegó es una típica solución uruguaya, de transacción”, agregó, al tiempo que destacó “la convivencia que se da, por ejemplo en Paysandú, entre el Vía Crucis del Viernes Santo y la suspensión durante esas horas del bochinche carnavalero de la Semana de la Cerveza”. Sturla opinó que “es una muestra de ese extraño ‘cambalache tolerante’ que desafía la eficacia evangelizadora de la Iglesia”.

Perdónalos, Dios

Setenta años después de que el Estado se separó de la Iglesia, aunque se basó en sus festividades para instalar los feriados, el papa Juan Pablo II visitó Uruguay. Llegó el 1° de abril, día que fue declarado feriado nacional por unanimidad del Poder Legislativo. Además, en el lugar quedó instalada una cruz que se había colocado para la misa que dio Juan Pablo II. Sturla opinó que una tapa de la revista Guambia define el momento a la perfección: se ve una caricatura de José Batlle y Ordóñez, arrodillado frente a la cruz, lamentando, ‘Perdónalos Dios… ¡No saben lo que hicieron!”. Al respecto, El Día tituló: “Un claro retroceso en la convicción liberal de la República”.

Otros hechos que reseña el autor, respecto a un cambio de actitud en la relación Iglesia-Estado, tuvieron lugar en los gobiernos de Luis Alberto Lacalle y de Jorge Batlle. En el caso del nacionalista, se recuerda que luego de asumir, participó en una celebración ecuménica y, cuando dejó el gobierno, fue a la Catedral a hacer una oración en forma privada. El colorado designó a Nicolás Cotugno como presidente de la Comisión para la Paz.

Se destaca además que, con motivo del fallecimiento de Juan Pablo II, se inauguró un monumento al Papa en la zona de Tres Cruces, “con el apoyo expreso del presidente Tabaré Vázquez y la presencia de su señora esposa”.

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